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Un andaluz ejemplar

El ministro para las Regiones interviene en el homenaje a Blas Infante, Padre de la Patria andaluza, en su pueblo natal, Casares, en agosto de 1979.
Juan Manuel Moreno

14 de junio 2021 - 21:42

Presidente de la Junta de Andalucía/El primer gesto, como la primera visita que realiza un presidente después de su investidura, está siempre cargado de simbolismo. Yo quise que mi primera aparición pública tras ser investido presidente de la Junta de Andalucía también lo estuviera y, por eso, el 17 de enero de 2019, al día siguiente de la votación en el Parlamento de Andalucía, visité en su domicilio de Sevilla al catedrático Manuel Clavero Arévalo. Le encontré lúcido y afable, atento como siempre a todo aquello en lo que estuviera en juego Andalucía, y me atrevería a decir que ilusionado ante la nueva etapa que se abría en el Gobierno andaluz.

Aquel no era, claro, un gesto inocente ni vacío. Clavero significaba para mí, para todos los andaluces, el faro iniciático que nos iluminó en los tiempos agitados de la Transición. El hombre tranquilo que, con la moderación como arma y la paciencia como instrumento, mostró a los andaluces el camino para alcanzar el lugar que por historia y por relevancia nos correspondía entre las comunidades autónomas de España. No más que las demás, pero, desde luego, no menos que nadie.

Como también quisimos cargar de significado la decisión de crear un título honorífico con su nombre, la Medalla de Andalucía Manuel Clavero Arévalo, distinción que desde 2020 se entrega junto a las medallas de Andalucía cada 28 de Febrero y que destaca a personas y entidades con una trayectoria de especial relevancia para Andalucía.

El destino ha querido que don Manuel fallezca el mismo día y casi a la misma hora en que S.M. el Rey Felipe VI recibía en el Palacio de San Telmo la primera Medalla de Honor de Andalucía, con la que, precisamente, hemos querido subrayar la voluntad de concordia que tanto nos identifica a los andaluces con nuestro Jefe del Estado y que fue también el faro de toda su trayectoria vital.

Siendo un andaluz de pura cepa, Manuel Clavero estaba en las antípodas del falso estereotipo de lo andaluz: era un intelectual sabio, un profesor brillante y un investigador riguroso. Lo demostró en su cátedra de Derecho Administrativo de la Universidad de Sevilla, a la que sirvió también como rector en los años en los que, desde sus aulas, se gestaba el gran cambio democrático. Sus alumnos, muchos de ellos más tarde actores principales de la Transición, como Adolfo Suárez -en Salamanca- o Felipe González -en la Hispalense-, aprendieron de él mucho más que reglamentos y disposiciones: aprendieron que el Estado debe ponerse al servicio de los ideales de libertad y de los deseos de igualdad de los ciudadanos.

Demócrata desde los tiempos en los que no abundaban, Clavero fue, ante todo, un símbolo de la dignidad de los andaluces. Si la España actual está en deuda con él como impulsor de nuestro modelo autonómico, Andalucía le deberá siempre el sacrificio personal que realizó dimitiendo como ministro para defender con libertad el Sí en el referéndum del 28-F de 1980. Una muestra de generosidad y coherencia difícil de encontrar en los tiempos corrientes.

Su clarividencia, su enorme capacidad de análisis de la realidad, fundamentada en sus amplios conocimientos de la Historia y el Derecho, le permitió ir siempre un paso por delante, anticipándose a los vaivenes de la política en un momento en el que, precisamente, la capacidad de maniobrar con rapidez era una virtud muy necesaria.

Firme en sus convicciones democráticas y en su amor a Andalucía y a España, Clavero nos enseñó que sentirse plenamente andaluz es la mejor manera de sentirse plenamente español, y que ambas condiciones, lejos de ser incompatibles, forman parte de una misma naturaleza. Si Blas Infante puso las bases teóricas de un autogobierno andaluz y por eso le llamamos Padre de la Patria Andaluza, don Manuel Clavero merece, sin duda, el título de Padre de la Andalucía moderna, la Andalucía a un tiempo ambiciosa y generosa que hoy busca volver a situarse en el puesto de relevancia al que tiene derecho. Si ser andaluz es motivo de orgullo, compartir esa condición con personas de la altura de Manuel Clavero convierte el simple gentilicio en una alta distinción.

Don Manuel Clavero imaginó españoles iguales en derechos y libres para decidir su futuro, dentro de una nación solidaria que, siempre unida, tuviera cada día un peso mayor en el panorama europeo e internacional. De ahí que pueda imaginar su desasosiego interior en los últimos años, al contemplar, desde su lúcida vejez, cómo los intereses egoístas de unos y la abstinencia culpable de otros pretendían conducir a España a un escenario de ruptura.

Sobre su memoria, ahora que nos ha dejado, los andaluces renovamos nuestro compromiso por una España sólida y fuerte, una España de todos, sin fronteras físicas ni económicas, en la que la diversidad sea sinónimo de riqueza y no de litigio. Estamos obligados a dar continuidad a su sueño de igualdad, ahora más vigente que nunca. Le recordaremos por su capacidad de diálogo, por su templanza y por su sabiduría, y tendremos siempre en la memoria su eterna fidelidad a Andalucía y a España por encima de todo.

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