El Tívoli World: del soplo de frescor en el franquismo al sueño hoy de reabrir sus puertas

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Un largometraje documental dirigido por los periodistas Lucía Muñoz Lucena y Sergio Rodrigo repasa el medio siglo de historia de un lugar mágico en Benalmádena

Puente de asaltos en Tivoli World: dos grupos de jóvenes se cuelan en el parque de atracciones de Benalmádena

Así se promocionaba Tívoli World

Abierto en 1972 en una Costa del Sol donde la dictadura quería mostrar al turismo su cara más amable, el parque de atracciones Tívoli World fue durante casi cincuenta años un paraíso para niños de varias generaciones hasta su cierre, y hoy sus extrabajadores sueñan con que reabra sus puertas.

Un largometraje documental dirigido por los periodistas Lucía Muñoz Lucena y Sergio Rodrigo repasa el medio siglo de historia de un lugar mágico en Benalmádena (Málaga) en cuyo auditorio actuaron Julio Iglesias, James Brown, Alejandro Sanz, Rocío Jurado, Raphael, Demis Roussos, Isabel Pantoja o Miguel Ríos, entre otros muchos artistas.

Mientras trabajan en el montaje final del documental, en el que muestran el estado actual de las instalaciones, ambos directores explican en una entrevista con EFE que decidieron embarcarse en este proyecto al oír la historia del cierre en 2020, movidos "por la nostalgia de los vídeos grabados en el parque con videocámaras caseras".

Recibieron el apoyo de Canal Sur y empezaron a resumir en imágenes esos cincuenta años con destacados testimonios como el de Miguel Ríos, que desvela cómo el Tívoli era uno de sus escenarios favoritos, en el que comenzó la gira de "Rock and Ríos", cuando batió el todavía vigente récord de asistencia al parque, 31.000 personas.

"El protagonista es el parque, pero no sería nada sin sus trabajadores y sus artistas. Era muy importante construir la mirada no solo hacia el parque, sino también del parque hacia el exterior, con los recuerdos de los visitantes que venían de todo el mundo", apunta Muñoz Lucena.

Una gran familia

En esos primeros años, los trabajadores eran como una gran familia. Una taquillera y un vigilante se enamoraron y se casaron, y el final de temporada se celebraba tirando a los empleados novatos al lago del Barco Misterioso. También hubo un hecho luctuoso: un mecánico murió aplastado por el mítico autobús londinense de dos plantas que promocionaba el Tívoli.

"La memoria del Tívoli no está guardada en un fondo documental, sino en el cajón de una casa, en una cinta de una videocámara antigua con un valor brutal. Hemos sacado esas cintas de los cajones de muchos españoles para contar una historia única", resalta Rodrigo.

Tras unos primeros años en los que la entrada costaba 10 pesetas, con derecho a acceder al auditorio, y había "Tivolinos" y "Supertivolinos" para subir a las atracciones, en siguientes etapas se sumaron nuevas ofertas como el Pasaje del Terror, que fue inaugurado por el actor Anthony Perkins, de "Psicosis".

Problemas económicos

El danés Bent Olsen, que había creado el parque con el nombre de otro similar de Copenhague, sufrió años después problemas económicos que le obligaron a compartir la propiedad con un compatriota, Henrik Johansen, y aquí empezaron los primeros problemas.

En 1990, una catástrofe de resonancia internacional, el incendio cerca de Oslo del buque Scandinavian Star, propiedad de Johansen, afectó al Tívoli, ya que hay quien asegura que se destinó dinero del parque a pagar las millonarias indemnizaciones por las más de 150 víctimas mortales.

Ya en 2004, el parque fue comprado por el empresario cordobés Rafael Gómez "Sandokán", quien siempre ha asegurado que lo hizo por "una historia de amor entre Córdoba y el Tívoli", ya que muchos cordobeses lo frecuentaban al veranear en la zona.

Pero "Sandokán" fue detenido en la segunda fase de la Operación Malaya y tuvo que vender en 2007 el parque por 25 millones de euros al grupo inmobiliario Tremón.

El último día

El 15 de septiembre de 2020, los trabajadores abrieron las puertas al público un día más, sin saber que sería el último en que se oiría en sus calles esa pegadiza melodía que decía "junto al mar, en la Costa del Sol, allí te espera Tívoli".

Hace más de tres años que los empleados dejaron de cobrar, pero algunos de ellos siguen trabajando a diario para mantener limpias las instalaciones, alimentar a los animales que están allí, comprobar que siguen funcionando las atracciones o evitar los actos vandálicos.

"Me sorprende y me emociona que haya gente que no está cobrando y que esté manteniendo un parque para que esté intacto, para que pudiera abrir mañana y que las atracciones funcionaran", resalta Rodrigo.

"Hay ilusiones y emociones que causaba y que hacen que unas personas lleven viviendo y durmiendo tres años en el parque para que no lo desvalijen. Me parece algo increíble".

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