Se derrite el hielo fósil de Sierra Nevada
El estudio de los restos de glaciar del Corral del Veleta determina su tendencia a la degradación. El cambio climático global es probablemente una de las causas.
El Corral del Veleta fue el último depósito de nieve petrificada. Sin entrada alguna, pero accesible su vista desde la lejanía, la sensación de inmensidad al contemplar su aspecto invade todos los sentidos. Un singular reducto en forma de anfiteatro recoso que esconde una gran masa helada bajo el suelo, aunque quizás no por mucho tiempo. Desde que en 1995 se descubriera la existencia de hielo fósil en este enclave, situado a los pies de la pared norte del Veleta, se ha observado un inminente proceso de fusión en este vestigio de la Pequeña Edad del Hielo, posiblemente motivado por los cambios que se están produciendo en la circulación general de la atmósfera.
"El estudio de este hielo fósil indica que hay una tendencia a aumento de temperaturas, aunque ha de afirmarse con prudencia: doce años no son definitorios para asegurarlo con certeza. Sin embargo, la realidad es que el basamento de la masa se está fundiendo". Antonio Gómez, catedrático de la Universidad de Barcelona, coordina desde los 80 un equipo de investigación vinculado al estudio de la glaciología y morfología de Sierra Nevada en el que participan las universidades de Granada, la Complutense de Madrid, la de Extremadura y ocasionalmente investigadores de la Universidad de Almería. El análisis conjunto de todas ellas confirmó la existencia de hielo fósil en Sierra Nevada.
Su observación anual desde entonces indica que el proceso de deshielo en este tiempo ha sido muy considerable. La pérdida de agua sólo en el Corral del Veleta o Circo Glacial del Guarnón es aproximadamente de unos 10.000 metros cúbicos, aunque esta cifra se multiplica, teniendo en cuenta que la existencia de este último reservorio de hielo subterráneo se extiende hasta el Cerro de los Machos.
"El año en que descubrimos la existencia de la masa helada aprovechamos para poner una serie de testigos que registrasen los cambios. Su extracción anual nos permite conocer la evolución del espesor de material que está sentado sobre la masa helada. Ésta nos viene mostrando una correlación con el incremento de temperatura que está afectando a nuestro continente", explican al unísono Antonio Gómez y Javier Sánchez, el director del Parque Natural y Parque Nacional de Sierra Nevada, a la delegada de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía en Granada, Sandra García. A más de 3.000 metros de altitud, García conoció el pasado viernes la evolución de los estudios que coordina la Universidad de Barcelona relacionados con el glaciarismo en Sierra Nevada, el único lugar de España en el que hay restos fósiles de las épocas frías de la Tierra.
El examen llevado a cabo en los últimos tres años indica que la considerable cantidad de nieve que acumuló la sierra ha frenado la fusión del bloque de hielo. Sin embargo, los expertos predicen que acabará derritiéndose por completo. "Es este lugar la joya de la sierra. La coincidencia de todos los hechos ocurridos de carácter natural e histórico no confluye en ningún otro lugar. No existe nada similar en la Península Ibérica y si nos vamos al conjunto del Mediterráneo probablemente tampoco", determina el catedrático de la Universidad de Barcelona.
La particular localización y morfotopografía de este lugar han propiciado que continúen evolucionando determinadas formas glaciales en profundidad, éstas son las estelas del último glaciar que se concentró en el Corral del Veleta en un periodo de enfriamiento de la tierra muy reciente: entre los siglos XIV y XIX.
La silueta de Sierra Nevada es conocida por todos, pero las imperiosas formas de este circo glacial quedan escondidas para los caminantes que emprenden camino hacia el Veleta por la ruta roja. Desde su mirador natural, desconocido para muchos, puede avistarse una pequeña lagunilla al resguardo del sol estival. Es la más alta de Sierra Nevada, con 3.086 metros sobre el nivel del mar. Los extensos canchales son fundamentales para el mantenimiento del nivel del agua del cuenco en el que está depositada, probablemente parte de ella se genere por la fusión del hielo fósil subterráneo que emerge hacia el exterior. "Su morfología y cubierta vegetal tienen una riqueza tremenda, de ahí lo importante que es ahondar el valor patrimonial de este paisaje. Es extraordinario tanto desde el punto de vista científico como cultural, además es de los espacios glaciales más fidedignos y mejor descritos que hay", reitera Antonio Gómez.
Las investigaciones que dirige este científico, de origen alpujarreño, se iniciaron cuando el Corral del Veleta y la mayor parte del conjunto de Sierra Nevada se despojaron de la nieve en el verano de 1995. Supuso una primavera gloriosa en las altas cumbres pues hasta entonces no había constancia de la existencia de hielo fósil bajo el suelo de Granada. Dada la latitud tan meridional de la sierra era de esperar que las últimas masas de hielo desaparecieran por completo en los periodos interglaciares, ya que en aquella época se alcanzaron temperaturas similares a las actuales.
Sin embargo, varias masas de hielo glaciar quedaban destapadas en la superficie de la tierra hace 18 años, la baja temperatura que alcanzaba aquel bloque hizo pensar a los científicos que se trataba de un glaciar. No se equivocaron. El desprendimiento de rocas desde la pared cubrió el hielo, de manera que hoy no es visible en la superficie. "En el año 2001, dentro de un proyecto europeo se hizo un rastreo geofísico de la laguna hasta el Cerro de los Machos y nos informaron de que todas estas paredes rocosas estaban asentadas sobre masa cristalina helada cristalizada", explica el catedrático de la Universidad de Granada.
Son testigos del proceso de cambio de este entorno los viajeros y exploradores que dibujaban o describían el lugar desde el siglo XIV. Un clérigo mandado por el Marqués de la Ensenada dejó el primer testimonio del ascenso a la cumbre del Veleta en 1794 y una descripción del Corral. El croquis que hizo Obermaier en 1917 es también muy significativo: un dibujo en color en el que se muestran las masas de hielo helado continuas. Todo estaba cubierto de hielo y nieve hace poco menos de un siglo.
En el silencio, el sonido del agua converge con los borreguiles, de un verdor que intensifica la pureza de los últimos restos de nieve que resisten al calor de sol. Las cabras montesas campean a sus anchas entre el inmenso recodo. Es el espectáculo de la naturaleza cuyas cascadas aún escarchadas en el mes de agosto descubren en tiempo real el nacimiento del agua, gota a gota entre las masas rocosas. Allí nace el Río Guarnón, resultado de la acumulación de diversos surcos de agua que descienden desde morrenas. Junto al Valdecasillas y el Valdeinfierno -el Río Real- concibe el nacimiento del Genil, a casi 2.000 metros de desnivel. El Mediterráneo y el Atlántico bordean este nacimiento de lado a lado, mientras que unos metros más arriba la huella que dejaron las fases climáticas frías del Cuaternario se resquebraja de forma ineludible.
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