Campos de concentración en Andalucía durante el franquismo

El régimen utilizó a los prisioneros como mano de obra barata para construir el Canal de los Presos o trabajar en el colector de Heliópolis

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Cortijo de Vicos en Arcos de la Frontera.
Cortijo de Vicos en Arcos de la Frontera. / Blog En torno a Jerez/Los Campos de Concentración de Franco

Durante la posguerra mundial, los campos de concentración se convirtieron en un instrumento habitual para controlar a la disidencia y las minorías en otros regímenes autoritarios, además del nazi, como el de la Italia fascista, la Rusia soviética o la España franquista. Se estima que el régimen de Franco construyó entre 1936 y 1947 al menos 200 campos de concentración en España, más de medio centenar en Andalucía.

Los campos de concentración en Andalucía fueron anteriores incluso que los de los territorios ocupados por la Alemania nazi. Tras la guerra, la represión contra los opositores fue la norma y el régimen hubo de recurrir al trabajo esclavo de los presos políticos para evitar el colapso de la producción industrial y agraria. Así, muchos de estos presos se agruparon en colonias penitenciarias militarizadas o batallones de trabajadores para ser utilizados como mano de obra barata. En la Andalucía de Queipo de Llano destacaron los siguientes:

Los Merinales y La Corchuela

Entre 1940 y 1962, en los campos de Los Merinales y La Corchuela (Dos Hermanas) diez mil presos políticos adheridos a la política de redención de penas por el trabajo construyeron 150 kilómetros del Canal del Bajo Guadalquivir, sin ningún tipo de maquinaria. A lo largo de su recorrido se jalonaron otros campos de trabajo como El Arenoso (Los Palacios y Villafranca) o El Palmar de Troya (Utrera).

En 2006 se cambió la denominación al tramo comprendido entre La Rinconada y Dos Hermanas por Canal de los Presos, mientras que en 2009 se levantó un monumento en la antigua entrada al campo de Los Merinales.

Las Arenas, en La Algaba

En el municipio de La Algaba, las autoridades fraqnuistas crearon en 1941 el campo de concentración de Las Arenas, concebido inicialmente para presos, luego ocupado por indigentes. Al cabo de un año llegaron a pasar unas 300 personas, de las cuales 140 murieron por hambre, frío y enfermedades.

Isla Saltés, Huelva

Un ejemplo llamativo es el campo de clasificación habilitado en Isla Saltés, una isla de difícil acceso en plena marisma entre Huelva y Punta Umbría, donde entre 1937 y 1939 llegaron a hacinarse entre 3.000 y 7.000 presos llevados en cargueros. La mayoría eran excombatientes republicanos de Cataluña o Levante, a la que la población del entorno solía llevar enseres, ropa, agua potable y comida de forma clandestina

Higuera de Calatrava, en Jaén

Las autoridades franquistas cercaron con alambre de espino Higuera de Calatrava (Jaén) entre abril y julio de 1939. El pueblo quedó convertido en un campo de concentración para prisioneros republicanos, con hasta 10.000 reos, en que las jornadas de trabajo penosas, el hacinamiento y las ejecuciones fueron norma. Según algunos testimonios recogidos en el libro Los Campos de Concentración de Franco, de Hernández de Miguel, algunos detenidos pasaron hasta veintiún días sin recibir alimento, teniendo que subsistir a base de raíces, hierba y los restos de comida adheridos a las calderas donde cocinaban los soldados del régimen.

Otros campos de concentración en Andalucía fueron los de La Almadraba, en Rota, cuyos prisioneros se ocuparon de la fortificación militar del Estrecho de Gibraltar; el astillero de Puerto Real, el puerto de Huelva, la plaza de toros de Ronda, Medina Azahara o el de Heliópolis, donde los presos trabajaban en el colector de aguas residuales.

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