La bulla de la expectación en el Salón Real
Lleno absoluto en el Alfonso XIII para asistir a un hito en el calendario político-institucional de Andalucía: la presentación del Anuario Joly
Sevilla/Tres banderilleros sobre el redondel. Tres estancias principales tiene la ciudad. El Salón Colón, el Salón de los Tapices del Real Alcázar y el Salón Real del Hotel Alfonso XIII. En este último se presentó el Anuario Joly de 2022, primero con un presidente de la Junta de Andalucía de centro-derecha con mayoría absoluta. Tiempo de expectación, cartel de relumbrón, lleno absoluto. Moreno no sólo fue el líder tranquilo, sino también suelto. Muy suelto. Desenfadado, con licencias de humor. La ocasión lo merecía. El día era el idóneo, a pocas jornadas de conocerse quién asumirá la presidencia del Parlamento de Andalucía (el primer Pleno de la historia de la democracia andaluza se constituyó en el Salón de los Tapices) y del debate de investidura de Moreno. El presidente saludó expresamente a sus adversarios “solventes” en las recientes elecciones: el socialista Juan Espadas y la cabeza de lista de Vox, Macarena Olona, los dos en primera fila. Buen talante se llama. Moreno estuvo tan suelto como generoso. El Anuario Joly se ha ganado la consideración de cita en el calendario institucional andaluz. Nadie quiere faltar, todos quieren estar. Si además faltan pocos días para la designación de los miembros del nuevo Gobierno andaluz, la expectación es máxima. Y se genera la bulla de los presentes… y de los ausentes. Sabido es que en Sevilla, capital de Andalucía, tan importante es la “presencia como la ausencia según conveniencia”, como reza el aserto. Ayer se valoró la presencia por encima de todo. Había que estar.
El Salón Real necesitó de una ampliación de aforo a través del contiguo Salón Híspalis. La alternancia se consolida en Andalucía, el Anuario Joly también. La estabilidad política e institucional es una realidad en Andalucía, el Anuario Joly también. Andalucía ultima los preparativos para un tiempo nuevo. No se dice mayoría absoluta, sino suficiente. Moreno es prudente hasta para el lenguaje. Veinte años de anuarios. Dos décadas de actos sociales de primera fila. Varios gobiernos del PSOE con mayoría absoluta, gobiernos del PSOE en coalición con el PA y con IU, un gobierno del PP con Ciudadanos. Hoy se puede afirmar que unos gobiernos vienen y otros van, el Anuario Joly siempre está. Ya los cuenta por décadas, por grandes expectaciones, por convocatorias marcadas por participaciones masivas. La de ayer fue una bulla como las de los mejores tiempos: ordenada, de expectación, feliz, que supo organizarse de forma natural. Una bulla en expectativa de destino, especialmente para el PP. Y con los testigos de la oposición, como mandan las reglas de la democracia. El Hotel Alfonso XIII se llamó de Andalucía durante la República. El Salón Real está casi a la vera del Palacio de San Telmo, donde las espléndidas esculturas de la crestería parecían escrutar la Andalucía oficial y real que se congregaba en armonía en la presentación del Anuario. La gran región de España debe dar más facilidades a los empresarios, creadores de riqueza; aligerar las cargas burocráticas, contribuir a que la política deje de ser una actividad devaluada. Nos sabemos la teoría, tenemos claros los objetivos. La bulla ordenada y tranquila del Salón Real es el comienzo feliz, prometedor y esperanzador de ese tiempo nuevo para la región “donde habitan más españoles de toda España”, como remarca el líder moderado, sonriente, suelto y tranquilo. El hombre que ha conseguido lo que nadie logró. De su mano, Andalucía ha perdido el miedo a la alternancia. Del cambio mínimo al cambio consolidado. No hay hito revestido de liturgia solemne en la ciudad que no se haya celebrado en uno de los tres salones citados. Y nunca falta un periódico para contarlo. De las fotos en sepia al streaming, de Alfonso XIII a la Segunda República, de los 37 años de presidentes socialistas al segundo mandato de un presidente del PP.
Nunca faltan los grandes salones ni la firma Joly. Ayer solo se echaron en falta los vencejos cortejando el viento. Pero estaban las miradas de la estatuaria de Susillo, la que escolta el Palacio de San Telmo y siempre mira hacia el Salón Real del Alfonso XIII. La que sabe cómo cambian los tiempos en un plisplás, que nada permanece, que todo es efímero, que un día el edificio es un palacio suntuoso, otro un viejo edificio para formar sacerdotes y al poco tiempo la sede de la Presidencia del Gobierno andaluz. El cambio recién consolidado es una bulla tranquila, ordenada y expectante con la espontaneidad del pueblo y la suntuosidad de los tapices. Sólo la empresa editora y las estatuas los cuentan por siglos. Y el Anuario ya lo hace por décadas.
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