Laura García Lorca: "No hay nada que decir"

La familia del poeta opta por guardar silencio y nuevas teorías sobre otros posibles enterramientos cobran fuerza ante la frustración de parientes de los otros fusilados

Jesús Arias / Granada

19 de diciembre 2009 - 05:04

"Cuando se hundieron las formas puras / bajo el cri cri de las margaritas,/ comprendí que me habían asesinado./ Recorrieron los cafés y los cementerios y las iglesias, / abrieron los toneles y los armarios,/ destrozaron tres esqueletos para arrancar sus dientes de oro./ Ya no me encontraron./ ¿No me encontraron?/ No. No me encontraron". Federico García Lorca, tan premonitorio él siempre con los asuntos de la muerte, ha vuelto a serlo con la suya propia. Nadie ha logrado encontrar su cuerpo 73 años después de su salvaje fusilamiento en algún lugar entre Víznar y Alfacar. En algún lugar deben estar sus restos. La pregunta ahora es: ¿dónde?

"No vamos a hacer declaraciones. No tenemos nada que añadir a lo que hemos dicho a lo largo de todo este tiempo". Así de escueta se manifestó ayer Laura García Lorca, sobrina del poeta, en representación de la familia, que siempre se opuso al desenterramiento por considerar que el hallazgo de sus restos se iba a convertir en un circo mediático. La familia quiere dar por zanjado el asunto y que el paraje anónimo en donde puedan estar los cuerpos permanezca como un recinto sagrado.

"Mi sensación es de frustración total", dice por su parte Nieves García, acogida por la familia de Dióscoro Galindo, el maestro de Pulianas que fue asesinado junto al poeta granadino. "Es un enorme vacío, como estar perdidos. Ahora tendremos que hacer borrón y cuenta nueva y empezar de nuevo. Pero ha sido como un jarro de agua fría, porque incluso mi padre siempre decía que mi abuelo estaba enterrado a los pies de un olivo. Ahora debemos volver a partir de cero. No debemos darnos por vencidos después de tantos años de lucha. Tendremos que pensar en otros posibles sitios del enterramiento".

"Nosotros hemos dado por terminado el proyecto", dice por su parte Juan Gallo, comisario andaluz de Memoria Histórica. "Los resultados de la excavación dicen que allí no hay restos humanos ni los ha habido nunca".

Una vez descartada la zona del olivo que se creía a raíz de las manifestaciones hechas en su día por Manuel Castilla, Manolillo el Comunista, supuesto enterrador de Lorca, a Agustín Penón e Ian Gibson, otras tesis cobran fuerza, como la del periodista Eduardo Molina Fajardo, que en 1970 entrevistó a José María Nestares, capitán al mando del sector militar de Víznar, en donde fue fusilado Lorca.

Nestares relató que Lorca y otras personas más llegaron a Víznar custodiados por el teniente de la Guardia de Asalto Rafael Martínez Fajardo con la orden de fusilamiento y que él envió a un subordinado suyo, Manuel Martínez Bueso, para que los guiara y fuese testigo de la ejecución. Ésta se produjo, según Martínez Bueso, que recordaba que Lorca llevaba un pijama bajo la chaqueta, en un campo de instrucción situado junto al Puente de los Arrieros, a unos centenares de metros donde hasta ahora se creía que estaba enterrado Lorca.

Es una de las hipótesis que comparte el periodista e investigador Gabriel Pozo, autor del libro Lorca, el último paseo, publicado por la editorial Al-Med. "Yo no hubiese puesto la equis en un mapa tal y como se ha hecho hasta ahora. En todo caso, habría puesto varias equis y, desde luego, la primera no habría estado allí".

Pozo sostiene en su libro que Manuel Castilla engañó tanto a Ian Gibson como a Agustín Penón, ya que el mismo reconoció que fue detenido después del fusilamiento de Lorca y no pudo ser, por tanto, el hombre que lo enterró. "Nunca he tratado de desacreditar a Ian Gibson", señala Pozo, "sino de poner en cuarentena el testimonio de Manuel Castilla, que fue quien señaló el lugar en el que se creía hasta ahora".

Pozo baraja varios sitios, como el Caracolar, el campo de instrucción e incluso un pinar. Pero va más allá: sostiene la hipótesis de que el revuelo internacional que supuso la muerte de Lorca hizo que Franco entrase en cólera y ordenase que se desenterrara el cuerpo allá donde estuviese y se ocultase en otro sitio, además de destruir toda la documentación que existiera al respecto. Lorca podría estar, a juicio de Pozo, en la fosa común que hay en el Barranco de Víznar, junto a centenares de represaliados.

"Leo las noticias y no termino de creérmelas, pero los resultados son evidentes", dice por su parte el poeta Juan de Loxa, director durante décadas de la casa natal del poeta. "Existe una partida de defunción de Lorca que no puede mentir, y que señalaba aquella zona como el lugar del fusilamiento, el lugar en el que testigos vieron los cadáveres antes de que fuesen enterrados. Una partida de defunción no puede mentir. Otra cosa es saber ahora dónde fueron enterrados". De Loxa también se inclina a creer que el poeta fue desenterrado de la fosa original y enterrado en otro sitio.

"El veinticinco de junio / abrió sus ojos Amargo,/ y el veinticinco de agosto / se tendió para cerrarlos". Lorca, nacido en junio y muerto en agosto, siempre fue premonitorio. Hasta en su propia muerte.

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