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La crisis "inminente" en el Gobierno monopoliza los pasillos

J. M. M. P. / Sevilla

13 de marzo 2010 - 01:00

Casi no se hablaba de otra cosa. Resuelto ya desde por la mañana quiénes formarán el nuevo tándem del PSOE -Griñán y Rafael Velasco-, en los pasillos ya sólo se hablaba de los cambios en el Gobierno de la Junta, que muchos de los interesados, consejeros incluidos, lo dan por "inminente". Los tiempos se van comiendo los tiempos, y mientras alguien se preguntaba a quién lograría colocar la provincia de Cádiz en la nueva dirección, lo que de verdad importaba eran los cambios que, se supone, José Antonio Griñán puede llevar a cabo en las próximas semanas en su gabinete. La elección de la consejera de Cultura, Rosa Torres, como nueva presidenta del PSOE andaluz ha terminado por desencadenar la tremenda rumorología que siempre acompaña a las tormentas de verdad. La salida de la malagueña Rosa Torres de la Consejería de Cultura, que se da por segura, le ofrece a Griñán no sólo la posibilidad de un relevo, sino de la fusión con otro departamento. Ya antes de conocerse lo de Rosa Torres, se daba por hecho su salida del Gobierno y la fusión de Cultura con otra consejería, posiblemente con Turismo, de donde saldrían, no obstante, las competencias de comercio. O con Educación.

José Antonio Griñán ya ha declarado que reducirá el número de consejerías, lo que no ha detallado nunca es el cuándo y ni el cómo. Sin embargo, tanto la salida de Torres como la posible elección de Juan Espadas, consejero de Vivienda, para presentarse a las elecciones municipales de Sevilla hacen pensar a los consultados que la crisis y la reducción de departamentos podrían llevarse a cabo en las próximas semanas. Si, finalmente, Espadas opta por competir por la Alcaldía de Sevilla, Griñán tendría la oportunidad para volver a unir Vivienda con Obras Públicas, cuya titular es Rosa Aguilar. Esta antigua militante del PCE y ex alcaldesa de Córdoba es una de las estrellas emergentes del Gobierno. Por su condición de ex regidora es la más conocida del gabinete, también una de las más valoradas, y ahí quien la ve como una futura consejera portavoz del nuevo Gobierno.

Sobre las otras fusiones hay divergencias, aunque antes de seguir hay que dejar bien claro que Griñán no ha hablado con nadie sobre ello y que, a diferencia de lo que ocurre en el partido, sobre el Gobierno sólo decide él. De ahí lo arriesgado de este tipo de quinielas. Hay quienes opinan que el presidente quiere crear una gran consejería que asuma las competencias de Innovación, Empleo y parte de Economía, mientras que Hacienda se quedaría en manos de la actual titular, Carmen Martínez Aguayo. En ese caso, las competencias de universidades volverían a la Consejería de Educación, algo a lo que Griñán se opuso hace un año cuando conformó su primer gabinete. Las fórmulas son infinitas: otros ven la Consejería de Bienestar Social desgajada entre las de Empleo, Salud y Presidencia. Y siempre que se habla de fusiones surge la de Medio Ambiente y Agricultura, un departamento que algunos consideran que sería un "monstruo" por su tamaño y sus competencias. O la de Gobernación y Justicia.

Pero con independencia de todo ello -habría que insistir en que sólo Griñán sabe las claves y cómo utilizarlas-, lo cierto es que la sensación de interinidad se ha instalado de forma radical ya en el seno del Gobierno. Al fin y al cabo, una vez renovado el partido, al presidente sólo le restaría cambiar el grupo parlamentario y reformar el Gobierno para materializar el liderazgo andaluz que él ha venido reclamando desde que Manuel Chaves se marchó.

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