Reivindicación del interruptor
política
Cuatro consejeros de la Junta, tres de Cs, acompañan a Albert Rivera en un acto en Málaga que aportó visibilidad al partido en una fecha señalada
Los políticos dependen de la imagen como los virus dependen de sus hospedadores. Es su forma de propagarse. Sin visibilidad, un político no es nadie, por eso ocupa una posición prominente en los sondeos de opinión el grado de conocimiento de los líderes políticos, casi tan fundamental como la nota con la que los encuestados los califican. Cuantos más luces y más focos, mejor. Nada es un político si nadie lo conoce. La invisibilidad es peor que la inexistencia. Mejor que hablen mal de uno que no hablen, que dijo aquél.
Si en algo coinciden los analistas políticos es el raquítico rédito que está obteniendo Ciudadanos en su papel de socio de Gobierno en Andalucía. Los sondeos no son alentadores. En los fastos del segundo aniversario del abordaje de la derecha al Palacio de San Telmo, y a un trimestre de las elecciones en Cataluña (Arrimadas sumó más votos que nadie en las últimas), en el partido naranja cunde una cierta inquietud que añade ponzoña a un partido que da muestras de división y que no acaba de acomodarse en un discurso político estable, removiéndose como hace un faquir sobre la cama de clavos en los primeros segundos de hazaña.
Lastrado por estas rémoras, en Cs están convencidos de que la visibilidad tiene que ser un punto de partida. Pero, para que se haga la luz, es necesario primero darle al interruptor. Ese papel lo proyectó ayer el antiguo líder de Ciudadanos Albert Rivera, quien sigue siendo un personaje con un alto grado de conocimiento popular, ya sea por aquellos incipientes desnudos, por su meteórico entusiasmo posterior o por el crac de la fallida alianza con Pedro Sánchez. Ya ajeno a la vida pública, Rivera y Cs saben que aún hay un tirón mediático. Rodeado de flases, posó junto a una nutrida representación del partido naranja en Andalucía. Era Málaga, así que también estuvo el consejero de Presidencia, Elías Bendodo, representando al socio en el Ejecutivo y, claro, dando presencia en su blocao provincial.
La idea era celebrar el segundo aniversario del Gobierno del PP y Cs, en cuya coalición los naranjas aparecen difuminados por los rayos de la estructura del PP. Lo reconoció el lunes el consejero de Educación, Javier Imbroda, el primer peón de Rivera en Andalucía. El consejero admitió que para Cs "es muy difícil la supervivencia" por encontrarse "dos enormes estructuras como el PSOE y el PP". Los medios de comunicación "tampoco ayudan".
Además de los esperados palos a Pedro Sánchez, Rivera lanzó flores al personal, también a Marín, y adivinó una "largo ciclo" al bipartito Gobierno andaluz, el primero sin el PSOE en 36 años cuyo "interruptor" fue Cs, subrayó Imbroda. Cs está necesitado de elogios, también de visibilidad, aunque hay quien le achaca que haya bombilla al final del interruptor.
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