Susana Díaz gana por el centro

La presidenta cierra con Ciudadanos un acuerdo que puede ser el prólogo de un pacto de estabilidad para cuatro años y deja al PP a la derecha y a Podemos e IU a la izquierda.

Teresa Rodríguez sale "mareá"
Teresa Rodríguez sale "mareá"
Juan M. Marqués Perales

10 de junio 2015 - 05:03

ESTA no es una fotografía robada, no se ha buscado un instante efectista pero poco representativo de la realidad, el encuentro entre la presidenta en funciones, Susana Díaz, y la líder de Podemos en Andalucía, Teresa Rodríguez, fue tenso. "Se batieron el cobre", comentó uno de los colaboradores de la socialista. Teresa Rodríguez quería discutir a fondo sus propuestas, pidió a los fotógrafos que terminasen pronto la sesión de bienvenida y se enfrascó en una discusión de algo más de una hora y veinte. Seria, muy seria, así se le ve a la gaditana mientras la sevillana aguanta la sonrisa (miren a la izquierda).

Susana Díaz propuso tres medidas para evitar los desahucios: una ronda con los principales banqueros, como la que ha mantenido Manuela Carmena con el presidente de Bankia, para crear una junta arbitral con consumidores; un acuerdo con el Consejo General del Poder Judicial para asistir a los afectados en caso de vulnerabilidad, y un decreto para ejercer el retracto y comprar las viviendas de tal modo que se pudieran quedar en manos de sus inquilinos mediante un alquiler social. Pero Podemos no quería eso, no se fía de Susana Díaz, necesitaba un gesto, un gesto de rebeldía: el cierre de algunas cuentas corrientes. Pero la Junta tiene más deuda que activos, todas las entidades son acreedoras y Díaz no es una militante anticapitalista. Una moderada, como ha llegado a autodefinirse. Ahora, 79 días después de las elecciones, se ha centrado, entre el PP y Podemos, con Ciudadanos, el partido de la moderación y la transparencia y el que puede darle en un futuro la tranquilidad de un pacto de estabilidad sin necesidad de experimentos hacia la derecha o hacia la izquierda.

Porque los nueve síes del sanluqueño Juan Marín, que suman 56 con los socialistas, dos por encima de la mayoría absoluta, suponen el prólogo de un acuerdo que puede durar toda la legislatura si Susana Díaz sabe administrarlos de un modo distinto a como se empleó con IU. Le hará falta argamasa para ganarse a sus socios y un gran cambio para que no huya, porque la presidenta va a ser sometida constantemente, como ha sido desde el principio, desde hace dos años, a una revisión de la historia del PSOE al mando de la Junta. Ciudadanos tiene la oportunidad de ser el catalizador de la transformación de una administración lenta y manoseada. Pero el partido de Marín también es preso de otra circunstancia: del futuro de Albert Rivera en la escena nacional. De hecho, el sí a Susana Díaz se produce el mismo día que Ciudadanos da su apoyo al PP de Cristina Cifuentes en Madrid en la búsqueda de un difícil, pero virtuoso, equilibrio.

79 días después de las elecciones, y con algún que otro esfuerzo, Susana Díaz consigue lo que se propuso al convocar elecciones anticipadas: gobernar sola, frenar a Podemos y buscar en Ciudadanos la estabilidad que ya no le daba IU. Además, logra marcar la diferencia buscada con respecto a su secretario general, Pedro Sánchez, a quien sus cercanos acusan de echarse en los brazos de Pablo Iglesias, aunque le ha fallado Ferraz: si desea ser secretaria general del PSOE federal, deberá esperar unos años, tres o cuatro, que fue lo que Felipe González le soltó en plena campaña electoral.

Susana Díaz materializa otro deseo: colocar a Juan Espadas al frente de la Alcaldía de Sevilla, su ciudad. Espadas es una apuesta personal de la presidenta, todos le reconocen a este ex consejero tanto su valía como su falta de sal, pero la trianera se empeñó en mantenerlo. Su problema ahora se llama Cádiz, Susana Díaz no quiere que el PSOE coloque en la Alcaldía al candidato de Podemos, José María González, Kichi. Es la hoja de ruta perfecta de la centralidad: gobernar con Ciudadanos en la Junta, conseguir alcaldías con Podemos e IU en Córdoba, Sevilla y Jerez, pero sin comprometerse la capital gaditana, donde quien aspira al cargo es el compañero sentimental de Teresa Rodríguez. Ése es su deseo, pero debe vencer el trago de unos concejales que deben votarse a sí mismos y dejar el gobierno a Teófila Martínez, alcaldesa durante 20 años y azote del socialismo gaditano hasta casi su práctica extinción. Es toda una venganza del destino que la suerte del PSOE en Cádiz esté ligada a la de la alcaldesa popular.

Teresa Rodríguez se sitúa a la izquierda de Pablo Iglesias y de Íñigo Errejón. Cuando pareció que Podemos se dirigía hacia la abstención al PSOE, Rodríguez amagó con consultar a las bases. Sergio Pascual, andaluz, colaborador de Iglesias y secretario de Organización, había explicado con anterioridad que una abstención no se consultaba a las bases, pero Teresa Rodríguez tira más a Diego Cañamero que a Errejón. "No se pone al teléfono", explicaba ayer el vicepresidente de la Junta, Manuel Jiménez barrios. Durante estos días, la líder de Podemos ha evitado las llamadas de Presidencia y de los negociadores del PSOE. Hasta tuvieron que hablar con Pablo Iglesias para mediar con la gaditana.

A la derecha se queda el PP de Juan Manuel Moreno Bonilla. La abstención que el PSOE buscaba entre sus 33 parlamentarios era una muestra de la debilidad de Díaz durante estos días. Mal debía estar la situación si la esperanza socialista tenía que llegar desde su antagónico histórico, del partido que aspira al relevo en Andalucía. Sin embargo, hay que tomar nota de lo conocido durante estos días: la coincidencia del PSOE con las propuestas programáticas del PP son del 90%, según cuantificó Jiménez Barrios. Escasa diferencia entre dos partidos que hacen de sus distintas realidades su razón de ser, y es que Susana Díaz le concedió lo que durante estos años ha negado: un descenso general del tramo autonómico del IRPF y una bonificación del impuesto de sucesiones y donaciones. Los populares lo querían del 100%, y la presidenta excluía de ello a las grandes fortunas. Es lo que ha criticado el líder de IU, Antonio Maíllo, la contradicción entre la bajada de impuestos y el aumento del gasto para mantener los servicios sociales.

Susana Díaz buscaba la centralidad, pero no por ausencia, sino por presencia, le hubiese gustado una abstención a derecha e izquierda, del PP y de Podemos, además de Ciudadanos. Se debe conformar con lo obtenido aunque el acuerdo ofrece mejores perspectivas que la melé de un consenso obligado.

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