Más que dimes y diretes
Crónica de una semana en la que las discrepancias entre Chaves y Griñán sobre el momento de convocar un congreso extraordinario oscurecieron la brillante transición que ambos protagonizaron en abril, una 'bicefalitis' de cinco días
Las bicefalias políticas dan cefaleas, pero lo ocurrido en el Partido Socialista andaluz esta semana ha sobrepasado la molestia pasajera de un dolor de cabeza. Ha sido una crisis de cinco días, con picos de fiebre muy altos, que duró desde el domingo pasado hasta ayer sábado, cuando los dos protagonistas se dieron el abrazo. El brillo de la modélica transición que Manuel Chaves y José Antonio Griñán protagonizaron en la Presidencia de la Junta en el mes de abril ha quedado oscurecido por el deseo del primero de mantenerse, de momento, al frente de la secretaría general del partido y las ganas del segundo de que ese momento llegara ya. Del malestar inicial se pasó al abatimiento en las filas socialistas, al desconcierto y a la desconfianza, hasta el punto de que algunos destacados dirigentes llegaron a temer que los hechos que se sucedían podían acarrear "consecuencias imprevisibles".
Pero lo peor ha sido que las discrepancias entre dos amigos, Chaves y Griñán, han terminado por revelar un alineamiento de distintos grupos del partido entorno a uno y a otro, que a punto ha estado de reproducir aquellos tiempos pretéritos de las guerras de los istas: en este caso, los chavistas y los griñanistas. Al final, ayer sábado, la cordura se impuso como el mejor analgésico y se escenificó una paz que aún es insegura. El PSOE andaluz celebrará un congreso extraordinario, antes de 2012, en el que Manuel Chaves cederá la secretaría general a José Antonio Griñán, pero el momento no lo sabe nadie aún, ocurrirá cuando se den las circunstancias de privacidad y consenso que hicieron que la transición del pasado mes de abril, la de la Presidencia de la Junta, pareciera tan sencilla. Éste es el relato de estos días:
EL PRELUDIO
El plan inicial del PSOE era que José Antonio Griñán se mantuviera al frente de la Junta hasta el congreso posterior a las elecciones de 2012, mientras que Manuel Chaves seguiría controlando el partido desde la distancia. Chaves -y así se explicaba al principio- era un "seguro" para el partido; conoce bien sus entrañas, es respetado por la dirección y por todos los secretarios provinciales y, en caso de divergencias, goza de la suficiente autoridad para poner a las partes de acuerdo. Su liderazgo se sustenta en su capacidad de arbitraje. Todos le reconocen su sensatez y su prudencia, una virtud a veces excesiva que desespera a muchos. Él mismo ha declarado en una ocasión: "Yo sacralizo al partido".
Griñán sólo exigió dos requisitos: nombrar con plena libertad a su Gobierno y contar con el apoyo expreso del partido en su nombramiento. Y, así se hizo.
El núcleo de dirigentes y consejeros que apoyaban a José Antonio Griñán, los pulpones del actual presidente (así llamados en recuerdo del gran Pulpón, representante de artistas), ganaron la partida frente a los defensores de Mar Moreno, básicamente una parte importante de la ejecutiva federal y Gaspar Zarrías. Entre aquellos pulpones estaban el hoy consejero Luis Pizarro; el de Innovación, Martín Soler; el de Empleo, Antonio Fernández; la mayor parte de los secretarios provinciales, y el secretario de Organización, Rafael Velasco. También el propio Chaves.
Pero todo comienza a cambiar a partir del verano. Tanto algunos críticos (favorables al congreso extraordinario) como varios oficialistas (los sin prisas) han dado la siguiente interpretación a este medio sobre lo sucedido desde entonces.
