Cuando los andaluces sólo confiaban en la suerte para mejorar

Reportaje

Un grupo de sociólogos malagueños replica en 2023 la primera encuesta socioeconómica que se hizo en Andalucía, en 1967

Un grupo de jornaleros andaluces.
Un grupo de jornaleros andaluces. / EFE

Andalucía, febrero de 1967, un grupo de sociólogos pioneros puntea sobre un mapa de la región las ciudades y pueblos donde van a realizar la primera encuesta realizada con mimbres científicos. Andalucía era un territorio subdesarrollado, donde la industria había tenido una escasa presencia y en la que la mayor parte de su población vivía del campo. Lo preguntan todo, por los sueldos, el tipo de trabajo, las veces que van a misa y los que comen en el desayuno, el almuerzo y la cena, tanto en verano como en invierno. Primer plato: un cocido, un puchero, una sopa con algunos garbanzos. ¿Y de segundo? El 46,2% responde que no comen un segundo plato.

Cuando a los encuestados se les pregunta qué factores dan resultados en la vida, qué es lo que más pesa para mejorar, el 77,3% responde que el suerte. Sólo el azar podría sacarles de aquella miseria, la sociedad estamental del medievo había desparecido hacía siglos pero aquella barrera infranqueable entre clases se mantenía. Sólo dos de cada 10 responden que es el trabajo tenaz. En 2023, sólo el 10% responde que es la suerte, un 66% se refiere al esfuerzo personal, un 12,9% al respaldo personal y el 9% a las relaciones sociales.

El 46% respondía en 1967 que no comía un segundo plato

Ese proyecto, que termina llamándose Estudio socioeconómico de Andalucía y se publica en tres volúmenes, es el punto de partida de la sociología en la comunidad. Lo dirigen profesores de la facultad de Málaga que, en ese momento, está adscrita a la Universidad de Granada; son expertos que pasarán a la historia de este ciencia, como Francisco Murillo, Gregorio Varela o José Cazorla, y su estudio servirá a una segunda generación que estudió muy en profundidad la Andalucía de finales del siglo XX y principios del XXI, caso de Manuel Pérez Yruela, Eduardo Bericat, Eduardo Moyano o Juan Montabes. Un joven estudiante de Economía, Pedro Arriola, asesor aúlico de los presidentes del Gobierno del PP, participa en en el trabajo de campo.

Luis Ayuso y José Manuel García Moreno.
Luis Ayuso y José Manuel García Moreno. / CD

En estos días, un curso de la Universidad Internacional de Andalucía analiza en Málaga el cambio producido en Andalucía desde 1970, que fue el año de publicación de la encuesta, y las perspectivas de futuro. Sus organizadores, Luis Ayuso y José Manuel García Moreno, de la Facultad de Sociología de Málaga, han repetido ahora la misma encuesta, en los mismos lugares y con los mismos interrogantes. Los cambios serán evidentes para cualquiera que hubiera vivido en aquella década de los sesenta y setenta, incluso de los ochenta cuando todavía el 20% de la población andaluza vivía del campo, un 35% en el caso de Almería, aunque hay algunos posos culturales que se mantienen en el estilo de vida, el comunitarismo entorno a la familia o la alegría, unos patrones que Manuel Pérez Yruela desarrolló en su concepto de la vida buena.

En 1967, España estaba inmersa en esa primera modernización que alumbraron los Planes de Desarrollo, y el sur no terminaba de sumarse a ello. Los economistas ya habían diagnosticado que la causa del atraso era la falta de industria y su solución, traerla, se necesitaban fábricas, polos industriales, que eran el talismán de aquel desarrollismo franquista, pero los sociólogos apuntaban a otras razones culturales que también contribuyeron a una imagen indolente de los andaluces que se han mantenido hasta hace unas décadas.

Más que el esfuerzo o el trabajo personal, un 70% confiaba en la suerte para cambiar

Un 70% de la población ganaba, entonces, menos de 5.000 pesetas, el grupo más numeroso de trabajadores eran el de los obreros sin cualificación y el cura, el farmacéutico y el alcalde eran los referentes sociales del pueblo. En 1967, el sondeo sólo se realizó entre "los varones de más de 21 años" y Marbella, por ejemplo, figuraba como una zona rural. Los autores reseñan que en Villanueva de Córdoba no han podido realizar el número de encuestas diseñadas porque los hombres se encontraban en la recogida de la aceituna y a un pueblo de Granada no pudieron acceder porque se los impidió la nieve.

"Era una Andalucía muy atrasada, donde no había clase media, donde había jornaleros sin tierra, donde había un problema grandísimo que se solucionaba gracias a la emigración, y bienvenida esa emigración, y que la dieta mediterránea lo era porque se pasaba hambre", explica Luis Ayuso.

La percepción de la singularidad cultural andaluza fue cambiando de signo. "Creemos que el concepto de la vida buena, que desarrolla Yruela -indica Ayuso-, es buena de cara al futuro, el elemento comunitario es lo que echan de menos las sociedades avanzadas porque la sociedad de las pantallas caen en un excesivo individualismo, ahora nos damos cuenta que esa sociabilidad que parecía negativa, esa calidad de vida es mucho mejor".

Andalucía pasó de ser una sociedad agraria a otra de servicios, sin el estado intermedio de una amplia economía industrial. En los sondeos actuales comienza a desaparecer esa visión propia del andaluz en que considera que su región es peor o está más atrasada que otras de España. Asoma cierto orgullo.

Al cambio social, que es indudable, siguió el cambio político. Desde el año 2004, las líneas de intención directa de voto del PSOE, partido hegemómico desde la Transición, y del PP comienzan a confluir, hasta que los populares adelantan a los socialistas. El catedrático Juan Montabes y el politólogo Tristán Pertíñez, director del Centro de Estudios Andaluces, han analizado en el curso la evolución política de Andalucía, que de momento, y según los últimos sondeos, se sigue situando, aunque de modo muy ligero, en el centro izquierda.

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