Andalucía, amiga del Sáhara, aliada de Marruecos

Todos los presidentes de la Junta han comprendido la reclamación marroquí, y Griñán se atrevió a defender el plan de autonomía en 2009

Susana Díaz quiso romper el Gobierno con IU después de que Diego Valderas intentase viajar a Tinduf

La Fundación de las Tres Culturas es una institución única, donde está representado Marruecos, Andalucía e Israel

Susana Díaz y Mohamed VI, en septiembre de 2014.
Susana Díaz y Mohamed VI, en septiembre de 2014. / EFE

Sancho ha ganado a Quijote, bien es cierto que después de casi 50 años de un conflicto empantanado. La realpolitik se ha abierto paso, y el Gobierno español ha terminado por apoyar el plan de Marruecos para el Sáhara: una autonomía sobre estos antiguos territorios españoles. Se habla de giro, incluso de gravedad copernicana, pero la nueva posición española se ha venido gestando durante décadas, la relación que los gobiernos andaluces han mantenido con Marruecos y su rey es una prueba de ello.

Griñán, Valderas y Susana Díaz, cuando ésta era consejera de Presidencia.
Griñán, Valderas y Susana Díaz, cuando ésta era consejera de Presidencia. / Juan Carlos Vázquez

Todos los gobiernos andaluces han mantenido unas relaciones casi fraternales con las asociaciones de amigos del pueblo saharaui, los niños de los campamentos de refugiados de Tinduf visitan cada verano a sus familias andaluzas, los presidentes de la Junta se hacen fotos muy tiernas con ellos, pero, a, la vez, han deseado estrechar relaciones con Marruecos y su rey. Puede ser hipocresía, pero sólo refleja la compleja posición española ante un vecino necesario, que no sólo frena (o abre) los flujos migratorios, sino que informa sobre el terrorismo islámico, dejar pescar a los barcos de Barbate y es un aliado occidental en una zona del planeta de gran riesgo.

Luis Planas, entonces ex consejero de la Junta, fue nombrado embajador en Marruecos

No es casualidad, por tanto, que las primeras visitas de los presidentes de la Junta sean a Marruecos. A veces, ha sido el Gobierno andaluz el que ha limado asperezas entre Madrid y Rabat. No obstante, cada uno de estos viajes han sido, previamente, pactado y autorizado por el Ministerio de Asuntos Exteriores. Así ha sucedido con Manuel Chaves, José Antonio Griñán y Susana Díaz, incluso con Juanma Moreno, cuya primera salida de Andalucía le llevó a Rabat. Entonces, la preocupación de las autoridades marroquíes fue Vox, y su posición radical ante la inmigración.

En enero de 2019, Susana Díaz amenazó con romper el Gobierno de coalición con IU si su vicepresidente, Diego Valderas, viajaba a los campos saharauis de Argelia. A diferencia del PSOE, IU ha reclamado siempre un Sáhara independiente y se ha mostrado a favor de todas las reclamaciones del Frente Polisario. Valderas, segundo del Gobierno andaluz y líder de IU, estaba dispuesto a abrazar al amigo saharaui desde esta posición de poder.

Susana Día amenaza con romper por el Sáhara

Es cierto que Susana Díaz estaba deseando romper la coalición con IU, para adelantar elecciones, como después, y por otros motivos, buscó deshacerse de Ciudadanos, pero el viaje de Valderas no estaba autorizado por Madrid. Ni Susana Díaz lo deseaba, el 9 de enero de 2015 advirtió al vicepresidente del riesgo de ruptura, Valderas reculó, pero el 25 de enero la presidenta los echó del Ejecutivo y convocó elecciones anticipadas.

No fue el Sáhara la causa, porque Díaz sólo quería fabricar argumentos para acabar con la legislatura un año antes, pero evidenció la buena relación del PSOE andaluz, al menos en las alturas, con la causa marroquí. En septiembre de 2014, meses antes, la presidenta había viajado a Marruecos en una gira oficial, donde buscaba una difícil entrevista con el rey Mohamed VI. Horas antes de regresar a España, un consejero real avisó de que la recibiría en Tetuán. Mohamed VI le puso un avión en Rabat, y a las pocos minutos, Susana Díaz entraba en la residencia real de esta antigua ciudad española.

