URBANISMO
Las dos rotondas infernales de Eduardo Dato y Kansas City

"El aire era irrespirable y las llamas se veían a 200 metros"

Vecinos de las zonas afectadas cuentan cómo vivieron la jornada · Dieciséis voluntarios de la Cruz Roja ofrecieron el desayuno a los residentes de Ojén

Vecinos de Ojén, a primera hora de la mañana, en el pabellón Serrano Lima.
Marcel Vidal / Marbella

01 de septiembre 2012 - 01:00

Juan estaba acostado en casa cuando en mitad de la noche percibió murmullos en la calle. Al asomarse a la ventana, vio a unos vecinos avisando a otros de que "había que irse para Monda o Marbella por un fuego que se ha declarado". El hombre, que vive solo en su casa de Ojén, el municipio con el que más se ensañó el incendio más devastador en muchos años en la provincia, acabó en Marbella. Al percatarse de que se encontraba solo, un guardia civil paró uno de los muchos automóviles en los que los vecinos de la localidad emprendían el viaje a la capital de la Costa del Sol Occidental para ponerse a buen recaudo de las llamas, e instó al conductor a que bajara a Juan.

Además de coches privados, los vecinos del municipio llegaron a Marbella en taxis, ambulancias y autobuses fletados para la ocasión. "Salí corriendo de mi casa al escuchar los avisos. Se me olvidó el bastón, por lo que han tenido que dejarme uno. También me dejé la dentadura", señaló. Este último olvido privó a Juan de probar el desayuno que unos 16 voluntarios de la Cruz Roja ofrecían a los vecinos de Ojén y, en menor medida, a los inquilinos de las urbanizaciones ubicadas en el extremo oriental de Marbella, muy afectadas también por las llamas, que se refugiaron en el pabellón Serrano Lima, un centro deportivo que se habilitó desde primera hora de la madrugada del viernes para albergar a las personas que eran desalojadas de sus casas. "No he podido comer porque no tengo dientes", bromeaba Juan. A pocos asientos de él se encontraba Isabel, a quien miembros de la Benemérita alertaron sobre las tres de la noche de que debía abandonar el pueblo.

Bajó a Marbella en coche, junto a su marido, hija y nieto. "Pasamos aquí toda la noche, durante la cual nos han dado zumos y leche", apuntó ayer. La última visión que guarda de Ojén es la del núcleo urbano cercado por las llamas. "Pase parte de la noche en la terraza viendo cómo venían las llamas por todos los lados. De repente surgió un foco que hizo que le pueblo se quedara rodeado", explicó ayer.

Isabel difundía las informaciones que recibía sobre los medios que empleaban el Infoca y los bomberos para combatir el fuego. "Nueve o diez coches de bomberos que evitan la aparición de nuevos focos. Diez o doce avionetas y otros tantos helicópteros. Un despliegue bastante grande. Al pueblo no le ha pasado nada, pero sí a los alrededores", comentaba. Bartolomé comenzó a escuchar las recomendaciones de los agentes de la Guardia Civil sobre las 3:30 de la noche. A continuación oyó voces de niños que despertaban a sus abuelos para levantarles de la cama.

A Isidro no le alertaron las fuerzas de seguridad, sino su nuera, quien al salir del centro comercial La Cañada de Marbella avistó las llamas. Cuando partieron, antes de que llegara la Benemérita a Ojén, "el aire era irrespirable por el humo y las llamas se veían a 200 metros". Primero se quedaron en el centro comercial y después se trasladaron al Palacio de Ferias y Congresos, donde les comunicaron que se dirigieran al Serrano Lima. El pabellón deportivo llegó a albergar a unas 1.000 personas durante las primeras horas del alba. En el transcurso del día, los vecinos desplazados de Marbella pudieron retornar a sus casas y gran parte de los de Ojén optaron por quedarse con amigos y familiares.

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