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Las 200 Viviendas: el gueto de los nuevos obreros en Roquetas

El germen de la violencia La cara B de la economía almeriense

Los antiguos moradores abandonan la zona tras la llegada de mano de obra ilegal para los invernaderos · Droga y marginalidad se dan la mano en el barrio

Un vecino de las 200 Viviendas, en primer plano, frente a varios agentes de vigilancia en Roquetas.
I. M. G. / Roquetas De Mar

10 de septiembre 2008 - 05:04

"Lo peor es que esto se veía venir", denunciaba una vecina de las 200 Viviendas de Roquetas de Mar, que aseguraba sentirse "harta de llamar a la Policía cada dos por tres para que venga". El barrio se incendió finalmente el pasado sábado por la noche al explotar su carga de pobreza, drogadicción, delincuencia e inmigración ilegal con varias etnias (marroquíes, rumanos, subsaharianos, gitanos...) y religiones en su interior. El trágico balance se tradujo en el asesinato de un ciudadano senegalés después de que otro vecino del barrio, aún en paradero desconocido, le asestara dos puñaladas en una discusión por droga.

Más allá de las causas inmediatas, la violencia desatada durante dos noches seguidas en el municipio almeriense se derivan también de los profundos cambios en la provincia. Desde que El Dorado se instaló en Almería en el último tercio del pasado siglo XX, el barrio de las 200 Viviendas comenzó a acoger una inmigración ilegal que suponía mano de obra barata para los invernaderos. Las autoridades, los partidos políticos y los sindicatos por un lado denunciaban la situación, pero por otro callaban y guardaban silencio ante un crecimiento rápido y desmedido que lograba el bienestar económico que jamás había tenido la siempre olvidada Almería.

En barrios similares, tradicionalmente de trabajadores, se han hacinado en los últimos años las etnias que han llegado a Roquetas atraídas por el trabajo, y también por el dinero. Pero la convivencia nunca ha sido fácil, porque la avalancha de ciudadanos extranjeros tuvo que ser asimilada apenas sin tiempo por los del barrio de toda la vida, que lo fueron abandonando.

Roquetas tiene un padrón municipal de 85.000 habitantes, y de ellos unos 25.000 son inmigrantes. Más allá de los datos oficiales, es difícil cuantificar a los no censados. Sólo en verano, la población real se estima que rebasa las 200.000 personas.

El alcalde Gabriel Amat afirmaba a los medios que no se sabe si hay más inmigrantes en las 200 que en otras zonas como Cortijos de Marín, en el centro o en otros barrios, "pero se notan más, están más concentrados".

La muerte el pasado sábado del joven senegalés de 28 años Ousman Kote, más que integrado en Almería tras varios años trabajando en los invernaderos, que deja mujer y dos hijas, pone de manifiesto la cara B de la boyante economía almeriense. Da trabajo y bienestar a quien creía que jamás lo conocería. Pero en muchos casos estas mismas personas acaban hacinadas en zonas que se convierten en marginales por la influencia de la droga y la delincuencia.

El regidor recordó que Roquetas de Mar fue el primer municipio en negarse a establecer guetos. Sin embargo, los guetos crecen por propia naturaleza, porque los inmigrantes sin trabajo y sin papeles van donde pueden y donde les dejan, y donde saben que van a ser acogidos: en zonas como las 200 Viviendas.

La droga ha hecho el resto y fue la navaja que mató a quien sólo quería que dejaran de discutir. "Yo creo que hoy su familia en África está destrozada. Es un chico que ha trabajado para poder mantener a su familia. Quiero que se haga justicia y la gente vea lo que hay en el barrio y lo que ha pasado", denunciaba el vecino Daniel Serifo.

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