Ojén, un pueblo fantasma
el fuego arrasa seis municipios de málaga
El intenso humo y los frentes que se dirigían sin control al casco urbano provocaron ayer la evacuación de todos los habitantes del municipio, 4.000 en el casco urbano y unos 1.000 en urbanizaciones
Ojén, pueblo fantasma. Así permaneció durante buena parte de la jornada de ayer este municipio tras ordenarse la evacuación de sus vecinos durante la madrugada del viernes debido al intenso humo que había llenado cada rincón del municipio y los frentes que se dirigían sin control hacia su casco urbano. "Sobre las tres de la mañana comenzaron a sonar las sirenas y a tocarnos en las puertas", relata José Luis, un vecino que optó por bajar al polideportivo habilitado en Marbella. "Salí con lo puesto", dice mientras esperaba en la rotonda situada junto al conocido centro comercial la Cañada a que se abriera la circulación para poder regresar a su pueblo. "Llevo desde las once esperando para poder ir a casa", explicaba mientras otros vecinos se iban acercando al mismo punto hasta convertirse en una pequeña concentración.
Muchos desisten tras horas de espera y deciden ir a comer algo entre evidentes signos de resignación. Mientras tanto, los teléfonos móviles no dejan de sonar y comienzan a llegar las malas noticias. "A mi cuñado se le han quemado los animales", señala uno de los vecinos que aguarda para poder subir a Ojén. Mientras, desde un vehículo dos hombres tratan de convencer a los agentes de la Guardia Civil de Tráfico para que les dejen pasar. Les acaban de llamar para decirles que los bomberos han enviado un camión para tratar de proteger su casa y los animales que tienen en ella. A pesar de la insistencia no obtienen permiso y sus caras lo dicen todo. Conforme pasan las horas la inquietud crece y muchos vecinos comienzan a temer por sus pertenencias a pesar de las informaciones que apuntan a que el fuego ha pasado la carretera pero no está el peligro el casco urbano. "En el pueblo no pasa nada, está bien", insisten los agentes que regulan la circulación ante las numerosas preguntas.
Para medio día entrar el Ojén ya era posible, aunque sólo por la vieja carretera. En su interior los pocos vecinos que habían decidido no marcharse trataba de hacer vida normal, mientras el resto iban regresando de forma progresiva. "Volví sobre las tres de la tarde, he pasado la noche con una hermana en Marbella", explica un anciano que no duda en calificar como el "infierno" el dantesco espectáculo de fuego que puede ver desde uno de los miradores del municipio. A esa hora de ayer los dos principales frentes del incendio se situaban en las proximidades de este municipio. Uno de ellos se quedó a poco más de medio kilómetro del núcleo urbano, aunque no fue necesaria una segunda evacuación de la localidad.
Una vez despejadas las dudas sobre la seguridad del municipio y con sus vecinos tratando de retomar la normalidad, era la zona del puerto de Ojén la que concentraba las preocupaciones. Desde sus miradores los propietarios de casas en la zona narraban cada una de las descargas de los helicópteros y hasta trataban de darles ánimo a los pilotos en cada acción. "Así, así", decía uno de ellos al ver que tres helicópteros de gran capacidad realizaban una acción coordinada que acababa con un buen tramo de llamas.
Además, el viento reinante era otra de sus preocupaciones. "Si se mantiene en calma se quedan con el fuego antes de que se vayan los medios aéreos", decía otro vecino afectado mientras no dejaba de mirar el reloj para comprobar cuánto tiempo les quedaba todavía a los helicópteros de trabajo.
Mientras tanto, en pleno frente del fuego, los efectivos que luchaban contra las llamas trataba de evitar que siguiese avanzando y afectase al Eco Hotel de Ojén. Las llamas se quedaron en sus paredes, aunque los medios aéreos, incluidos dos hidroaviones, se empleaban a fondo apurando las últimas horas de luz.
A todo ello, y tras recuperar el suministro eléctrico, en Ojén abrían los bares y se producían reuniones con el incendio como tema central de conversación. "En lo mío no ha quedado nada, dos matas se han salvado, el resto está churruscado", explicaba un vecino mientras tomaba una cerveza. La respuesta no se dejaba esperar. "Si alguien quiere el maíz que lo diga, es lo único que no se ha quemado", replicaba otro. Todo ello con semblantes muy serios, y es que muchos ya saben que han perdido todo o casi todo en sus campos, aunque otros han preferido esperar a hoy para comprobar los daños. Una verdadera tragedia.
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