Las dudas de Sánchez sobre sus líderes territoriales debilitan a Juan Espadas
El PSOE celebrará su congreso federal o después de las elecciones europeas de junio o de las catalanas, y en menos de tres meses será el turno del andaluz
Si Ferraz se decanta por relevar al líder andaluz lo hará en 2025, al menos un año antes de las elecciones de 2026
"Si perdemos también las europeas en Andalucía, sumaremos cuatro elecciones, un ciclo completo", indica un militante con proyección entre las bases
María Jesús Montero advierte a Juanma Moreno que "se prepare para las elecciones"
Las grandes dudas sobre si Juan Espadas es el mejor cartel que el PSOE puede ofrecer a Andalucía en 2026 regresan. Galicia le ha dado a Ferraz un baño de realidad. ¿Y si el PSOE cronifica su segunda posición en la comunidad más poblada de España?
El mal resultado de las elecciones gallegas ha sacudido el mapa territorial del PSOE, que es un plano con tantas áreas azules y tan pocas rojas que demuestra que el partido se encuentra ante una de sus peores crisis desde la Transición. Aunque gobierne en Moncloa, más allá de eso sólo preside tres comunidades autónomas, pocas ciudades y menos diputaciones. Un partido necesita votantes y militantes, pero sus cimientos lo conforman el poder institucional. Sin cargos que repartir en los municipios, sin diputaciones para los cuadros provinciales, sin gobiernos autonómicos para los dirigentes intermedios, cada revés electoral agrava la debilidad de la formación.
Y eso es lo que el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, ha percibido después de las gallegas: le faltan líderes territoriales que igualen o superen la marca del partido, y esto perjudica de un modo especial a Juan Espadas, cuestionado ya por una parte importante del PSOE en Andalucía. La última renovación que hizo de su Ejecutiva causó más perplejidad que esperanza porque, fiel a su estilo, las funciones se dispersan ad infinitum en una megadirección de más de 60 miembros a la que se añade un gobierno en la sombra.
Pedro Sánchez reunió el lunes a su Ejecutiva federal, y de allí salió una interpretación benévola de lo ocurrido en Galicia. Según esta teoría, que es la misma que expresó la vicepresidenta María Jesús Montero en Cádiz este viernes, los bloques de derecha e izquierda en Galicia siguen casi empatados, ya que lo que ha sucedido es un desplazamiento del voto desde el PSOE de José Ramón Gómez Besteiro al BNG de Ana Pontón. Sí, eso es cierto, pero es la peor expresión de una campaña socialista subarrendada al BNG para acabar con los gobiernos del PP en la Xunta.
Y como dicen los viejos socialistas, entre la copia y el original, el votante siempre prefiere al original. Si lo que Ferraz aspira ahora es a ser una suerte de Sumar, donde cuenta como propios los votos del BNG, de ERC y de Bildu porque vienen de la izquierda, dormirá tranquilo pero habrá perdido su alma de partido de Estado, el que presumía de que era el espejo de España.
Líderes con marca
Pero Sánchez añadió una reflexión más en la Ejecutiva federal, la más interesante, la que pone el acento en la debilidad territorial del PSOE, en la erosión de sus federaciones regionales, desposeídas de gobiernos autonómicos, grandes alcaldías y diputaciones. El PSOE necesita, vino a contarles Sánchez, líderes autonómicos que mejoren la marca del partido, personas comprometidas con su territorio, como es el caso de Ana Pontón, que ha llevado al BNG de siete a 25 escaños en ocho años.
Ante esa reflexión, este periódico ha preguntado a diversos cargos socialistas andaluces cómo afectará eso a Juan Espadas, el líder del PSOE andaluz al que las encuestas se empeñan en mantener en un puesto tan secundario que no afecta a la mayoría absoluta de Juanma Moreno. En lo que todos coinciden es en que será Pedro Sánchez quien decida si hay que relevar a Espadas, y que esa decisión se tomará después del congreso federal del PSOE. Este cónclave se celebrará en 2024 si se convoca después de las elecciones europeas de junio, que servirán para medir muy bien cuáles son las fortalezas y debilidades de los socialistas por territorio.
Si fuesen después de las catalanas, que aún no se han fechado, el congreso llegaría en 2025 y, en menos de tres meses, se celebraría el andaluz. "Al mes siguiente se podría hacer", explica uno de los dirigentes provinciales con los que ha hablado este medio. De ese modo, si hubiese un nuevo líder, tendría más de un año para prepararse las elecciones autonómicas de 2026.
Las europeas son la clave
Tal como cuentan varios alcaldes, los peores resultados que el PSOE ha obtenido en sus municipios fueron los de las autonómicas a las que se presentó Juan Espadas. Entonces, los socialistas apenas superaron los 800.000 votos en la comunidad; en las municipales llegaron a 1,3 millones y en las generales, 1,4 millones. Un militante con bastante proyección en la organización sentencia: "Si perdemos en Andalucía las elecciones europeas, llevaremos cuatro, un ciclo completo, y eso nunca ha ocurrido".
Ese problema de marca es el que hizo que la factoría de Moncloa decidiese mandar a Juan Espadas a la portavocía del Senado para que tuviese mayor visibilidad mediática. Pero tal como apunta un diputado, lo que hace en el Senado es negativo, "porque tiene que defender los aspectos del Gobierno que más daño nos hacen en Andalucía, como el de la amnistía".
Espadas no genera ilusión en los dirigentes andaluces del PSOE, es respetado, se le considera un gran trabajador y un mal organizador, y no es el candidato con el que sueña el partido. Los secretarios provinciales de Sevilla y de Jaén, Javier Fernández y Francisco Reyes, le apoyan, y ellos son los únicos que han mantenido las diputaciones tras las elecciones del 28 de mayo, pero más allá de su círculo parlamentario pocos apuestan por él. Harán lo que Pedro Sánchez decida, pero sin convicción. Como explica un ex dirigente, "si lo volvemos a presentar, estamos enviándole a la gente el mismo mensaje de 2023, que da igual que voten a Juanma Moreno".
Un secretario provincial concluye: "Tampoco tenemos otro candidato". La preferida del partido, que es María Jesús Montero, no quiere volver a la política andaluza, tiene ganas de pelear con Juanma Moreno, pero no está dispuesta a bajar a esa dura arena. Y Pedro Sánchez, de momento, no se lo ha pedido. Y es que el problema que subyace en este debate es que el PSOE de Andalucía no necesita un candidato, sino un secretario general que coloque en la formación en una posición de recuperación en todos los ámbitos.
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