La aldaba
Carlos Navarro Antolín
El rey brilla al defender lo obvio
Al almuerzo de despedida de Miguel Ángel López Marchena (Córdoba, 1967) como juez decano de El Puerto de Santa María acudieron más de un centenar de personas entre mandos policiales, profesionales de la judicatura e incluso el anterior alcalde, Enrique Moresco (PP). Pocos querían perderse el discurso -cargado de referencias a sus 12 años en El Puerto en los que coordinó las diligencias de dos importantes operaciones contra el narcotráfico, Semilla y Manzanilla- de este juez, casado con una fiscal y padre de tres hijos. Abandonaba a finales de 2011 la jurisdicción civil por la penal -su pasión- y la ciudad de provincias por la complejidad de la capital, concretamente al Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 2, órgano que desde el lunes se ha hecho cargo de uno de los sumarios más mediáticos -así se puede calificar la detención del ex consejero Ángel Ojeda y directivo extraordinariamente bien relacionado con las cúpulas- de las investigaciones sobre los cursos de formación.
Varios abogados de Cádiz comentan que, pese a que la causa le ha llegado sin buscarlo, el caso le va como anillo al dedo. "Le llamaban el Garzón de la Bahía", apunta quien también habla de un juez "muy insistente" y un magistrado "notorio". Fue Mercedes Alaya la que se definió en un auto como "incansable" para calificar la labor que había desarrollado en el caso de los ERE. El mismo adjetivo sirve para López Marchena.
Desde su llegada a Cádiz, le ha tocado instruir la delicada investigación sobre el ex director del colegio Salesianos por supuestos delitos contra la integridad moral de los alumnos y también el caso ISE con la imputación de la ex edil socialista y ex candidata a la alcaldía de Cádiz Marta Meléndez por fraude de 2,4 milones de euros.
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