Visto y Oído
Francisco Andrés Gallardo
Emperatriz
La biografía de Mar Moreno demuestra que cualquier vaticinio sobre su futuro político está abocado al fracaso, aunque la desaparición de Zapatero de la escena política a finales de noviembre supondrá la pérdida de su valedor más poderoso, un hecho sin el que no se comprendería el período en que ejerció de sucesora in péctore de Manuel Chaves, entre los años 2000 y 2004 cuando fue la vicesecretaria general del PSOE, ni su última ascensión a consejera de Presidencia del Gobierno de José Antonio Griñán.
Fue durante una visita de Zapatero a Matalascañas en marzo de 2010 cuando ya el hoy presidente saliente sugirió a Griñán que contase con Mar Moreno en la remodelación de Gobierno que se estaba fraguando en aquellos días. Justo después de ese fin de semana, el presidente andaluz la elevó de consejera de Educación a la de Presidencia, el número dos del Ejecutivo, una posición formal aunque un tanto teórica, porque esta jiennense nacida en 1962 en La Carolina, amante de la música y de la escritura, no forma parte del "grupo pétreo" de Griñán, un círculo donde sí están su jefa de gabinete, Rosa Castillejo, y el viceconsejero de Presidencia, Antonio Lozano. El lunes pasado, Griñán viajó a Bruselas a un importante encuentro comunitario acompañado de Lozano, al que algunos de los inquilinos del Palacio de San Telmo definen más como viceconsejero del presidente que de Presidencia.
Pero que Mar no sea ni el cuarzo ni el feldespato ni la mica del granito griñanense, no debe entenderse como una persona ajena a Griñán ni a las estrategias del Gobierno. Tampoco a la cúpula actual del PSOE en Andalucía, la que reside en la sevillana calle de San Vicente. No obstante, sí hubo un tiempo en que desde la sede se miró con recelo a Moreno, una actitud que entonces resumió uno de los cachorros de Griñán con esta sentencia: "Nunca un número dos ha llegado a número uno".
Con más fracasos que éxitos, y ya apoyada por San Vicente, Mar Moreno ha intentado abrirse paso ahora en el poder orgánico de su partido en Jaén, una provincia donde ni la consejera ni su aliada, la ex alcaldesa de la capital, Carmen Peñalver, han logrado abrir una cuña en el apoyo férreo que Gaspar Zarrías sigue teniendo en este territorio. Moreno, como Zarrías, saben que en el PSOE el verdadero poder, más allá de los cargos públicos, reside en lo orgánico, y lo orgánico siempre debe tener una raíz en el terruño. La lista de las próximas elecciones autonómicas por la provincia de Jaén ilustrarán bien este concepto: Mar Moreno y Micaela Navarro, la consejera de Bienestar Social, irán en la misma nómina, dos mujeres para el futuro PSOE andaluz, aunque posiblemente incompatibles.
Mar y sus futuros. Ella misma ha declarado en varias entrevistas que la especulaciones sobre su mañana forman parte de su biografía. Hay detractores que le achacan que nunca ha sabido rematar las grandes oportunidades que jalonan su currículum político, donde ha ocupado los segundos puestos del Gobierno andaluz y del PSOE regional, además de la Presidencia del Parlamento, la Secretaría federal de Política Institucional de la Ejecutiva federal socialista y la titularidad de las consejerías de Obras Públicas y Educación.
"Lo ha tenido todo, ¿y alguien es capaz de decir algo por lo que pasará a la historia?", comenta un militante socialista de Jaén con amplios conocimientos del partido en su provincia y en Andalucía. Otros, sin embargo, encuentran a ello una explicación: los hombres del chavismo, los Pizarro y Zarrías, nunca creyeron en ella y le cegaron el paso, por eso en 2004, cuando Chaves volvió a obtener una mayoría absoluta y ya seguro, la sacó del trono de San Vicente y la envió a presidir el Parlamento andaluz. Allí tuvo tiempo para escribir su libro El sueño de Eva, una suerte de alegato donde el femenino es el género común. Moreno es una feminista conciliadora, pero integral, de las que mantienen que el poder de las mujeres ha sido otorgado, pero no se le considera una propiedad común de ambos sexos.
Ahora, bien, unos y otros coinciden en algo: Chaves sólo pensó en su retirada a partir de las elecciones de 2008 y, por tanto, 2004 no fue el tiempo de elegir delfines. Y un asunto más: que Moreno se postulase como sucesora no fue tanto una labor suya, aunque también se dejó querer, como la de muchos otros que pensaban que ella debía adelantarse y provocar un cambio inevitable: dirigentes de peso de entonces como Javier Torres Vela, Manuel Pezzi y José Asenjo. "Debía ir justo detrás de Chaves, y quiso ir un pasito por delante", comentó uno de sus críticos en el momento de aquella caída.