El Sáhara, el Sáhara... En aquel viaje, la presidenta de la Junta se preparó para no citar el gran problema que ha separado a Marruecos de España en el último medio siglo. Sabía que la insistencia que los periodistas marroquíes, sobre todos los oficiales, se podía convertir en una trampa. Tanto se prometió a sí misma eludir la palabra, tanto se lo repitió, que en una rueda de prensa, delante del primer ministro, tuvo un lapsus al explicar lo contenta que se sentía de estar viajando en aquellos días... "por el Sáhara". Su rapidez para corregirse redujo aquello a un anécdota.

Griñán, en un aprieto

La razón es que su antecesor, José Antonio Griñán, también en uno de sus primeros viajes, fue objeto de una celada por parte de periodistas marroquíes que conocían, de antemano, su conversación con el primer ministro. Griñán se manifestó, de modo claro, a favor de la autonomía para el Sáhara. Fue en 29 de septiembre de 2009. Después, hubo de rectificar como pudo, pero mostraba que una parte importante del PSOE ya contemplaba ese plan como el único realista. Es lo que acaba de escribir el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en su carta a Mohamed VI: es la única salida "seria, creíble y realista".

Atrás quedaban la soledad de algunos pioneros socialistas en el giro que hemos visto estos días. A principios del año 2000, el ex ministro de Educación de Felipe González Jerónimo Saavedra explicó a algunos periodistas andaluces en Córdoba que el Sáhara nunca podría constituirse como un nuevo país en el Sahel.

Aquel 29 de septiembre de 2009, José Antonio Griñán se reunió con el primer ministro Abbas El Fassi y en una esperpéntica rueda de prensa posterior -comparecieron en un atril situado a pie de escaleras con los periodistas agolpados y un gato deambulando-, fue la autoridad marroquí quien confirmó que el contencioso había sido objeto tratado en la reunión. "El presidente Griñán ha demostrado grandes conocimientos sobre el proceso de descolonización y cómo Marruecos está avanzando en una solución que pasa por el plan de autonomía", afirmó El Fassi, para congratularse de un programa de "regionalización que deseamos extender a las otras 16 regiones del reino". "Si el presidente está orgulloso de su autonomía, también podemos en Marruecos", continuó El Fassi para decir que la solución "después de 30 años, no está en ver vencedores y vencidos, porque el 80% de la población ya es marroquí y más de 3.000 saharauis han vuelto al territorio".

Preguntado por los periodistas por la espontánea entrada en la agenda del conflicto saharaui, inusual en anteriores visitas del presidente de la Junta a Marruecos, y por si ese apoyo expresado a periodistas marroquíes suponía una postura diferente a la cautelosa del Gobierno español, Griñán negó la mayor. Volvió a definir de "interesante" la propuesta siempre en el marco del diálogo en las Naciones Unidas. ¿Y quién ha sacado el tema?, insistió una periodista. "Conjuntamente", es decir, a la vez, afirmó Griñán para reiterar que mantiene la misma posición que el Gobierno.

Chaves, y las Tres Culturas

El presidente andaluz que más interés mostró por las relaciones con Marruecos y por los conflictos del Mediterráneo fue Manuel Chaves. Fue recibido por un Mohamed VI, recién llegado tras la muerte de su padre. En esa entrevista le explicó al presidente de la Junta que España no podía ganar siempre por cuatro a cero a Marruecos. Gobernaba, entonces, José María Aznar, que fue el presidente español que ha tenido una posición más grave con el país vecino, tanto que derivó en el conflicto del islote de Peregil en julio de 2002.

La toma de ese peñasco por parte de Marruecos motivó que fuese Estados Unidos el que resolviese la crisis entre sus dos aliados, para asombro de los responsables norteamericanos de su política exterior, a quienes les costó encontrar en el mapa el peñón disputado.

Manuel Chaves creó la Fundación Tres Culturas del Mediterráneo, una institución, cuya sede está en la isla de la Cartuja En Sevilla, y donde están representados la Junta, Marruecos, el Gobierno español y los israelíes. Hace unos meses, el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, explicó en este diario el impulso que su Gobierno quería dar a esta fundación de la Junta.

La victoria marroquí sobre este conflicto está, de hecho, relacionada con Israel. Hace dos años, Donald Trump reconoció la marroquinidad del Sáhara a cambio del restablecimiento de relaciones entre Marruecos e Israel. Los acuerdos de Abraham abrieron una inédita relación entre el Estado hebreo y algunos países musulmanes, aunque las potencias europeas se negaron a reconocer el plan marroquí para el Sahara.

Rabat siempre contó con el favor de Francia en este conflicto, y hasta hace unos meses presionó a Alemania hasta que se sumó al bloque. Es lo que ha ocurrido, ahora, con España.

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