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Pedro Sánchez se reconcilia con el viejo PSOE andaluz a causa de la imputación de Begoña Gómez

El agradecimiento a la ex ministra Magdalena Álvarez en el mitin de Benalmádena indica que la estrategia de defensa del presidente del Gobierno es la contraria a la que el PSOE andaluz aplicó ante Mercedes Alaya

La vieja guardia del PSOE de Sevilla apoya Sánchez en contra de Felipe González y Alfonso Guerra

Pedro Sánchez y su mujer, Begoña Gómez

Pedro Sánchez rompió con el viejo PSOE andaluz el día que le pidió a Manuel Chaves que entregase el acta de diputado. Era junio de 2015, y el ex presidente de la Junta acababa de ser acusado por el Tribunal Supremo por el caso ERE. La instrucción de la juez Mercedes Alaya trituró a dos generaciones de dirigentes socialistas andaluces, nombres que fueron inhabilitados para la vida pública y que quedaron apartados del partido. Hasta este miércoles, cuando Sánchez agradeció a la ex ministra Magdalena Álvarez, una de las condenadas por la sentencia, su presencia en un mitin de Benalmádena y de la que dijo que ella "también ha sufrido un vil ataque de la derecha y la ultraderecha".

Magdalena Álvarez fue condenada a nueve años de inhabilitación por su condición de consejera de Economía de la Junta. Dimitió por ello como vicepresidenta del Banco Central Europeo y hasta hace unas horas formaba parte de las sombras de su partido. Pedro Sánchez intenta convertir la imputación de su esposa, Begoña Gómez, en plena campaña electoral en un elemento movilizador de las izquierdas, y la presencia de Magdalena Álvarez le dio la oportunidad de referirse a ella como un ejemplo de lo que, en su opinión, él está sufriendo por parte del PP, Vox y de algunos jueces. Nunca hasta ahora los condenados y procesados por el caso de los ERE habían sentido la empatía de su secretario general. Casi al contrario.

"Le están haciendo el juego sucio, y yo sé lo que es el juego sucio, sólo vengo a apoyar", declaró Magdalena Álvarez a la entrada del mitin. Los últimos sondeos que maneja el PSOE le están indicando que Sánchez ha conseguido movilizar a un electorado de izquierdas que está alerta ante el crecimiento de la ultraderecha en la Unión Europea, que rechaza la actuación de Israel en Gaza y que recela de una imputación judicial que se ha dado a conocer en plena campaña. Dos fuentes socialistas de distinto ámbito han explicado a este periódico que, más allá de las consecuencias que el caso de Begoña Gómez tendrá en el futuro, Sánchez ha conseguido darle la vuelta a un elemento negativo como en su día hizo al asumir el apelativo de perro con el que se referían a él desde determinados perfiles de la derecha.

La presencia de Magdalena Álvarez coincide con el apoyo expreso que ex dirigentes del PSOE de Sevilla le han dado a Sánchez en los últimos días. 72 firmantes, liderados por Luis Yáñez, rubricaron una carta en la que criticaban las declaraciones de Felipe González sobre el secretario general. Y son bastante más los que también opinan que González ha emprendido una cruzada injusta contra el presidente del Gobierno a causa de la amnistía. Una parte notable de los ex dirigentes socialistas de la etapa de Manuel Chaves no ha firmado ese manifiesto porque creen que no era una batalla que había que dar en esta campaña electoral, pero coinciden en el fondo con el contenido del texto.

Desde la sentencia del Supremo, el PSOE andaluz se quedó sin la referencia de dos de los cinco ex presidentes de la Junta, Manuel Chaves y José Antonio Griñán, mientras que un tercero, José Rodríguez de la Borbolla, se ha alineado con Felipe González y Susana Díaz ha optado por mantenerse retirada de esta pugna. Cuando Sánchez baja a dar mítines en Sevilla, no hay ex presidentes entre las filas ni casi consejeros de los gobiernos que gestionaron la Junta durante cuatro décadas.

A diferencia de la estrategia que Sánchez ha emprendido por el caso de Begoña Gómez, el Gobierno de José Antonio Griñán y el de su sucesora, Susana Díaz, no se enfrentaron a la juez Mercedes Alaya. Eso sólo llegó muy al final. Tenían el convencimiento, infundado, de que una colaboración con la instructora se saldaría con el enjuiciamiento de los dirigentes de la Consejería de Empleo, epicentro del caso ERE, pero los planes de Alaya pasaban por ir escalando puestos en la jerarquía hasta llegar a la cúspide. Fueron los meses del "caiga quien caiga" que concluyeron con la caída de todos.

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