Más de tres mil buzones y un puñado de cabinas resisten a las nuevas formas de comunicación en Andalucía
Telefónica retiró sus instalaciones hace años y las pocas que sobreviven pertenecen a los ayuntamientos
Correos presta un servicio esencial a pesar de reconocer la bajada de envíos
Sevilla inicia la retirada de las últimas 117 cabinas de teléfono
Las nuevas formas de comunicación transforman también el paisaje urbano. Buzones y cabinas telefónicas, especialmente éstas últimas, dejan su sitio en favor de las nuevas formas de comunicación. Los dispositivos móviles y las nuevas formas de envíos de correo electrónico, hacen que tanto unos como otras, se rindan ante ellas. Pese a todo ello, más de tres mil buzones y apenas un puñado de cabinas, todavía resisten en las calles andaluzas. Los primeros mantienen su presencia como servicio público; las segundas han sucumbido a los teléfonos inteligentes y sólo quedan unas cuantas que ya son propiedad de los ayuntamientos que las mantienen más como reclamo o como un espejo de nostalgia de unos tiempos que, definitivamente, no volverán.
Hace menos de dos años, con la pandemia en trances de ser superada, la Comisión Nacional de Mercados y Competencia, hacía público en el que confirmaba que “el 80% de la población reconoce que no haber usado nunca una cabina telefónica, ni siquiera sabía cómo hacerlo”. El año 2006 marcó un punto de inflexión en su supervivencia. En ese momento, en España existían más teléfonos móviles que líneas fijas. Su suerte comenzaba a estar echada.
Tuvieron que pasar otros quince para que el Gobierno modificara la Ley general de Telecomunicaciones, para que Telefónica dejara de estar obligada a su mantenimiento; año tras año, el concurso que se publicaba en el Boletín Oficial del Estado para llevarlo a cabo, quedaba desierto. La legislación obligaba, por ejemplo, a que las poblaciones de más de mil habitantes, debían de contar con una cabina por lo menos, además de otra por cada tres mil residentes censados más.
La necesidad de servicio público esencial dejaba de tener sentido. Las tarifas planas por las que se pueden realizar cuantas llamadas se precisen sin coste alguno (los beneficios están en otro lado), las convirtieron en innecesarias. De hecho, cuando comenzaron a ser desmanteladas, apenas recibían 0,17 llamadas al día, es decir, apenas una llamada a la semana.
La compañía intentó su reutilización como puntos de líneas wifi, o como lugares de recogida para las nuevas empresas de mensajería. Ninguno de estos intentos prosperó. Desde Telefónica reconocieron a este periódico que “por diversos problemas operativos, ninguna de esas iniciativas pudo llevarse a cabo”. Tampoco tienen datos precisos de cuántas sobreviven después de que la inmensa mayoría de ellas fueran retiradas de la vía pública. Oficialmente, son propiedad de los respectivos ayuntamientos que las conservan más como elemento nostálgico de otros tiempos distintos que como un elemento esencial para la comunicación de sus vecinos.
Hace tiempo que dejaron de serlo. En cualquier caso, tampoco desean un aluvión de peticiones desde los distintos municipios para que se trasladen desde los lugares donde esperan sus últimos días, a las calles del último rincón de los pueblos de Andalucía. Se retiraron, se almacenaron y ahí está previsto que esperen su posible reciclaje. Apenas quedará una en las calles de Madrid, para recordar la película de Antonio Mercero protagonizada por José Luis López Vázquez que acompañó a varias generaciones.
Aún se mandan cartas
La situación es notablemente distinta en el caso de Correos. Según confirmaron a este periódico fuentes de la empresa, “el número de buzones se ha mantenido estable en los últimos años y se sigue usando para el depósito de envíos ordinarios, es decir, aquellos que no son envíos registrados”
En la actualidad, hay en Andalucía, 3.171 buzones, repartidos entre los 676 de Málaga, los 645 de Sevilla, 525 en Granada, 358 de Jaén, 356 en Almería, 234 en Córdoba, 209 en Huelva y 168 en Cádiz que es la provincia con menor número de todas. Este número de buzones por provincias “es igual al de otras provincias españolas de tamaño similar. Para decidir la ubicación de los buzones se tienen en cuenta factores como el volumen de envíos que se depositan en la zona, la proximidad geográfica entre los buzones o la distancia respecto a la oficina de Correos del entorno, donde también se pueden depositar los envíos en el horario de atención al público”.
La red de buzones no comparte la condena de las cabinas, cuando éstas dejaron de considerarse como servicio público esencial y “garantiza la admisión de envíos postales al conjunto de la población, su extensión está regulada legalmente y en ellos se depositan los envíos previamente franqueados. Todos los ciudadanos tienen derecho a poder enviar comunicaciones postales y los buzones son el punto de acceso a esa red de comunicación global que es el servicio postal”.
Desde Correos señalan, por último que “cada día continúan depositándose miles de cartas en esta red lo que mantiene la vigencia de la comunicación por carta, aunque su utilización ha ido decreciendo en los últimos años por la proliferación de otros sistemas de comunicación, consecuencia de internet. En momentos especiales, como Navidad, pueden darse recogidas extraordinarias. La recogida de cada buzón se registra mediante la grabación del código de barras que lleva cada saca o buzón lo que permite tener un seguimiento de las horas de recogida y de la llegada de los envíos a los centros de clasificación”.
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