La Junta sí debe tener Presupuestos en 2022

A la obstaculización de Vox y la oposición natural de la izquierda, se une la desidia expresada por Juan Marín de no aprobar las cuentas del próximo año

Elías Bendodo y Juan Marín, en la comparecencia posterior al Consejo de Gobierno .
Elías Bendodo y Juan Marín, en una comparecencia posterior a un Consejo de Gobierno . / M. J. López / Ep

Hay una escuela de economistas liberales de Chicago y hay una encuesta de desahogados liberales, que piensan que el dinero está mejor en los bolsillos del ciudadanos que en las arcas de los gobiernos, como si el maná bíblico hubiera surgido de una ausencia semítica de impuestos, aunque reclamen casi con angustia que el Estado aporte más y más fondos. Como si el dinero floreciese de los invernaderos de Moncloa, y no de los bolsillos comunes de personas y empresas. Liberales entre nosotros.

Juan Marín, vicepresidente del Gobierno andaluz, parece uno de estos últimos. El número dos del Ejecutivo de Juanma Moreno, que suele adelantar opiniones comunes como propias, aunque mal expresadas, pero no por ello menos importantes, acaba de explicar que si el Gobierno central obliga al de la Junta a recortar, ellos no harán el Presupuesto de 2022. Como si esto de gobernar fuese a demanda. De modo, que a la obstaculización de Vox al Gobierno andaluz y a la oposición de los partidos de izquierdas, comienza a sumársele cierta desidia por parte del Ejecutivo de Juanma Moreno. Y queda un año entero de mandato, porque éste no acaba hasta diciembre de 2022.

Expliquemos algo, aunque sea obvio: la falta de Presupuestos no es un motivo insalvable para cortar la legislatura, pero es mejor para Andalucía que haya Presupuestos a la ausencia de éstos. No es como elegir entre azúcar o sacarina, implica un compromiso y unos objetivos fiables. Unas cuentas aprobadas en forma de ley ofrecen estabilidad financiera, su confección es obligada por el Estatuto y, lo que es más importante, aproximan los ingresos y los gastos de la Junta a la realidad. Claro que se puede prorrogar el Presupuesto de 2021, pero es mejor contar con uno actualizado. Eso fue lo que hizo el Gobierno de Juanma Moreno nada más llegar a la Junta, aprobar unas nuevas cuentas, aunque hubiera podido seguir con las anteriores.

Lo de los recortes que argumenta Juan Marín produce hilaridad. 2021 ha sido un año de sobreabundancia de recursos para las comunidades autónomas, a causa de la pandemia. Ha habido recursos para muchas contrataciones extraordinarias en la educación pública y en la sanidad. Antes del verano, los grandes hospitales andaluces contaban con unos mil trabajadores más que antes de declararse la pandemia, y esta situación no va ser eterna. Ese aumento del gasto se ha llevado a cabo, además, con el pulmón del Estado, que es el que ha asumido el déficit y la deuda. Las estrictas reglas fiscales se han relajado, de modo que las comunidades han podido incurrir en pequeños déficits cuando venían de situaciones de equilibrio. Pero estos recursos extraordinarios no pueden ser eternos.

El aterrizaje financiero de los gobiernos sobre la pista de la normalidad tienen que ir produciéndose, pero de ahí a hablar de recortes va la distancia que hay entre un régimen alimenticio que recorte grasas e hidratos y una hambruna medieval. No, 2022 no será un año de recortes, aún habrá fondos extraordinarios de parte del Estado y un colchón de un déficit que puede alcanzar el 0,6%. Una de las razones que hacen un poco más necesaria estas cuentas es que tienen que aproximarse a una realidad donde no habrá una sobreabundancia artificial.

Andalucía, por ejemplo, recibirá aún 2.357 millones de euros ajenos al sistema de financiación autonómico por la permanencia de la pandemia. Se ha acordado, además, que no habrá que pagar la liquidación negativa de 1.161 millones de euros, que hubiesen resultado de ajustar lo que el Estado entregó a la recaudación real. Y se pagarán los 550 millones de euros que el Gobierno central debe del IVA, además de una mejora de las entregas a cuentas. Si con estos números, Marín argumenta que no puede confeccionar unos Presupuestos, mejor que no vuelva a presentarse, porque los próximos cuatro años sí que serán más duros. O reales.

Un asunto distinto es la falta de apoyos que el Gobierno del PP y de Ciudadanos tiene para aprobar las cuentas. Lo de Vox es tan impredecible como lo que le interese a Santiago Abascal en esos momentos. Juanma Moreno aún le tiene preparado a Vox otra rebaja del impuesto de las herencias, para que no los paguen ni los hermanos ni los tíos ni los sobrinos, pero la nueva derecha siempre tendrá una excusa ara no sumarse a ellos.

La clave está en el PSOE de Juan Espadas. En la medida que los socialistas se aproximen a un acuerdo con el Gobierno de Moreno, el papel primordial de Vox se irá viniendo abajo. Si no son los que deciden, pueden sumarse. En el PP piensan que a Pedro Sánchez no dejará que Espadas apruebe las cuentas de 2022, pero al Gobierno central también le vendría bien contar con un ejemplo de colaboración en Andalucía frente a un Pablo Casado tan obstruccionista que no deja renovar el Consejo General del Poder Judicial ni el Tribunal Constitucional.

Juan Espadas no tiene una opinión prefijada sobre el Presupuesto. Es posible que solicite que no se alteren las cuentas de educación y sanidad, algo deberá ofrecerle el PP, pero hasta ahora permanece inédito en España una colaboración de este tipo entre los dos grandes partidos si se exceptúa una legislatura en el País Vasco.

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