Mar Moreno, la favorita de los presidentes
Mar moreno
Desde Zapatero a Griñán, pasando por Chaves, siempre le han reservado carteras de peso, pero nunca ha estado tan bien posicionada como esta vez
De tres presidentes Mar Moreno puede presumir de haber sido y ser la favorita. Lo fue de Manuel Chaves, siempre lo ha sido de José Luis Rodríguez Zapatero y ahora, parece serlo de José Antonio Griñán. Éste acaba de situarla como su número dos, como su mujer fuerte en el Gobierno andaluz, para de nuevo, con o sin quererlo, reabrir de manera inevitable hasta 2012 el debate sucesorio en torno a ella. No es nada nuevo. Porque su nombre viene sonando de forma intermitente desde hace un lustro como la primera mujer que puede convertirse en presidenta. Ya logró serlo del Parlamento, es decir, fue la segunda autoridad de Andalucía. Ahora será la consejera de Presidencia y la portavoz, un escaparate inmejorable para alcanzar la meta más alta: presidir la Junta.
Su carrera ha sido meteórica. En 1991, con 29 años, ingresó en el PSOE, a los dos años ya era secretaria de Comunicación en Jaén, a los cinco estaba en el Comité Federal del PSOE y a los ocho ya era vicesecretaria del PSOE andaluz. A esta trayectoria orgánica en Madrid y Sevilla, le sucedió una carrera institucional que la llevó hasta la presidencia del Parlamento durante cuatro años, tal vez su periodo de mayor estabilidad política.
En esta etapa demostró sus habilidades. Ingresó en el club de las presidentas junto a las populares Esperanza Aguirre y Luisa Fernanda Rudi, y supo sacarle partido al soso rol del árbitro parlamentario. A pesar de que muchos vieron en este puesto un posible castigo, ella supo sacarle ventajas. Evitó no caer en el olvido exhibiendo cada quince días en el hospital de las Cinco Llagas sus dotes de mediadora y su inflexibilidad con el reglamento, incluso con los de su propia bancada, aunque a veces cayera en la insulsez. De hecho, su sucesora, Fuensanta Coves, dijo que quería imprimir al cargo "un papel más activo". Sin embargo, logró mantener una suerte de equilibrio que le permitió seguir discretamente en el candelero, a la vez que estaba cuatro años apartada de la primera línea de fuego y sin sufrir desgaste.
Pero fue dar Moreno por cerrada esta etapa presidencial cuando su carrera se desbocó. En tan sólo dos años, cuatro cargos con idas y venidas de Madrid a Sevilla. A pocos días de las elecciones de marzo de 2008, Chaves dijo que le gustaría que su relevo fuera una mujer. Todas las miradas se posaron en Moreno. El entonces presidente había seguido muy de cerca su recorrido, aunque él mismo lo hubiera desviado hacia la Cámara autonómica. Ella, por su parte, había trabado muy buenas relaciones con la cúpula de Ferraz, tantas, como para que Zapatero la quisiera para liderar un cambio generacional en Andalucía. Pero había un gran obstáculo. No sólo Chaves era el candidato para los próximos cuatro años, sino que si el partido así se lo pedía, también lo sería en 2012.
Chaves montó su equipo y contó con ella. La rescató para una consejería cómoda que podría servir de catapulta, Obras Públicas, plagada de cortes de cintas e inauguraciones. Algo pasó a nivel interno, porque en un mes dejó el puesto para acudir de nuevo a la llamada de Ferraz como nueva secretaria de Relaciones Institucionales y Política Autonómica en la Ejecutiva federal del PSOE.
Nadie contaba entonces con lo que iba a pasar en la primavera de 2009. Zapatero seguía con ganas de ese relevo en la comunidad, quiso llevarse a Chaves a Madrid para un ministerio de nuevo cuño, el de Política Territorial, y situar a Moreno en la presidencia vacante. La operación salió al 50%. El veterano presidente acabó en esta cartera, pero dejó en el cargo a su amigo Griñán. En este cambio, Moreno volvía a Sevilla al frente de uno de los departamentos que para el nuevo presidente son la clave de su política: Educación. En menos de un año, la jiennense ha logrado dejar su impronta: ha cerrado con IU un acuerdo político por la Convergencia Educativa que amarra un fuerte compromiso económico y humano para fortalecer el sistema educativo andaluz. Un pacto en el que la mayor aportación ha sido de la coalición de izquierdas, por lo que a Moreno no le han dolido prendas por reconocer el buen trabajo de quien está al otro lado del hemiciclo. Una prueba más de un talante que difícilmente encaja en estos tiempos de bronca política.
Ahora, cuando ya empezaba a tomarle el pulso a esta cartera, un nuevo cambio de rumbo. Pero esta vez hacia posiciones más sólidas.
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