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Un barrio entre la evidencia y la incredulidad

L Desaparición de dos menores en Córdoba

Los vecinos cordobeses de José Bretón no se explican su detención porque, insisten, "es una persona honrada".

Vecinos en la puerta del bar La Casa del Dominó.
Anabel Calero / Córdoba

19 de octubre 2011 - 01:00

Sin palabras y con gesto abatido. Los padres de José Bretón -el único detenido por ahora por el caso de la desaparición de sus hijos y acusado de presuntamente haberlos matado-, Bartolomé y Antonia, pasaron ayer probablemente el día más duro de su vida. Al dolor por la desaparición de sus nietos, Ruth y José, se sumó que ayer tuvieron que ser testigos de la detención de su propio hijo y conocieron que la Policía Nacional le acusa supuestamente de haberlos matado. Al mediodía, Bartolomé y Antonia salieron de su casa agarrados del brazo de uno de los vecinos que más les está ayudando en este momento, Rafael Molina. Los mayores salieron cabizbajos, andando lentamente calle arriba para dar un paseo y "despejarse", aunque algunos vecinos aseguraron que se los llevaron al médico ya que están siendo atendidos por un psicólogo. Nadie les quiso molestar en su dolor.

A esa hora, la noticia ya había corrido sin freno por la cordobesa calle Carlos Romero, donde residen Bartolomé y Antonia, en el barrio de La Viñuela. Los vecinos comentaban la última hora sin dar crédito de la implicación de su vecino, una persona "honesta y trabajadora", como ya habían apuntado desde que hace más de una semana se supo de la desaparición de los pequeños. "No me lo imagino, somos vecinos de toda la vida y todavía no me lo creo". "No puede ser, son una familia muy buena, un encanto de personas", apuntaban unas vecinas en la puerta de una ferretería situada frente al domicilio de los abuelos. Muy afectadas, no conseguían entender cómo la investigación había dado este paso y la sensación que había en el barrio de La Viñuela era la misma: sorpresa.

En el bar La Casa del Dominó, los clientes se asomaban a la puerta para comentar lo sucedido. "Esto no se le mete en la cabeza a nadie", aseguraba José Castro, que conoce a la familia "de toda la vida". "Mi hija ha estado en el colegio con Cati, su hermana; los niños siempre estaban jugando por aquí, yo no me lo explico", pensaba en voz alta, al igual que el resto de los vecinos. En la calle Carlos Romero llevan más de diez días pendientes de este suceso, "que te llega más cerca cuando conoces a la familia", según Pepi. "Han estado trabajando toda la vida, desde que tenían La Bodeguilla -una pequeña tienda de ultramarinos-; esos abuelos no se merecen esto", insistieron. Han colaborado de forma activa en la búsqueda de los pequeños y la noticia de ayer cayó como un jarro de agua fría.

Conforme avanzaba el día, los rumores iban corriendo por el barrio, todos ellos sin contrastar. A las 12:45, Pepi bajó de su casa llorando y contando a sus vecinos que "había escuchado por la tele" que los niños "estaban enterrados" en la finca de Las Quemadillas. Fueron muchos los que supusieron que los niños ya estaban sin vida y se formaban corrillos hablando del tema e intentado buscar una explicación a lo que estaba pasando. La información oficial, sin embargo, es que nada se sabe todavía del paradero de los pequeños. De hecho, la propia familia todavía mantiene la esperanza de que sean encontrados. "Es como cuando alguien está muy enfermo, pero todavía vive; mientras hay vida, hay esperanza", apuntaba Rafael Molina, el vecino que pasó la mayor parte del día ayer con los padres de Breton y que aseguró que ese era su pensamiento.

Sobre las 13:00, Bartolomé y Antonia volvieron de su paseo. Esta vez había más vecinos en la calle y su llegada a la puerta de su casa fue más complicada, pues todos les querían dar muestras de cariño. Uno de los momentos más emotivos fue cuando Antonia se encontró con Aurora, la propietaria de la cuchillería que colinda con la casa de los abuelos. Las dos se abrazaron llorando y Aurora le preguntaba: "¿Qué le ha pasado a tu hijo", algo a lo que Antonia no pudo contestar. A Bartolomé tampoco le salían las palabras, sólo sollozaba y hacía un gesto de incomprensión a quienes le preguntaba que cómo estaba. Los que le conocen aseguran que "le han echado años encima" y que su situación es muy delicada porque tiene ya problemas de salud. Algunos vecinos también afirmaron que escucharon a Antonia decir que su hijo "con esto nos ha matado a todos".

Después la puerta de la vivienda se cerró a cal y canto, y sólo se abrió con la llegada de Carlos Arias, un abogado que la propia familia había llamado. El letrado aseguró que sólo quería ayudar y que hasta el momento conocía pocos detalles del caso. Arias también confirmó que los padres estaban "muy mal" y que la detención se había producido de madrugada. El abogado dijo que se dirigía a la Comisaría de Policía Campo Madre de Dios para obtener más documentación, pero pocos minutos después anunció que ya no iba a representar a José Bretón.

Ahora sí, puerta cerrada a cal y canto y persianas bajadas. Mientras, los vecinos seguían especulando sobre la implicación de Bretón. "Si lo han detenido, por algo será", aseguraba Paco desde el bar La Casa del Dominó. "Todo esto es muy raro, pero es una lástima si ha hecho algo con los chiquillos", añadía Juan. Un vecino que no quiso dar su nombre dijo que la noche anterior a la desaparición escuchó "una bronca muy fuerte" en la casa de los abuelos y otros aseguraron que durante todos estos días, la vivienda ha estado vigilada durante la noche por Policía secreta. Forma todo parte de la rumorología, pero lo cierto es que hasta el momento sigue sin saberse nada sobre el paradero de los niños, que es lo que realmente importa. "Si ha hecho algo, que lo diga ya, que diga donde están los pequeños", aseguró Paqui, que también estaba muy afectada por la implicación de su vecino. "No entiendo por qué han tenido que meter a los niños en esto, mucha gente se divorcia y no pasa nada", razonaba José a su paso por la puerta de la casa. "Yo seguiré ayudando a la familia, porque aquí nos conocemos de toda la vida y los vecinos estamos para eso", añadió Rafael.

En La Viñuela vivieron ayer un día duro y los vecinos se contradecían entre la evidencia de la detención de Bretón y su carácter amable y nada problemático. Nadie quería ponerse en lo peor o pensar en un final dramático, pero el pesimismo se apoderó ayer de un barrio que nunca quiso ser protagonista de una noticia así.

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