La ventana
Luis Carlos Peris
Perdidos por la ruta de los belenes
El 95,2% de los adolescentes andaluces tiene móvil con conexión a internet, pero sólo uno de cada cuatro asegura tener normas para su uso. El "escaso nivel de supervisión" que los jóvenes perciben es una de las realidades reflejadas en un informe elaborado por Unicef sobre el impacto de la tecnología en la vida de los jóvenes andaluces de entre 11 y 18 años elaborado a partir de 2.228 encuestas realizadas a estudiantes de Secundaria en 24 centros escolares de la comunidad entre noviembre de 2020 y marzo de 2021. Según aseguran los propios jóvenes, sólo un 10% de las familias limitan el tipo de contenidos a los que pueden entrar los menores y el 21% establecen horarios, pero sí hay un 16% que impide el uso de los móviles, ordenadores, videoconsolas o tablets como castigo.
"Es necesario establecer una buena higiene digital en el hogar", reza el documento, un reto para las familias que, como señala Rosario del Rey, una de las expertas que han participado en el informe, están pasando por un proceso de alfabetización digital casi paralelo al de los adolescentes, ya que uno de cada tres jóvenes andaluces de entre 11 y 18 años podría tener un "uso problemático", un concepto desarrollado por la OMS que tiene que ver con el exceso de utilización de estas tecnologías, pero también "un alto grado de interferencia" en el día a día de estos niños y adolescentes.
Del Rey, profesora de Psicología Evolutiva de la Universidad de Sevilla, apunta a la necesidad de trabajar al mismo tiempo en el entorno familiar y en el entorno educativo para concienciar a los jóvenes de que contactar en redes con desconocidos, el uso continuado de los videojuegos o las apuestas on line entrañan unos riesgos que no siempre son obvios.
Hay que tener en cuenta que seis de cada diez duermen con el móvil y uno de cada cuatro se conectan a partir de las 12 de la noche. Además prácticamente todos (99,2%) tienen aplicaciones de mensajería instantánea, como Whatsapp, y cuenta en una red social, como Instagram (83,1%) o Tiktok (79,1%). Además, el 61,7% tiene más de una cuenta en alguna de esas redes sociales, una práctica que les sirve para dedicar una a "familia y conocidos" y otra para sus compañeros, "su grupo de iguales". "Obviar este dato implica que a menudo los progenitores puedan llegar a tener una falsa sensación de control", añade el informe elaborado por Unicef.
Este doble uso concuerda con otras prácticas de riesgo como, por ejemplo, aceptar a desconocidos en las redes (60,5%), directamente conectar con ellos (57,2%) e, incluso, quedar con personas que han conocido a través de las redes o chats (23,4%). Esto va de la mano con un aumento de las prácticas asociadas al sexting, algo reflejado en que casi la mitad (46,3%) ha recibido mensajes de contenido "erótico o sexual" y el 16% reconoce haberlos enviado. El porcentaje baja al 31% cuando se trata de "sexting pasivo", es decir, que han recibido fotos o vídeos sexuales, pero las situaciones más problemáticas son el envío de ese tipo de mensajes, algo que admite el 8,7%, el hecho de recibir presiones para mandarlos (14,1%) o incluso casos de chantaje con amenazas de publicación vídeos o fotografías íntimas del menor (4,4%).
Los chantajes relacionados con el sexting pueden estar relacionados, indica el informe de Unicef, con casos de acoso escolar, que está presente en uno de cada tres adolescentes de 11 a 18 años. El ciberacoso es menos frecuente, ya que podría afectar dos de cada diez. Sin embargo, la autopercepción es mucho más baja, ya que "sólo el 3,7% de los adolescentes diría que está sufriendo acoso escolar y el 2,3% ciberacoso", indica el documento. Resulta llamativo que "en internet la mitad de quienes sufren acoso, también lo ejercen" y los casos más habituales están relacionado con el físico, "ser diferente" o "que me tienen manía".
El informe también señala otro de los riesgos asociados a las nuevas tecnologías en materia de videojuegos, algo que forma parte en la vida de los adolescentes, ya que casi seis de cada diez (58%) son jugadores habituales. Un cuarto de esos adolescentes juegan todos los días, si bien el promedio de uso alcanza las 7,3 horas semanas. Pero hay un 5,8% que admite que se pasa más de 30 horas a la semana jugando. La sobreexposición no es el único problema detectado por Unicef, que desvela que el 58,2% de los adolescentes tienen juegos que no son adecuados para su edad. De hecho, sólo uno de cada cinco se fija en el sistema de recomendaciones que marcan los videojuegos como suele ocurrir con las películas. Y sólo el 16% de los padres atiende a esa clasificación, denominada PEGI. Además, de forma incipiente, pero no despreciable, hay un 4,2% de los adolescentes que han participado en la encuesta admiten que son usuarios del juego on line, sobre todo apuestas deportivas y póker online.
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