Griñán sabe que su futuro electoral no sólo se lo juega con la acción de gobierno -que es de su exclusiva competencia-, sino con las decisiones que tome el partido. Por ejemplo, en la elección de los cabezas de lista en las municipales, y es que estas elecciones van a ser también un preludio de las autonómicas y el PSOE corre el riesgo de perder todas las alcaldías. Griñán quiere estar encima de esas decisiones y, en especial, de las más peliagudas, como el caso de Sevilla o de Córdoba. Es notorio que Griñán ha elogiado en público varias veces tanto a Alfredo Sánchez Monteseirín como a su posible delfín, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, que estuvieron enfrentados al secretario provincial, José Antonio Viera. No oculta el presidente, también, su preferencia por María Jesús Montero, la consejera de Salud, que empero se niega en redondo a dejar su departamento.
A ello, hay que unir que en el Partido Socialista hay gente descontenta con la actual dirección, que es la misma que dejó Chaves. Éstos pueden ver en Griñán un cambio que han deseado desde hace tiempo. Gente a las que no gusta, por ejemplo, que Luis Pizarro siga en la vicesecretaría general como hombre fuerte del partido. De todos es conocido que los socialistas del Ayuntamiento de Sevilla están enfrentados a su secretario general, José Antonio Viera. Que en la misma ciudad hay otros dirigentes condenados al ostracismo. En Málaga, el partido también está muy dividido, y los opositores no lograron entrar en la ejecutiva en el pasado congreso de Granada. En Cádiz se está conformando un grupo de destacados dirigentes en contra de la gestión del actual secretario, Francisco González Cabaña. Y a ello se suma Gaspar Zarrías, un peso pesado de la política andaluza, que hoy tiene que conformarse con una secretaría provincial en Jaén y una aburrida Secretaría de Estado. Quien dio por muerto, políticamente, a Zarrías se equivocó: la política es consustancial a su vida.
"Se hizo una media transición, pero tarde o temprano había que hacer la otra media y ésa es la del partido", explicó uno de estos críticos a este medio.
Griñán se siente con ganas de dar un paso más, y convertirse en secretario general del PSOE, aunque para ello necesita que Manuel Chaves dé el visto bueno. Desde el verano ha habido conversaciones sobre el congreso extraordinario. En ocasiones ha quedado descartado, como ocurrió en el comité director del mes de octubre, cuando Chaves, en referencia a este tema le pidió al partido que se dejarán de "dimes y diretes", Previamente, el presidente de la Junta se había declarado el "líder" del partido.
Aunque aquella bicefalitis cesó entonces, las conversaciones entre unos y otros siguieron, aunque sin los focos de la opinión pública. Algunas fuentes consultadas la semana pasada ya daban por hecho que el congreso extraordinario se celebraría en primavera.
Domingo de bombazo
El domingo, este diario publica una información de José Aguilar en la que indica que Griñán quiere cambiar su Gobierno en primavera. La noticia, avalada por la credibilidad de un periodista con varios decenios de ejercicio, apunta dos hechos más: que José Antonio Griñán tiene problemas con Manuel Chaves y que desea convocar un congreso extraordinario para que, entre otras razones, pueda decidir en las listas de las municipales y autonómicas. El reportaje, por su acierto periodístico, provoca una fuerte sacudida en el Gobierno y en el Partido Socialista. Lo acelera todo.
Ese mismo día, ya por la noche, se decide que José Antonio Griñán se reuniría el martes con los secretarios provinciales para discutir sobre la convocatoria del congreso extraordinario, ya que para algunos se concebía como la única forma de parar los dolores de bicefalia que sufrían desde el verano. "Es una cuestión de horas", apuntó un miembro del Ejecutivo andaluz en esos momentos.
LUNES DE CHAVES
A pesar de que este día se considera que el congreso extraordinario estaba a punto de caer, Manuel Chaves conversa con los secretarios provinciales y éstos también hablan con la dirección del partido. Es de suponer que José Antonio Griñán también habla con su amigo Chaves y con el resto. El caso es que el actual vicepresidente del Gobierno y los secretarios provinciales enfrían la convocatoria. ¿Por qué? Básicamente, porque Manuel Chaves considera que no es el momento, que se puede dar una sensación de crisis y, sobre todo, porque ése no es el "escenario" que a él le gustaría. Un secretario provincial explica: "Con la que estaba cayendo, pudiera parecer que Manuel Chaves se iba por la puerta de atrás, forzado, y eso ni se lo merece él ni es bueno para el partido".
