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"No vamos a convocar una huelga general sólo por el número de parados"

Los sindicatos presumen de responsabilidad en los malos tiempos y critican la fiebre electoralista de los políticos, la volatilidad de determinados actores del sector privado andaluz y la presión de los medios para que salgan a la calle

Fede Durán / Sevilla

22 de febrero 2009 - 05:04

Francisco Carbonero (CCOO) y Manuel Pastrana (UGT) son viejos rockeros del sindicalismo. Se conocen bien, pero nunca antes se veían tanto como ahora, aunque lo hagan en un escenario indeseado, con la crisis a todo trapo y las empresas -como siempre- al otro lado del charco, forzadas a menudo al dramatismo del despido, la no renovación o directamente el ERE. Tras una hora larga de conversación con ambos, tres conclusiones destacan sobre el resto. Los sindicatos saben que tienen la mecha a un palmo y que pueden prenderla. De momento, "por puro sentido de la responsabilidad", esperan. Tampoco les convence quien maneja hoy el timón político. "Hay una enorme falta de liderazgo", lamentan. Y añaden una reflexión más técnica: los concursos de acreedores -antiguas suspensiones de pagos- conducen a las compañías a la quiebra tal y como las plantea la ley.

-Les pido un ejercicio de síntesis sobre lo que les inspira esta crisis.

F. CARBONERO. La impresión es mala no sólo por el momento sino porque no se ve el futuro con nitidez. Los análisis no nos sacarán de dudas, aunque tenemos claro que las crisis son cíclicas. Ésta nos da fuerte, pero se saldrá. Hacen falta medidas paliativas y preparar la economía andaluza para adoptar una estructura estable que impida batacazos de esta dimensión.

M.PASTRANA. Centrándome en Andalucía, diré que ha habido un gran error en su desarrollo económico desde el momento en que se han generado beneficios que han desaparecido automáticamente con la crisis. La evolución de nuestro tejido empresarial, promovida fundamentalmente por los representantes de la patronal, es muy discutible.

F.C. Nuestro modelo productivo es poco competitivo y la aportación de nuestra industria al valor añadido es mucho menor que el promedio español. Eso produce un paro por encima de lo normal. Hay que actuar en dos direcciones: la protección social y las políticas encaminadas a cambiar el modelo de crecimiento, lo que no significa que en Andalucía no haya sector servicios o construcción.

-No es la primera vez que suena esa música sin que las cosas cambien. Ya se intentaba transformar Andalucía en el franquismo con los polos industriales.

F.C. Hay que perfilar en qué sectores ponemos los recursos públicos para que el capital privado invierta. Dos claves: infraestructuras e I+D. Fiscalmente, hay que discriminar positivamente a aquellas empresas que generen valor añadido. Sin embargo, se ha hecho la misma rebaja fiscal al que especulaba que al que proyectaba una inversión a medio o largo plazo. Tenemos además una asignatura pendiente, la agroindustria, donde hay que buscar redes de comercialización, marcas potentes y prestigio en los mercados. El dinero que ha venido de Europa se ha aprovechado malamente. Los gobiernos han estado pendientes del lamento permanente del agricultor andaluz y se han olvidado de generar una industria ampliamente extendida por el territorio.

M.P. Es necesario un replanteamiento del rol de los Estados como agentes económicos y del papel que ha jugado el empresariado andaluz. Si se genera una supuesta nueva clase empresarial, que es lo que se nos ha dicho todo este tiempo, y esa clase desaparece con la crisis, tenemos que replantear también su papel. Debemos redefinir cinco o seis sectores con una buena base y cuyo déficit está en el tamaño y en las estructuras de comercialización. Una intervención de la Administración fomentando uniones y el propio esfuerzo del sector privado nos van a crear un mapa económico distinto. Un buen ejemplo es lo que acaba de pasar en el sector aeronáutico. La Junta interviene, crea sinergias y permite en ese caso competir por captar contrataciones en el exterior. Tenemos el sector agroalimentario: pocas zonas del mundo disponen de tanto potencial. Sólo falta capacidad, porque hay estructura industrial y comercial pero muy dispersa. Hojiblanca es una buena referencia del camino a seguir. Está el mueble, con un potencial brutal pero polos diseminados -30 fábricas en Lucena y veintipico en otro pueblo a muchos kilómetros no resuelven el problema-. Hay que ver qué empresarios están dispuestos a trabajar en estas coordenadas y cuáles son carroñeros que van a ver lo que pillan. La meta es que aquí pase algún día como en Alemania, que ha generado empresas matices potentes que han colonizado otras economías. Nosotros somos colonias. Ellos, cuando hay crisis, retraen sus tentáculos pero mantienen la base.

-¿Les convence el papel que desempeñan Moncloa y la Junta?

