"Lo más difícil para el sistema sanitario vendrá tras el pico"
Javier Padilla | Médico de familia
Para este experto en salud pública, las comunidades autónomas se van a beneficiar de las medidas tomadas a raíz del "desastre de Madrid"
Habituado ya a responder a cuestiones sobre salud pública en los medios de comunicación, Javier Padilla (Madrid, 1983) atiende a este periódico a cuento del coronavirus, sacando tiempo de sus agotadoras jornadas laborales en un centro de salud de la Comunidad de Madrid también a causa del coronavirus. Su experiencia es por tanto teórica y práctica. Autor del libro ¿A quién vamos a dejar morir? (Capitán Swing), que habría presentado esta semana si no hubiera sido por la circunstancia en Sevilla, donde pasó su periodo de residente en un centro de Salud de Castilleja de la Cuesta (Sevilla).
–¿Cómo ve la situación?
–Nos vamos acercando a ver una mejoría en relación a las medidas de contención adoptadas. Queda la incertidumbre de saber cómo se van a comportar las regiones que no son Madrid, donde la evolución del brote está siendo similar a Italia y China.
–¿Y Andalucía?
–Está en un nivel de máxima incertidumbre. Hay una transmisión comunitaria poco controlada. Teniendo en cuenta el tiempo que hay entre la incubación y los resultados de las pruebas, los datos de la transmisión que tenemos ahora pueden considerarse de la semana pasada. Puede que se vean los efectos de la medidas de contención, pero habrá que ver con qué número de contagios se verá eso. Lo positivo es que, en cierto modo, Andalucía se beneficiará, como el resto de comunidades autónomas, del desastre de Madrid.
–¿Qué le está sorprendiendo por ahora?
–Todo. El impacto y la magnitud están siendo mayor de lo esperado. Por pensar en algo negativo, menciono la necesidad de establecer prohibiciones y obligaciones en el ámbito de la salud pública debido a la gente que salió de Madrid al resto de España, algo que ha costado casos y hospitalizaciones.
–¿Algo positivo?
–Pues dos cosas: la revalorización de la sanidad pública y, en segundo lugar, los gestos de solidaridad. Hay iniciativas en los vecindarios para cuidar de los más vulnerables y profesionales de la salud a la hora de resolver dudas por diferentes vías.
–¿Qué no nos debe sorprender de aquí en adelante?
–En el momento en que nos empecemos a recuperar, la percepción del riesgo será más baja. Lo que no nos debe sorprender, pues tenemos que estar preparados, es que cuando el brote empiece a remitir habrá un mayor número de muertes. Será también el momento de mayor saturación del sistema sanitario. Lo más difícil para el sistema sanitario no será durante el pico sino después.
–¿Nos debería sorprender que haya diez veces más infectados de los que aparecen en las estadísticas de contagios?
–En base a los estudios que hay, no debería sorprendernos. Ahora mismo se están haciendo pocas pruebas. Las estadísticas actuales sólo sirven para ver la evolución, no para ver el alcance real de la pandemia. En unos días habrá una foto más real. Con los nuevos tests, mejorará la capacidad de analizar las cifras reales.
–¿Cuándo cree que comenzará a aplanarse la curva de contagios, cuya subida por ahora es exponencial?
–Si nos fijamos en China, eso debería ocurrir unos diez días después del comienzo del confinamiento. Sin embargo, los datos de Italia no están siendo esperanzadores. En España, por ahora, estamos espaciando los días que tardamos en doblar el número de casos. Es un dato positivo, pero en su contexto, pues tiene que confirmarse. Sería una buena noticia que empezara a haber signos positivos a mediados de las semana que viene.
–¿Acabaremos contagiándonos siete de cada diez ciudadanos, tal como advirtió hace unos días Merkel?
–El titular fue espectacular, pero no se explicó. Es muy probable que eso ocurra, pero que siete de cada diez se contagien no quiere decir que siete de cada diez enfermen. Entrar en contacto con el virus no tiene por qué ser negativo, pues generamos la inmunidad. Hay que tener en cuenta que hay un porcentaje pequeño que enfermará y otro más pequeño en que la enfermedad acarree complicaciones.
–¿Habrá otro pico en invierno?
–No se sabe. Uno de los principales miedos es cómo puede comportarse el coronavirus durante el próximo periodo epidemiológico, pues aún no habrá dado tiempo a que haya una vacuna.
–Se está hablando de muchas vacunas en marcha.
–Es muy difícil que haya una disponible en menos de 15 meses.
–Como conocedor de la sanidad andaluza, ¿son atinadas las previsiones del presidente de la Junta de que la sanidad está preparada para un pico de 8.000 contagios antes de llegar al colapso?
–Para eso debería tener el número de camas de UCI que puedan habilitarse, aparte de las ya existentes. Creo que ningún sistema sanitario autonómico está preparado para un pico de casos así. La única posibilidad es que consigamos aplanar la curva, que se logra con las medidas de distanciamiento social.
–¿Habrá de verdad ese pico de 8.000 o 9.000 casos positivos?
–Podría haberlo. Podremos verlo según cómo sea la evolución del brote en los próximos cinco días.
–En las medidas tomadas por los gobiernos está recibiendo elogios Corea del Sur. ¿Se podría haber hecho lo mismo en España?
–Tengo dudas. Si uno mira las curvas de los diferentes países, se observa un patrón común en Asia, donde hay cuestiones culturales que no deben despreciarse. El distanciamiento social es característico en esas culturas. También está el tipo de respuesta. España no tenía la capacidad de hacer pruebas como Corea, pues no tenemos esa industria. Ese tipo de estructuras industriales hay que generarlas en las épocas en las que no existe la necesidad extrema.
–¿Por qué se han tardado tanto los estados europeos en tomar medidas severas pese a las advertencias que procedían de China?
–Por un lado se creyó que el ser impacto no iba a ser tanto, por infravaloración del riesgo. También por minimizar los efectos que la aplicación de medidas estrictas tendría sobre la economía. Luego hay un tercer aspecto, que la tardanza se haya debido a la confianza que se tiene en el sistema sanitario. De los datos de China se apreciaba que la menor mortalidad se asociaba a la capacidad del sistema de salud. El problema es que quizá nuestros sistemas de salud no sean tan fuertes como pensamos.
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