Larga espera junto a los naranjos

La Policía realiza esta vez un blindaje absoluto del entorno de la finca para evitar en la medida de la posible la toma de imágenes de las pesquisas realizadas

G. N. J.

12 de junio 2012 - 01:00

Otro día más. Nuevas pesquisas. Incertidumbre. Expectación en torno a la finca de Las Quemadillas. La imagen más significativa del día, la que puede ser una de las imágenes del año, es la de la madre de los dos pequeños desaparecidos, Ruth Ortiz, recorriendo de nuevo un espacio que, pese al tiempo, la distancia y la dureza de los hechos, a buen seguro le pareció familiar. Buena parte del interés informativo de la jornada residía precisamente en saber si Ruth y su expareja y padre de sus hijos, José, iban a coincidir dentro de la ya desgraciadamente conocida parcela de naranjos ubicada cerca del Guadalquivir. Si no fuera porque parte de la finca está cercada por un polígono industrial, se podría decir que es un entorno idílico, pero al gris de las naves se unió ayer, como ha ocurrido ya en cuatro ocasiones, el color policial.

El despliegue, esta vez, ha sido más amplio incluso que en ocasiones precedentes. El cerco policial impidió que los fotógrafos escudriñaran los alrededores más permeables del terreno para poder captar una instantánea. Esta vez había hasta coches patrulla del cuerpo municipal reforzando el blindaje de los accesos. El juez debe pensar que el circo mediático es ya lo suficientemente grande como para dejar cabos sueltos a los que puedan agarrarse los informadores que permanecieron de guardia durante casi cinco horas en los distintos flancos de la finca de los padres de José Bretón. Ayer, un medio de comunicación incluso utilizó una avioneta para poder captar imágenes de lo que estaba ocurriendo en los límites de la casa familiar de los Bretón.

La insistencia de la Policía en los registros de la finca, que ya ha sido recorrida con perros, georradares y ahora con maquinaria pesada, refleja a las claras que todas las referencias que tiene la policía apuntan hacia ese lugar como el nudo clave de una historia desesperante, con visos de thriller dramático. Los periodistas, concentrados en distintos puntos, se tomaron con filosofía una situación que ya no extraña a nadie, ni si quiera a quienes trabajan en las naves y en las oficinas cercanas. Ya se han acostumbrado a los policías y a los informadores

Tampoco faltaron quienes apoyan a la familia de la madre, que portaban carteles pidiendo que Bretón ofrezca de una vez por todas lo que ellos considerarían como una versión creíble de lo ocurrido aquél sábado de octubre con los dos pequeños de seis y dos años de edad.

Al final, como los periodistas, todo el mundo espera saber qué pasó en aquella finca durante el sábado 8 de octubre. Todo, o casi todo, es un misterio de momento. Sólo la insistencia de la Policía aporta evidencias de que la clave de lo ocurrido puede estar allí, entre los naranjos.

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