Del Valle, tras la desaparición de Mari Luz: "No voy a comerme ningún marrón"

La primera semana del juicio se cierra sin pruebas ni a favor ni en contra de los acusados del asesinato · El pederasta confesó a un compañero del instituto que "había estado con una chiquilla".

M. Rosa Font / Huelva

18 de febrero 2011 - 12:49

Huelva/La primera semana del juicio por el asesinato y abuso sexual de Mari Luz Cortés se cierra sin pruebas, ni a favor ni en contra de los presuntos autores, Santiago y Rosa del Valle. Los testimonios (una decena) que ayer se escucharon en la tercera sesión completaron el perfil pedófilo del presunto asesino y sumaron algunos pistas de la sucesión de acontecimientos en la tarde del 13 de enero de 2008, cuando se le perdió el rastro a la niña a pocos metros de su casa en El Torrejón.

Apenas habían transcurrido tres horas desde que la familia constató la ausencia de la menor y ya Santiago del Valle se lavaba las manos: "No voy a comerme ningún marrón", afirmó. Fueron las primeras palabras que se escucharon de boca del pederasta en relación con Mari Luz. Lo relataba al tribunal una prima de la víctima, Lidia R.F., que formó parte del segundo grupo de familiares y vecinos que acudió al domicilio de los Del Valle aquella misma tarde, ya con la presencia de la Policía, porque había corrido la voz de los antecedentes de abusos del hombre que vivía en el número 1 de la Avenida de las Flores.

En aquel mismo momento, se realizó una primera inspección del vehículo de Rosa del Valle, que se encontraba aparcado en la Plaza Rosa. El maletero del coche estaba como "recién lavado" y en su interior sólo había unos cartones que ocupaban toda la superficie, que la testigo llegó a tocar, manchados por unas gotas de agua en la zona interior. En cualquier caso, no se ha constatado y se trata sólo de una impresión de la prima de la pequeña.

Dos días después del teatro que la mujer del pederasta, Isabel García, montó en la sala de vistas de la Audiencia Provincial ante el mismo tribunal, una de sus hermanas -que rompió todo contacto con ella cuando la familia supo de la condena por los abusos sexuales a la hija del matrimonio Del Valle- pasó el trago de una comparecencia judicial.

P.G.R. desbarató la justificación que el matrimonio dio a la Policía para explicar su rápida huida de Huelva, el día siguiente de la desaparición. "No la llamé el 13 de enero, mi madre no estaba mala en aquella época", afirmó la testigo. Aunque la esposa del matrimonio admitió en la entrevista que mantuvo con este diario una semana antes del juicio que mintió a la Policía en este punto, en su día mantuvo que se habían marchado porque recibió una llamada de su hermana alertandola de que su madre se encontraba mal.

Isabel García, que no guardaba relación con sus padres, llegó a llamar a la casa después de desaparecer la niña para preguntar si había llamado la Policía. "Mi marido no tiene nada que ver", les dijo según confirmó su hermana, que informó en todo momento a los investigadores.

La testigo esbozó el cuadro de relaciones en el matrimonio, afirmando que era el pederasta el que hacía y deshacía, el que tomaba las decisiones. "Mi hermana estaba algo dominada e influenciada. Siempre lo decidía y lo hacía todo él", dijo.

Después de que Santiago del Valle fuera expulsado del Colegio Diocesano, al que iba Mari Luz, por su actitud con las menores con las que compartía pupitre, siguió buscando la compañía de niñas. Lo hizo en el Instituto San Sebastián, donde se matriculó en un curso de Gestión Administrativa en noviembre de 2007. "Se fue un jueves y, cuando regresó al lunes siguiente, me contó que había estado con una chiquilla, no me concretó la edad...", relató a los magistrados uno de los compañeros que el acusado tuvo en este centro

Este joven describió al pederasta como "prepotente y altivo". "Hablaba de cosas que se salían de lo normal..." y afirmó que, en cuando estaban en el patio, "desaparecía cuando veía a alguna chica y regresaba al cabo del rato. Este testimonio da más datos del comportamiento del hombre que admitió a los forenses que lo examinaron cuando ingresó en prisión que a los 17 años comenzó "a tener problemas por su inclinación sexual hacia menores".

En esta tercera sesión se escucharon otros dos testimonios -propuestos por la defensa- que en los días siguientes a la desaparición dijeron haber visto a Mari Luz en el otro margen de la avenida de las Flores y junto a la calle Margarita y que, tres años después, no consiguieron mantener sus afirmaciones.

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