Rafael Velasco: de cómo llegar a Ferrari desde un 'kart'
El perfil
Rafael Velasco Mora es, a sus 36 años, el vicesecretario general más joven de la historia del PSOE-A, un cargo al que llega de la mano de José Antonio Griñán tras una carrera meteórica que inició en el 95
VELOCIDAD. Ésa es la clave de la carrera política de Rafael Velasco Mora, el flamante vicesecretario general de l PSOE-A desde el pasado sábado. Velocidad en su carrera y velocidad en sus pasiones. De concejal en Palma del Río con 22 años a vicesecretario general del PSOE-A con 36. A todo gas, como cuando se monta en el kart que le apasiona -y que 'desde pequeño se le da bien', señala uno de sus amigos- y pisa a fondo en busca de la vuelta rápida, aunque lleve ya un año sin hacerlo. Con la misma fascinación con la que acude a Montmeló a ver un Gran Premio de Fórmula 1 o a Jerez a los entrenamientos oficiales. Con el mismo vértigo que da afrontar dos años claves en Andalucía, en medio de un panorama tan complicado para el socialismo regional, con las encuestas a la contra y una crisis económica ante la que no caben vacilaciones. Quince años que no son nada para muchos de los que están en política y que para él han supuesto el ascenso a las mieles de la gloria.
Hay que ir a 1995 para entender cómo llega Rafael Velasco hasta aquí. Es en ese año cuando traba relación con una de las tres personas que han marcado su vida política y con el que puede considerarse su padre en estas lides. Es en ese año cuando Salvador Blanco, entonces alcalde de Palma del Río y ahora vicepresidente primero de Cajasur, lo introduce en la lista con la que acude a las municipales después de rechazar al candidato que le habían presentado las Juventudes Socialistas. Ahí empieza el idilio de Velasco con la política. En esos primeros años, Blanco ejerce casi de preceptor, le da sus primeras áreas de gestión y un consejo que es el único que lamenta que no la haya aceptado: 'Tú por la mañana a estudiar y por la tarde al Ayuntamiento', recuerda que le dijo en el 95 'y es lo único en lo que no me hizo caso', sentencia. Velasco no ha terminado sus estudios de Filología Inglesa.
En 1996, Velasco se hace con la Secretaría General de la Juventudes Socialistas de Córdoba y, un año después, y por sorpresa, llega al liderazgo en Andalucía de la mano de Mario Jiménez 'que fue el que me engañó', comenta con sorna. De aquellos años en Juventudes mantiene en la Ejecutiva actual a dos de sus colaboradores más cercanos: la sevillana Susana Díaz como secretaria de Organización y el malagueño Francisco Conejo al frente de Comunicación. Y también en esos años comienzan sus primeros choques con la realidad del partido; unas desavenencias que le hacen marchar a Madrid como diputado en el año 2000 ante sus problemas con el entonces secretario provincial de los socialistas cordobeses, José Mellado, que no lo quería en Sevilla.
En la capital de España es donde Velasco topa con su segundo referente. En 2000, en plena mayoría absoluta del Gobierno de Aznar, un grupo de diputados jóvenes son acogidos en Madrid bajo el manto de José Antonio Griñán. Entre ellos se encuentran el propio Velasco, Leire Pajín, Iratxe García y Carme Chacón. A Velasco lo coloca Griñán -al que conoció junto a Manuel Chaves en 1996 en la inauguración de una residencia de mayores en su pueblo-, como portavoz adjunto en Empleo y en la comisión de seguimiento del Pacto de Toledo. Hasta 2003, cuando Velasco vuelve a Córdoba como vicepresidente primero y portavoz socialista en la Diputación, ambos se convierten en estrechos colaboradores. Diez años después, ha sido Griñán quien lo ha designado como su hombre para llevar las riendas del socialismo andaluz.
Cierra el trío clave Luis Pizarro. El gaditano es el hombre que ha enseñado al cordobés todas las claves del partido desde que aterrizase en la secretaría de Política Institucional en 2005, el que ha compartido con él más horas de trabajo en los últimos años y el tutor que ha dejado su sitio al alumno sin ruido y sellando la sucesión con un largo abrazo emocionado envuelto en una gran ovación del auditorio del Palacio de Congresos de Sevilla.
Y es ese aplauso el que mejor muestra la forma en la que Velasco ha sustentado su labor política: buscando siempre el consenso y el diálogo -algo que le enseñó desde un principio Salvador Blanco como forma de actuar de ese clan de Palma del que ahora se habla- y sin levantar más ampollas de las necesarias. Desde el puesto de concejal de Juventud y Cultura en Palma del Río en 1995 hasta la Vicesecretaría General a la que accedió el sábado, quienes han tratado con el palmeño destacan su capacidad para el diálogo, la sangre fría en la negociación a pesar de su juventud y su tendencia a escuchar a todos, sobre todo a los mayores, y sacar enseñanzas. En esa capacidad de diálogo ha sustentado éxitos políticos como la fusión entre El Monte de Huelva y la Caja San Fernando de Sevilla que dio lugar a Cajasol, o las negociaciones para dar lugar a la unión de Cajasur y Unicaja -aunque ésta atraviese ahora por un desierto negociador- o las que le han llevado a renovar el PSOE con un grado de unanimidad que casi ninguno creía posible. Incluso sus adversarios políticos le reconocen y valoran esa capacidad de interlocución. Sólo algunos de sus amigos lo critican por ello, porque su tendencia a recibir a todos cuantos le piden audiencia y a mediar para buscar soluciones a sus problemas le resta demasiado tiempo para su vida privada. Los mismos amigos que le aconsejan ahora que dé un giro de seriedad a su estilo demasiado juvenil en el vestuario y que pula cierta retranca cordobesa.
Velasco se define amigo de sus amigos, un núcleo no demasiado numeroso que conserva desde que tenía 15 años en Palma del Río. Desde el nacimiento de su hija Carla María hace 11 meses está comprometido con volver a dormir a su casa con su esposa Toñi en la localidad cordobesa de Aldea Quintana. Allí tiene a sus dos pasiones, 'que espero Susana Díaz me permita ver más ahora', señala entre risas, y allí puede sentarse a escuchar música -la pasión por Ray Charles, Dire Straits, Police, Supertramp o Juan Perro se la inculcó un amigo del que habla con emoción- o leer. Entre sus lecturas las biografías históricas, 'básicas para cualquier político', y la novela negra a la que le aficionó Joaquín Leguina en su época en Madrid. Ahora lee el último libro de Ricardo Sierra, La dama azul, un estudio sobre la bilocación o la capacidad de estar en dos sitios a la vez. Un talento que ahora tendrá que cuidar y mantener con la clase en la conducción que ve en su idolatrado Schumacher y el poderío al volante del gran Fernando Alonso. Dos cualidades, el estilo y la fuerza, que deberá desplegar a partir de ahora para manejar el Ferrari a cuyos mandos se ha puesto desde el kart de su niñez.
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