Zoido rompe al PP por Almería
Primarias en el PP
El ex ministro de Interior declara su apoyo a María Dolores de Cospedal y asesta un golpe a las lealtades tradicionales en el partido
Que Juan Ignacio Zoido, ex ministro de Interior, se fuese a convertir en uno de los apoyos de María Dolores de Cospedal en Andalucía era algo bien sabido, pero lo que la dirección del PP andaluz no podía prever es que tuviese como aliados a una parte importante de su partido en Almería, donde Gabriel Amat, su presidente, ha sido siempre uno de los leales a la unidad de la formación. Una reunión de Zoido con Amat, alcaldes y varios diputados almerienses ha hecho encender las alarmas en la dirección del PP andaluz, que pretendía ser neutral en el proceso de primarias para elegir el sucesor de Mariano Rajoy.
Gabriel Amat es un capitán general en Almería, donde lo controla todo desde hace décadas, pero es un soldado disciplinado dentro de la maquinaria del PP. Su relación con Javier Arenas, líder histórico de los populares andaluces, ha sido siempre inmejorable. Y con el actual, Juama Moreno, que el pasado lunes reunió a todos los presidentes provinciales en Córdoba para que se mantuviesen neutrales durante la campaña electoral de las primarias. Pero el movimiento de Zoido, que ha apoyado públicamente a Cospedal, ha obligado a la dirección andaluza a reaccionar. El malagueño Elías Bendodo, jefe de la campaña para las andaluzas y municipales, ha contestado desde la capital de la Costa del Sol: Málaga apoya casi de modo unánime a Soraya Sáenz de Santamaría.
La ex vicepresidenta del Gobierno es la candidata que cuenta con más apoyos entre los dirigentes andaluces, pero el proceso de libre elección de los militantes es difícil de prever. El PSOE sabe mucho de ello. Ferraz ha perdido las tres primarias que ha celebrado este partido para elegir al secretario general. Por eso, es muy complicado hacer previsiones. No está claro que Cospedal cuente con tan pocos apoyos y tampoco que Pablo Casado sea un tercero sin opciones. Es más, ha llamado la atención que haya sido capaz de conseguir más de 5.000 firmas como avales en apenas 48 horas.
Juanma Moreno, con buen criterio, quizás algo bisoño, quería que el PP andaluz mantuviera una neutralidad en el proceso, sobre todo de cara al congreso nacional, cuando el partido deberá curar las heridas de las primarias y salir unido detrás del nuevo líder. Del que sea. Si es la ex vicepresidenta, mejor, pero ni Moreno ni otros dirigentes locales se llevan mal con Pablo Casado.
Dos semanas en estado de convulsión
Pero esta actitud sólo ha sido una pretensión. El PP andaluz va a pasar dos semanas en estado de convulsión. María Dolores de Cospedal quiere consolidar apoyos en Sevilla, en Córdoba, en Jaén y en Almería, sabedora de que es en el sur donde más fuerte puede estar la ex vicepresidenta. No necesita ganar en Andalucía, pero un pequeño porcentaje de apoyos en el sur resultará muy rentable en el recuento final.
La desconfianza del PP andaluz hacia María Dolores de Cospedal no sólo proviene de sus malas relaciones con Javier Arenas. Es cierto que quien fuese presidenta de Castilla-La Mancha se comprometió a dejar este cargo al acceder a la secretaría general en el congreso de Valencia y que Arenas, que fue el principal defensa de Mariano Rajoy ante las embestidas de Esperanza Aguirre en ese cónclave, se sintió defraudado por una salida que no se produjo. Pero Cospedal no ha congeniado tampoco con la siguiente generación, la de Juanma Moreno, Antonio Sanz, Elías Bendodo y Fátima Báñez. Su propuesta para Andalucía era el cordobés José Antonio Nieto o el sevillano José Luis Sanz.
Los andaluces hubiesen preferido que el gallego Alberto Núñez Feijóo fuese candidato o, incluso, aceptarían por buena una victoria de Pablo Casado, pero una posible presidencia de María Dolores de Cospedal alteraría el equilibrio de poderes en el PP andaluz. Las consecuencias serían imprevisibles.
Escenario impredecible
El proceso de primarias que ha diseñado el PP es harto complicado, muy difícil de gestionar desde las direcciones. El día 5 de julio votan los militantes entre siete candidatos, tantos porque el nivel de exigencia de avales, un centenar, es muy bajo. Ello provoca que sea muy difícil que alguno de ellos gane en la primera vuelta, en la que necesita más de la mitad de los votos. Si fuese así, si ninguno resultase abrumadoramente mayoritario, serían los compromisarios quienes resolviesen la batalla en el congreso nacional del 20 y el 21 de julio. Pero podría resultar que éstos concluyesen en cónclave con un presidente, o presidenta, que no fue el mayoritario en las urnas.
A los compromisarios también se les elige en urnas el mismo día 5 de julio, en una elección sobre listas abiertas, lo que lleva a una mayor impredecibilidad.
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