"El destino de mis hijos era ser poco tiempo niños en la tierra"
Ruth Ortiz dice que sus pequeños son "ángeles en el cielo" y les agradece "todos los momentos de felicidad" que le dieron. El obispo pide a Ruth y a José que intercedan para que las madres no aborten.
"El destino de mis hijos era ser poco tiempo niños en la tierra y ángeles eternamente en el cielo". Con estas palabras la madre de los pequeños Ruth y José, Ruth Ortiz, se dirigió a las más de 2.000 personas que acudieron ayer a la Mezquita-Catedral de Córdoba para presenciar la misa de Gloria en memoria de los dos pequeños, con motivo de la celebración del Día de los Ángeles Custodios. Con emoción en sus palabras y con el dolor marcado en su rostro, Ruth agradeció todas las muestras de apoyo recibidas en los últimos once meses y, sobre todo, "los momentos de felicidad" que le brindaron sus hijos mientras estuvieron a su lado.
La madre de los pequeños, que no se separó durante toda la eucaristía de sus familiares más cercanos, mostró su resignación ante la pronta pérdida de Ruth y de José e insistió en que los seres humanos "llegan a este mundo con un tiempo marcado que no se puede disminuir ni ampliar". Sin embargo, aseguró que en su recuerdo quedarán siempre grabados los momentos de sonrisas, el cariño y la ternura de sus hijos, al tiempo que aseguró que espera sigan dando "desde el cielo alegría, esperanza y paz al mundo".
Ruth Ortiz contó en todo momento con el apoyo de su hermano, Estanislao, y de su madre, Obdulia, así como de su mejor amiga, Esther Chaves, quien subió al atril durante la monición de entrada para recordar que la misa, oficiada por el obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, no era un funeral sino una Eucaristía de Gloria. "Nuestros pequeños son ahora ángeles custodios, que velan por cada uno de nosotros", dijo. Además, la portavoz de la familia recordó que ayer Ruth hubiese cumplido siete años. "Nuestra pequeña seguro que está hoy celebrando su día junto a su hermano y su abuelo Sebastián y los demás ángeles del cielo", aseguró con emoción. El portavoz de la plataforma Justicia para Ruth y José, Antonio Santiago, también participó en la misa leyendo una de las lecturas.
Entre el público asistente se encontraban varias autoridades como el subdelegado del Gobierno, Juan José Primo Jurado; el comisario jefe de Córdoba, Francisco Perea; la concejal de Seguridad, Carmen Sousa; o la concejal de Movilidad, Ana Tamayo. A todos ellos se dirigió el obispo antes de comenzar su homilía en el día de los Ángeles Custodios.
"Sabemos que estos niños, Ruth y José, no han desaparecido para siempre. No. Están vivos. Su alma no ha sido pulverizada por las llamas, porque su alma es inmortal", dijo el obispo en el altar rodeado por decenas de alumnos del colegio de La Trinidad. Fernández calificó como un "horror" el final de los dos hermanos e insistió en que al padre de los menores, José Bretón, "no hay que tenerle odio o venganza, sino compasión", puesto que, según sus palabras, "ha perdido lo más elemental de su propia dignidad y lo encomendamos a la misericordia divina".
El obispo hizo referencia a los avances en la investigación producidos durante las últimas semanas, que, según sus palabras, "confirman que los niños fueron asesinados e incinerados" hace ya casi un año. "Cómo habrás sufrido estos angelitos, cómo es posible que en el corazón de una persona humana haya tanta capacidad para hacer el mal", dijo el obispo dirigiéndose a Bretón, quien se encuentra en prisión imputado por el asesinato de sus dos hijos.
El obispo insistió, aludiendo en todo momento a la familia materna, que el alma "anima y hace vivo al cuerpo", pero que cuando éste es "destrozado" por cualquier motivo, "el alma sobrevive porque es inmortal, al provenir directamente de Dios". Incluso, aseguró que en estos momentos, en los que los científicos se afanan en estudiar minuciosamente los restos corporales encontrados en la hoguera de Las Quemadillas, y "conocida su muerte, sabemos que el alma sobrevive para gozar de Dios eternamente". Además, destacó la importancia que juega la fe para "enjugar las lágrimas de una familia destrozada", al tiempo que alabó el "sentido solidario" mostrado por la ciudadanía con los Ortiz desde que se produjo la desaparición de los hermanos en Córdoba el pasado 8 de octubre. "Mamá Ruth, habrás podido experimentar que tu sufrimiento ha sido el sufrimiento de Córdoba y de Huelva y de toda España, ha sido un sufrimiento que ha transcendido nuestras fronteras y ha suscitado compasión en el mundo entero", a lo que añadió que "la solidaridad de la sociedad ha superado con creces la crueldad de los hechos".
Fernández también quiso mandar un mensaje directo a los dos pequeños para que, "desde el cielo, intercedan ante Dios para que ningún niño del mundo sufra como ellos". En concreto, centró su misiva en el aborto y cómo Ruth y José pueden interceder para que las madres no tomen esta decisión. "¿No podrán alcanzarnos estos niños que se reduzca el número de abortos que diariamente se producen en nuestro entorno?", dijo el obispo, mientras explicó que no existe "ningún crimen tan horrible como el del aborto". En este sentido, el prelado exigió que "el seno de una madre, el lugar más seguro y más cálido para el ser humano, no sea nunca más un lugar de amenaza para el ser humano naciente, ya desde su concepción, incluso antes de su anidación en el útero materno".
El obispo concluyó su homilía pidiendo que "nunca más" un niño sufra por culpa de los mayores y que, ante todo, "los ángeles protejan" a todos los menores del mundo.
Las muestras de cariño de los asistentes no pararon de cesar durante la celebración de toda la misa. El momento más emotivo se vivió durante la salida de Ruth del templo cuando la esperaban centenares de personas para mostrarle su solidaridad ante el dolor con aplausos y mensajes de apoyo. "Ruth debes ser muy fuerte por tus hijos", le gritaban. Una de las que se acercó hasta la Mezquita-Catedral para estar junto a la familia Ortiz fue María del Carmen Bermúdez, acompañada de su hija. "Yo soy madre y no me quiero imaginar por lo que está pasando Ruth. Nadie se merece que le hagan eso y menos que el que te arrebate a tus hijos sea su padre", dijo emocionada. Junto a ella se encontraban Rosa Tienda y Pedro Merino, quienes esperaban la salida de la madre de los pequeños junto a los demás familiares por una de las puertas laterales de la Mezquita-Catedral. "Nosotros tenemos dos nietos con unas edades muy similares de las que tenían los pequeños Ruth y José y son nuestra alegría. Ahora lo único que debemos conseguir es que se haga justicia", insistieron.
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