F.C. Algunas cosas deben cambiar. Avanzamos en energías renovables pero los aerogeneradores se fabrican fuera. La solar tampoco tiene un gran peso. Mire Isofotón. Por la mala gestión de la empresa se van al garete millones de dinero público. Luego están los cuidados paliativos: los 8.000 millones del Gobierno para el plan municipal, la compra de activos buenos a los bancos. Son medidas respetables, pero no harán salir de la crisis. El Ejecutivo debe ser mucho más rápido para que las inversiones ya licitadas se visualicen. La ralentización actual es insostenible. Estaría bien preguntarle al Gobierno y la Junta cómo van a financiar el déficit que asumirá el INEM. ¿De dónde salen esos recursos? Luego hay que aprovechar el paro para mejorar la cualificación profesional. En Andalucía no vale sólo hacer cursos; hay que diseñar un sistema formativo para toda la vida.

M.P. Actúan dentro de sus posibilidades, que son limitadas. Nos desprendimos de la banca pública y ahora se critica que el Gobierno dé dinero a los bancos. Si tuviésemos empresas públicas en sectores estratégicos sería mucho más fácil reenfocar el modelo productivo. El Gobierno actúa sobre las heridas de la crisis, no sobre sus cimientos. Después de desmantelar la capacidad de intervención del Estado en la economía, se pretende que ahora resuelva un problema que han creado otros. Sólo esperamos que no se desproteja a los trabajadores, que no haya familias sin ingresos de ningún tipo. Pero seguirá habiendo paro porque el vendaval es enorme. Coincido además con Paco en que entre la aprobación de una medida y su ejecución pasan siete u ocho meses, a los que se suman otros 3 ó 4 para generar empleo. Si la Junta gasta más en obra pública, exigimos rapidez y transparencia, saber qué empleo se está creando.

-Hablando de transparencia, ¿qué les parece la actitud del Gobierno hacia los bancos?

F.C. Hay un doble discurso. El Gobierno exige a los bancos que pongan recursos y, con la boca pequeña, el Banco de España advierte que ojito con dar créditos que no estén bien sustentados en su futuro cobro. La banca tiene una deuda moral y social no sólo por los beneficios obtenidos en los últimos tiempos sino porque en este país se puso mucho dinero en momentos difíciles para que saliera del agujero. Los bancos no están cumpliendo y el Gobierno tiene que actuar con más contundencia. También hay otra pieza clave, que es el compromiso que deben tener todos los partidos para buscar las medidas que den esperanza y soluciones a la sociedad. Se ha instalado la cultura de la campaña electoral permanente y eso provoca dejadez ciudadana hacia la política.

M.P. La confusión es enorme con esto del dinero que el Gobierno ha dado a los bancos. El Gobierno no ha dado dinero; ha comprado activos para que tengan márgenes de liquidez. Demagógicamente se habla del Gobierno de los banqueros, lo cual resulta si no ridículo sí patético. A la gente no se le explica que la situación del crédito que hemos vivido hasta hace poco no va a volver. Caen en una ecuación muy simple: El Ejecutivo le da dinero a los bancos para que ellos me lo den a mí como antes. Eso se ha acabado. Vivíamos por encima de nuestras posibilidades. Nadie ve por cierto a los políticos como personas capaces de resolver el problema. ¿Es que los 740.000 parados andaluces tienen alguna esperanza en ellos?

-¿Qué pasa si la comunidad alcanza el millón de parados?

F.C. Esperemos no llegar. CCOO y UGT hemos diseñado una campaña que se alargará hasta el 1 de mayo...

M.P. ... Y que llegará hasta el último rincón de Andalucía. No nos vamos a conformar con una manifestación de un día.

F.C. Nuestra idea es gobernar bien los tiempos sindicales, rearmar a los 40.000 delegados que tenemos entre UGT y CCOO en las empresas porque ése es el primer sitio de defensa del empleo. No vamos a convocar una huelga general sólo por la cifra de paro. Convocaremos medidas mucho más contundentes cuando se pierdan derechos. Aquí se ha hecho la vista gorda con el mercado laboral, no hay inspección de trabajo, la Justicia tiene pocos medios para cumplir lo que le corresponde y todo eso incrementa una ya de por sí altísima economía sumergida. Lo que no haremos es jugar un papel al servicio de nadie por mucha prensa que nos incite a la huelga. Quieren debilitarnos, pero somos la única fuerza capaz de decir las cosas con independencia y no dejaremos de ser incómodos. Quien piense que dejaremos de decir lo que pensamos, se equivoca.

M.P. Los mismos que nos fustigaban son hoy los abanderados de la huelga como supuesta solución ante la crisis cuando todo el mundo sabe que en esta situación una huelga lo único que consigue es costarle el dinero a los que la secundan. Los sindicatos negociamos empresa a empresa y expediente a expediente para rebajar al máximo el número de parados. ¿Qué pasa si llegamos al millón? Depende. Si las decisiones gubernamentales pasan por recortar la protección social, habrá movilizaciones. Es curioso que incluso determinados empresarios nos pregunten cuándo vamos a convocar la huelga. Lo nunca visto. Lo normal es que el empresario pegue un salto ante la mera idea de sufrirla. Ahora hay una especie de ola que la demanda cuando paradójicamente no la quieren los trabajadores, que sí son conscientes del efecto negativo de una movilización general tiene para el empleo. Por eso negociamos con las empresas en todas las situaciones. En la medida en que el desempleo crezca, tensionaremos la cuerda. ¿Cuándo habrá huelga? Cuando el Gobierno acepte abaratar el despido, por ejemplo.

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