Juanma Moreno toma distancias de Feijóo

Cinco años. Este martes se cumplirán cinco años desde que un acuerdo a tres bandas entre PP, Ciudadanos y Vox hizo posible el cambio político en la Junta. Contra todo pronóstico, el candidato popular Juanma Moreno consiguió los apoyos suficientes en las elecciones de diciembre de 2018 para que los otros dos partidos, relativamente nuevos en el escenario nacional, lo invistiesen como el primer presidente no socialista de la Junta de Andalucía desde su creación. La imagen de aquel día demuestra la posición de debilidad con la que Moreno iniciaba su andadura. Hoy, un lustro después, el presidente andaluz es señalado como uno de los dos candidatos que el PP tendría si Alberto Núñez Feijóo no resiste en la oposición a Pedro Sánchez. La otra es la madrileña Isabel Díaz Ayuso.

Moreno ha comenzado a marcar distancias con Feijóo. No es Díaz Ayuso, ni es su estilo ni necesita vivir en la discrepancia, pero las diferencias son evidentes. Este mismo jueves, ante la postura tímida que el PP ha adoptado ante el apaleamiento de un muñeco de Pedro Sánchez en Ferraz, Juanma Moreno aprovechó una visita a Sierra Nevada para condenar los actos sin ningún tipo de paliativos. Un día después de que Génova asegurase que las comunidades gobernadas por el PP rechazarían la quita de la deuda que propondrá el Gobierno central, la consejera andaluza, Carolina España, aseguraba que debe esperar a conocer los números. La llamada "vía andaluza", a la que Moreno se refiere de modo constante, es también un mensaje interno al PP nacional.

Juanma Moreno vuela solo en el PP, y la reciente remodelación de la dirección nacional, en la que el malagueño Elías Bendodo perdió la batalla frente a Cuca Gamarra y Miguel Tellado, no ha sido del gusto de los andaluces. No hay ni crisis, pero sí distancias, y en el PSOE federal ya observan con perspectiva este nuevo papel de Juanma Moreno frente a Isabel Díaz Ayuso y Alberto Núñez Feijóo. Los resultados electorales también se lo permiten.

El pacto de Andalucía de 2019 se forjó en Madrid entre las direcciones del PP y de Vox, de un lado, y de Ciudadanos y los populares de otro. De hecho, a la firma del acuerdo asistieron los dos secretarios generales: Teodoro García Egea, por parte de los populares, y Javier Ortega Smith, del lado de Vox. Ambos cayeron en desgracia en sus formaciones. García Egea fue uno de los leales al anterior presidente del PP, Pablo Casado, y señalado por muchos como el responsable de llevar al partido con una mano demasiado dura. Ortega Smith dejó paso a Ignacio Garriga. Aunque sigue en el Ayuntamiento de Madrid, su estela forma parte del pasado de esa primera cúpula donde también estuvieron Iván Espinosa de los Monteros y Macarena Olona.

Esta ex diputada fue la segunda candidata de Vox en unas elecciones autonómicas. En la misma imagen de la firma del acuerdo de investidura está quien fuese el primer aspirante andaluz del partido de Santiago Abascal, Francisco Serrano. Hoy todos son historia.

Menos Juanma Moreno. El pacto de Andalucía fue el primer acuerdo que el PP tuvo que firmar con Vox; sin embargo, las concesiones fueron escasas si se compara con los sucedido en las comunidades autónomas el año pasado. La Consejería de Salud pasó a llamarse de Salud y Familia, pero Vox se olvidó de un programa maximalista donde proponía el cierre de Canal Sur y la deportación de 52.000 inmigrantes. El PP aceptó reformar la Ley de Memoria Democrática de Andalucía para sustituirla por otra denominada de Concordia, pero el proyecto de ley que Vox llevó meses después a la Cámara fue rechazado. Sigue vigente.

En comparación con las cesiones que el PP ha tenido que hacer en Castilla y León, Valencia y Baleares, aquel acuerdo tuvo un precio muy bajo. Tanto que cuatro años después, Juanma Moreno ganaría las elecciones por mayoría absoluta. De su otro aliado, Ciudadanos, no quedan ni las siglas, aunque el PP ha integrado a quienes fueran sus dirigentes andaluces en distintos niveles de la administración autonómica.

Juanma Moreno e Isabel Díaz Ayuso son los dos únicos presidentes autonómicos del PP que han logrado zafarse del abrazo de Vox, lo que los convierte el posibles sucesores de Feijóo si éste no aguantase toda la legislatura. No obstante, es más incierto este mandato de cuatro años que el futuro del líder gallego, que aún podría hacer frente a otras elecciones generales.