martes de comunicado
José Antonio Griñán se reúne para almorzar con los ocho secretarios en un restaurante del Aljarafe sevillano. La reunión transcurre de modo tranquilo; el presidente, ya se sabe, es un animador y tiene suficientes recursos como para llevar la conversación por cauces amistosos, pero las posturas están muy claras. El más contundente es el secretario provincial de Sevilla, José Antonio Viera, que muestra su oposición al congreso extraordinario en nombre de su agrupación y del 30% de la militancia socialista que aportan los hispalenses al partido. Gaspar Zarrías, secretario de Jaén, es el único que defiende la opción de cerrar la bicefalia con un congreso, y aboga por llegar a un acuerdo sobre una fecha. Zarrías, sin embargo, no es muy taxativo. El resto se manifiesta en contra. También el presidente Griñán comprende que no es el momento de seguir adelante con su intención, pero a cambio, obtiene una suerte de comunicado de lealtad, en el que se le proclama "líder social" y "máxima autoridad política" de Andalucía. El congreso inminente se pospone sine die. El escepticismo, no obstante, se instala en el partido.
MIÉRCOLES DE ESPERA
"Ese comunicado nos sirve para unos meses, a ver cuándo llega la siguiente", explica un antiguo secretario provincial ese miércoles en los que todos logran suspirar. Manuel Chaves se dispone a hacer unas declaraciones para dar por zanjado el asunto, pero en Aranda de Duero, donde pasa la tarde por motivos de su cargo, nadie le pregunta por el asunto andaluz.
JUEVES DE DESCONCIERTO
La noche anterior se prepara un guión para dar carpetazo a la crisis de bicefalia. Manuel Chaves habla por fin desde Madrid para dejar claro que el debate del PSOE "no es congreso sí o congreso no", sino la crisis, que es lo que realmente preocupa a los ciudadanos, y se remite al comunicado del martes de los secretarios provinciales. Chaves, y esto es importante, no descarta ya el congreso extraordinario, pero lo retrasa a "un futuro", cuando convenga al presidente, al partido y a la ciudadanía.
Sin embargo, en Sevilla, Griñán evidencia que su brillante dialéctica deriva, en ocasiones, en imprudencia. Acude a un encuentro sobre medicina genética, y visiblemente molesto, en un tono agrio que rara vez suele mostrar; insiste en que "el congreso no está descartado" ; que él no comenta las palabras de Chaves, como Chaves no lo hace de las suyas, y que el cargo de presidente "siempre" ha estado ligado al de secretario general. El guión de la reconciliación salta por los aires. La calma que, supuestamente, iba a proporcionar el comunicado de los secretarios no aguanta ni unas horas.
Sin duda, éste es el día más grave. "Cada día que pasa, hay más preocupación por el futuro del partido, y eso debilita a Griñán. Es curioso, el lunes era más fácil el congreso extraordinario que ahora", comenta en esos momentos un consejero que se define "neutral". "La gente se ha dado cuenta de cuáles son los peligros", añade.
Chaves, consciente del peligro, vuelve a hablar con los periodistas en el Congreso para convencerlos de que sus palabras y las de Griñán no son contradictorias. Es un intento casi imposible, pero ese día se gana el puesto como secretario general y aplaca muchos ánimos.
VIERNES DE CONCILIACIÓN
Griñán se reúne en Algeciras con el comité provincial del PSOE de la provincia de Cádiz. Vuelve a ser el tipo brillante que encandila con su discurso, no comete ninguna imprudencia y todos salen contentos. Sólo les pide un "elogio constructivo".
Y llega el sábado. Chaves y Griñán comparecen juntos y anuncian que habrá un congreso extraordinario antes de las elecciones autonómicas de 2012. Hoy domingo, estos dos amigos no irán al cine, y no porque se hayan devuelto las fotos, sino porque van a un mitin de Zapatero en Madrid. La crisis se apaga, pero la desconfianza costará más borrarla.
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