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Pantoja: la noticia es la espera

Pantoja: la noticia es la espera
Patricia Godino Sevilla

21 de noviembre 2014 - 05:04

Después de que la defensa de Isabel Pantoja haya quemado todos los cartuchos para evitar su entrada en prisión -todos menos el de la petición del indulto al Gobierno-, la cantante recibió ayer a las nueve de la mañana la notificación judicial en la que la Audiencia de Málaga le informa de que tiene hasta el domingo para entrar en prisión. Técnicamente son 72 horas desde la entrega en mano de este documento a su abogado, José Ángel Galán.

¿Cuál es la estrategia que seguirá la cantante?, ¿apurará el plazo al máximo?, ¿ha salido ya de Cantora?, ¿pensaba que el foco mediático estaba ayer en la capilla ardiente de la duquesa de Alba de modo que esta noticia le robara la portada de los periódicos?, ¿preferirá ingresar por la mañana en prisión para evitar el trance de entrar en una cárcel de noche?, ¿dejarán pasar el vehículo hasta el interior como deferencia a la artista para evitar la fotografía?... y a todo esto, ¿cuál es el centro penitenciario que la artista ha elegido para cumplir como reclusa la condena de dos años por delito de blanqueo de capitales?

A todas estas preguntas trataban de darle respuesta el casi centenar de periodistas, entre reporteros, plumillas, cámaras y fotógrafos de todos los programas y medios, que se agolparon ayer a las puertas del centro penitenciario de mujeres Alcalá de Guadaíra, en Sevilla, a unos veinte minutos de la capital. Se sumaron por ¿morbo?, ¿diversión?, ¿curiosidad? en este inhóspito lugar un nutrido grupo de curiosos en familia -niños entre ellos de la mano de sus padres- jubilosos de poder fotografiar eso que se ha venido en llamar el circo mediático. La metatelevisión.

¿Por qué se hacía guardia en esta prisión y no en otra si la cantante tiene plena libertad para ingresar en cualquier cárcel española sin aviso previo? Porque es el centro que, según distintas fuentes -la amplitud de las voces que se han pronunciado al respecto es múltiple y variopinta, el personaje, ya saben, se presta a ello-, más se ajusta a las necesidades personales y familiares de la tonadillera sevillana. Sin embargo, la única certeza es que el círculo íntimo de la cantante ha evitado filtrar el destino inmediato de una mujer cuya vida, sin duda, supera con creces la imaginación del guionista más avezado.

Por razones que responden a la propia dinámica de la información rosa-judicial, el foco de la noticia estaba ayer a las puertas del centro de Alcalá de Guadaíra. Tanto como para que, a diferencia de días anteriores, la puerta de acceso del centro se vallara a los periodistas y hasta doce agentes de la Policía Nacional custodiaran la puerta de entrada. Pero hasta la una de la madrugada, Isabel Pantoja no apareció por la cárcel sevillana. No hay fotos.

¿Y cuál es la noticia cuando la noticia no llega? La espera, únicamente, la espera. Un tiempo trufado, eso sí, de falsas alarmas -como la decena de coches de funcionarios que entraron en la prisión para realizar a las diez de la noche el cambio de turno-, anécdotas, cábalas y teorías de expertos más o menos duchos en folclóricas-que-entran-en-la-cárcel. También de conversaciones cruzadas sobre la otra protagonista del día propias de estas guardias interminables: "Vengo de hacer la puerta de Dueñas", "No se cabe en el Ayuntamiento", "Del funeral me libro" o "Me quedo toda la noche aquí por si acaso".

Y como en toda aglomeración humana que se precie hay quien ve el negocio, es ese espíritu emprendedor que nace en tiempos de crisis. Desde principios de esta semana, cuando la prensa ya empezó a hacer larguísimas guardias y directos en la puerta del centro, los dueños de un asador de pollos de Alcalá repartieron publicidad con sus menús a domicilio, ricos y baratos a juzgar por quien los ha probado. Ayer -día de máxima expectación- el pedido de serranitos y bocatas se multiplicó. Es un negocio redondo.

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