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"Reían y gritaban: remátalo Pedro"

El policía local que perdió un ojo narra en el juicio a los Cachimba el asalto al cuartel de Puerto Serrano

Juan Cadenas llega, acompañado de su mujer, al juicio en jerez contra sus agresores. / Pascual
Pedro Ingelmo

21 de febrero 2017 - 02:34

Jerez/Una orgía de violencia que no superó los quince minutos fue ayer diseccionada en la primera sesión del juicio por el asalto de los hermanos Venegas, los Cachimba, a la comisaría de la Policía Local de Puerto Serrano (Cádiz) la noche del 17 de enero de 2015. Uno de los agentes, Juan Cadenas, perdió el ojo y estuvo a punto de morir a manos de José, Pedro y Jorge Venegas, que ayer se sentaron en el banquillo esgrimiendo su inocencia. En su declaración argumentaron sus locuras y sus adicciones, que no eran conscientes de lo que hacían y que lo que hicieron fue en defensa por la violencia anterior utilizada por la Policía.

Los tres protagonizaron un episodio de brutalidad sin sentido. Un hermano, "que estaba muy loquito" (Jorge, el menor), fue detenido por conducción temeraria -circulaba a cien kilómetros por hora, según el compañero de Cadenas, por el casco urbano de Puerto Serrano, con la gente despavorida quitándose de los veladores para no ser atropellados-. Más tarde, sus dos hermanos mayores no pararon hasta sacarlo de las dependencias policiales.

El momento más emotivo en la primera sesión del juicio, en la sección octava de la Audiencia Provincial, en Jerez, lo constituyó el relato de la víctima, Juan Cadenas, que se vio incapaz de declarar de cara a sus agresores. Pidió hacerlo tras una mampara. Y lo hizo la mayor parte del tiempo con la voz entrecortada y temblorosa por la emoción.

La noche en que salvó la vida de milagro no se le quita de la cabeza. "Los dos hermanos reían y gritaban: 'Remátalo, Pedro'. Aún me resuena en la cabeza". Según Cadenas, Jorge y José jaleaban a su hermano Pedro en el momento en que éste logró vencer las defensas de Juan para rajarle la cara con un trozo de cristal punzante de unos veinte centímetros. El arma se la había proporcionado él mismo al reventar la puerta de la comisaría a puñetazos y patadas. Antes, Jorge, el detenido, ya le había gritado a él y a sus compañeros: "¡Te cortaré la cabeza, mataré a tu hijo, violaré a tu mujer!".

Después llegaron sus hermanos, acompañado del hijo de José, que ha sido juzgado en un tribunal de menores. "Ni cuatro agentes ni cinco hubieran podido reducirles". Cadenas sintió terror y reconoció que su error fue guardar el arma cuando Pedro, por un momento, dejó de amenazarle y empezó a cortarse él mismo los brazos con el cristal aullando de rabia.

Ese instante de debilidad del agente fue aprovechado por Pedro Venegas para volver sobre su presa, acorralarlo y seguir atacando. Cadenas intentó defenderse con un aerosol disuasorio, pero falló y dio a su compañero. Y los hermanos -sobre todo Pedro- se ensañaron con él.

Cómo consiguió zafarse es algo que no sabe. Gritó: "¡Me han dado, me han dado!" mientras huía "despavorido" buscando el furgón, dejando atrás un abundante reguero de sangre. Tuvo serenidad para echar el seguro a las puertas del vehículo del coche. Los hermanos corrieron detrás de él, con el más pequeño chillando, enloquecido, "¡mátalo, mátalo!".

Pero consiguieron arrancar y huir. Su compañero quedó espantado al ver las heridas. Cadenas lo recordó ante el tgribunal: "Sangraba como un animal, sólo quería salir de allí con vida, queme me curaran y ver a mi hijo. Era lo único que quería. Sobrevivir. En ese momento ya me daban igual los detenidos, la jefatura; me daba igual todo. Ese fue mi último servicio, ese día dejé de ser policía".

Policías locales de las plantillas de varias ciudades andaluzas se congregaron ayer ante la sede de la Audiencia Provincial, en Jerez, para mostrar su apoyo y su solidaridad a Cadenas y a sus compañeros atacados en Puerto Serrano. Los agentes solicitan que se refuercen los efectivos policiales en las poblaciones de zonas rurales para poder luchar contra la "impunidad"con la que, denuncia, actúan los delincuentes.

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