El 44% de los andaluces viven en una clase social superior a la de sus padres
Movilidad social
El Instituto de Estadística y Cartografía revela que un cuarto de los habitantes de la región de entre 35 y 60 tiene peor situación que sus progenitores cuando ellos eran adolescentes
El club de los países desarrollados o en vías de desarrollo se pregunta si el ascensor social está roto. Bajo ese título –A broken social elevator?– la OCDE se preguntaba en un estudio publicado en junio si es fácil o difícil que el hijo de una familia con bajos ingresos viva mejor que sus padres.
En España la respuesta a esa pregunta es poco halagüeña. Hacen falta cuatro generaciones para que el hijo de esa familia alcance los ingresos medios del país. Los datos no están regionalizados, pero en Andalucía también se hacen estudios sobre movilidad social y la imagen que ofrecen no es tan negativa.
Los investigadores del Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía no tienen en cuenta los ingresos, pero sí la clase social y el resultado es llamativo. Casi la mitad de los andaluces de entre 35 y 60 años –concretamente el 44%– ha alcanzado una situación mejor que la de su padre, si se tiene en cuenta la ocupación del progenitor cuando el encuestado tenía 14 años. Hay un 26% que ha utilizado el ascensor social en el sentido contrario y, aseguran, su clase social es peor que la de su familia.
Los números de la movilidad educativa son similares, ya que el 75% de los encuestados han obtenido un nivel distinto al de sus padres. La inmensa mayoría, el 69,5%, tiene una educación más esmerada que la de sus progenitores, frente al 5,4% restante que llegó a niveles inferiores a los de sus padres. Según los investigadores que han realizado el estudio, Andalucía se comporta, más o menos, como el resto de los países de la OCDE.
En los últimos años, las “clases agrícolas populares han ocupado otras posiciones”, apunta Rubén Martín, uno de los sociólogos encargados de realizar la encuesta andaluza. Los movimientos se producen, sobre todo, entre clases próximas, no en los extremos por un fenómeno conocido como “los techos y suelos pegajosos”, explica Iria Enrique, economista que ha participado en el sondeo.
Las diferencias de género
Tradicionalmente, en la movilidad social intergeneracional se analiza según sexos, sin embargo, en la encuesta del Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía hay más información sobre la movilidad de hijos e hijas respecto al padre que sobre la madre.
El sondeo revela que casi la mitad de las mujeres está en mejor posición social que sus padres –el 48%–, mientras que la cifra es menor en el caso de los hombres –el 41,2%–. Es el resultado de la estructura del mercado de trabajo español –y andaluz– en las últimas décadas.
“Muchas mujeres que traban en ocupaciones feminizadas alcanzan posiciones relativas en la escala social que, a priori, son mejores que las de sus progenitores masculinos”, explica Rubén Martín, que recuerda sin embargo que la clasificación de clases sociales utilizada en la encuesta “no incorpora la estabilidad en el trabajo, donde todavía se reproducen marcadas desigualdades de género”.
Los emigrantes quedan en el olvido
Hay más variables que no se tienen en cuenta en esta encuesta, realizada a 3.000 personas entre el 19 de febrero y el 19 de abril. Alejandro Godino, sociólogo de la Universidad Autónoma de Barcelona se refiere al fenómeno de la inmigración. “Hay quien se ha ido obligado por la situación económica y su situación no queda reflejada”, cuenta este investigador, que asegura que, de tenerse en cuenta este factor el porcentaje de movilidad descendente sería mayor.
Godino también alude a los datos de percepción que se recogen en la encuesta, que revelan que la mitad de los andaluces de entre 35 y 60 años consideran que su posición social es mejor que la de sus padres. Son seis puntos porcentuales más que el dato real.
Según el sociólogo de la Autónoma de Barcelona, varios autores han detectado que muchos trabajadores son excesivamente optimistas con su posición social. “Sobre todo entre los empleados de cuello blanco”, que es como se conoce a quien desempeña su labor como administrativo, que es la clase social más habitual, según la encuesta.
¿Cuál es el esquema social de Andalucía?
Más de la mitad de los andaluces son de clase media. Es lo que resulta de la Encuesta de Movilidad Social Intergeneracional en Andalucía, que revela que el 54,9% de los habitantes de la región pertenecen a la clase media, frente al 18,9% que es de clase alta y el 26.4% que es de clase baja.
Además, el sondeo revela que la ocupación más habitual de los andaluces que tienen entre 35 y 60 años es la de empleado no manual de la administración y del comercio, personal de ventas y trabajador del comercio.
El 25,8% de los sondeados está incluido dentro de esta clase social, la III del denominado esquema de Goldthorpe, aunque hay una gran diferencia por género.Mientras que un tercio de las mujeres –33,5%– están empleadas en esas categorías profesionales, sólo el 18,2% de los hombres comparten esta ocupación.
El estudio del Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía coloca a los empresarios con diez o más asalariados, directivos y profesionales técnicos de alto nivel como –clases I y II del mencionado esquema– como la segunda categoría más habitual, con el 18,8% de los 3.000 encuestados. Esta es, además, la cima del esquema de Goldthorpe y casi no presenta diferencias por género.
Les siguen los técnicos de grado medio, los supervisores de trabajadores manuales y los trabajadores manuales cualificados, que suponen el 13,9% de los encuestados. En esta clase social, la V-VI se presenta la mayor brecha de género, ya que el 24,8% de los hombres trabaja en alguna de estas categorías, mientras que sólo el 3,1% de las mujeres comparten su labor.
La cuarta clase social más habitual es la IV-ab, que se corresponde con los propietarios de empresas con menos de diez empleados, los autónomos y los trabajadores por cuenta propia que no trabajan en el sector primario. Son el 13,3% de los encuestados, pero es más habitual entre los hombres que entre las mujeres, con un 16,8% de la fuerza de trabajo masculina frente al 9,7% de la femenina.
La clase media se completa con la categoría IV-c, la de los pequeños propietarios y los autónomos del sector primario. Es la ocupación menos habitual –1,9%– y resulta llamativo que no haya mujeres en el registro.
El 12,2% de los participantes en el sondeo son trabajadores manuales semicualificados y no cualificados no incluidos en el sector primario. Esta clase, la VII-a, es más común entre las mujeres –17,8%–, que entre los hombres –6,6%–. Junto con la categoría VII-b, la que reúne a los campesinos y trabajadores del sector primario, forman las clases bajas. Esta última ocupa al 9,2% de los empleados andaluces y cuenta con porcentajes similares entre la fuerza de trabajo masculina y la femenina.
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