"A éstos -se refiere, sin embargo, a los más chavistas una de las personas que estuvo cerca de ella en el partido- les dio miedo, porque conectaba muy bien con la gente, con las organizaciones". Ella misma ha confesado en alguna ocasión que durante aquellos años "se lo pasó pipa"; posiblemente, mejor que ahora, cuando además de consejera, ejerce de portavoz en un contexto de crisis económica radical y reveses judiciales por el escándalo de los ERE.
Lo cierto es que Moreno ya destacaba en la vida cultural de La Carolina en los años ochenta. Fundó junto a otros la revista Kilómetro 268, hito que da cuenta de la equidistancia del pueblo jiennense entre Madrid y el sur del sur, y que se convirtió en el polo opositor de Ramón Palacios, alcalde franquista que saltó al PP desde la Alcaldía y se convirtió en amigo de Aznar. La revista, la música y, sobre todo, el teatro. En Granada, donde se licenció en Derecho, actuó en obras de García Lorca, y fue muy posiblemente entonces cuando desarrolló esa capacidad de comunicación que sorprendió a los líderes del PSOE en Jaén. El teatro y el ejercicio de la abogacía, claro, años en los que defendió desde el despacho de Francisco Vallejo (el que fuera consejero) a mujeres y vecinos más desfavorecidos, además de a la asociación de comerciantes. Ni el uno ni el otro procedían de familias socialistas -sus padres tenían una tienda de lanas y, entre sus miembros, hay de todo, andalucistas y sindicalistas de CCOO-, pero Vallejo se convirtió en alcalde y Moreno, en su jefa de gabinete. Ella se afilió al PSOE en 1991.
Sea como fuere, después de dejar aquel delfinato que concluyó en el Parlamento, a Moreno le surgió otra oportunidad. Chaves había decidido que la de 2008 sería su última legislatura. Es cierto que quizás no pensó marcharse con ese sorpresivo empujón que le dio Zapatero, pero lo evidenció el día de la toma de posesión, cuando se fotografió con su nieta. Aquello era una despedida, y en Moncloa siempre gustó Moreno, porque su concepto de la política estaba más cercana a los conceptos zapateristas de renovación generacional, igualdad y calidad democrática; todo eso que -apunta un fontanero del aparato- "es muy bonito, pero después nos lleva al gran desastre donde estamos". Y es que, cuando Chaves la nombró vicesecretaria en 2000, no fue un señalamiento, sino un gesto a la generación del recién llegado Zapatero, a sus nuevas formas, pero a la hora de marcharse, en 2009, el ex presidente tuvo claro que su sucesor debía de ser Griñán, por eso lo había nombrado vicepresidente económico.
Por lo del zapaterismo, Moreno estuvo más próxima a Carme Chacón que a Rubalcaba cuando se planteó la rivalidad entre ambos, y su cara el día que la ministra se retiró de la carrera de las primarias evidenciaba un disgusto para alguien que siempre se posicionó a favor de estas elecciones. "O nosotros cambiamos o los andaluces nos cambian" ha sido uno de los vaticinios de Mar Moreno que sí se podrá comprobar en la primavera próxima, cuando se celebren las elecciones autonómicas. De renovación generacional y de la necesidad de llegar a una síntesis entre la tesis y la antítesis dentro del PSOE, habló Moreno el 6 de marzo de 2003 en el sevillano Club Antares, una conferencia, cena y coloquio que reunió a los ocho secretarios provinciales, la totalidad del Gobierno andaluz y en la que fue presentada por el propio Chaves. No sería el momento, pero todos entendieron que allí había un gran gesto que quizás se rompió cuando un anfitrión, el empresario Arturo Moya, la nombró como clara sucesora en el coloquio posterior.
Quizás por esos deslices, Moreno se muestra en ocasiones con una extrema precaución en cuanto a sus aspiraciones personales, no digamos ya en su vida privada, que no oculta, pero deja fuera de la escena política. Muy unida a su madre, que sigue viviendo en La Carolina, soltera y sin hijos, escribió de su propia letra en aquel discurso de Antares: "Libertad para unirnos a quien queramos, no hay nada más obsceno que la mutilación de nuestra capacidad de amar". La libertad que quizás encuentre en esos largos viajes en autocaravana por Europa y la ruta de los del Loira, donde en alguna que otra ocasión se ha llevado algún que otro tropezón. Como la vida política misma.
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