Tribuna Económica
Carmen Pérez
T area para 2025
Una década al frente del PP de Andalucía
Sevilla/Hace diez años, el entonces presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, decidía poco antes de un viaje al extranjero -la leyenda urbana dice que incluso tomó la decisión en la misma pista de aterrizaje para justificar la falta de cobertura en su teléfono durante el vuelo- una cuestión que había ido retrasando, pero que era inevitable. "Tu lo has querido". Fue la frase que le espetó a quien era uno más entre los secretarios de Estado, un desconocido en la política nacional y en la andaluza. Juanma Moreno iniciaba su andadura frente al PP andaluz.
Una década después, además de haberse dejado por el camino varios kilos y los jerséis de pico de todos los colores, disfruta (y utiliza) de una mayoría absoluta y un partido modelado a su paso, a una imagen que ha pulido hasta identificarse con el mismo y que hace no entenderlo sin su figura. De hecho, dirigentes y cargos no quieren ni imaginárselo. Cada convocatoria electoral tanto nacional como regional (la última fue en las gallegas) se vive como una bola de partido. "Si Feijóo cae, aquí tenemos un problema", reconocen. Saben que un relevo en el partido en España, ante la nunca disimulada intención de la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, por ocupar ese espacio, pasaría por una petición de los barones para que Juanma Moreno diera un paso al frente. Sus declaraciones de que no piensa abandonar la escena andaluza, son seguidas con un abierto "de momento" o con un "pero" seguido de una frase sin terminar.
Su futuro está tan abierto como lo estuvieron sus primeros momentos. La apuesta por ese liderazgo estaba más que cuestionada y eso que el punto de partida era desolador. El partido tardaba en recomponerse de la amarga victoria de Javier Arenas que obligó a una no buscada interinidad de Juan Ignacio Zoido. El revés fue más que considerable, ningún dirigente popular contempló la posibilidad de no gobernar, de no desplazar al PSOE de la Junta. Nadie sabía cómo salir de ahí y, desde luego, nadie pensaba que Moreno, que llevaba menos de un año al mando, pudiera ser la salida.
El revés electoral en las elecciones andaluzas de 2015 fue el previsto. Apenas 33 escaños, 17 menos de los que logró Arenas, le auguraba una travesía del desierto en los bancos de la oposición. Ahí comenzó un trabajo poco entendido fuera de las fronteras andaluzas e incluso con reticencias por el giro malagueño dentro. Tres años después, cuando ante otro revés electoral más que cantado, se preparaba su sustitución después de los comicios del 2 de diciembre de 2018, los populares consiguieron el peor resultado de su historia en Andalucía. Un retraso de una hora por los problemas habidos en la constitución de unas mesas electorales, hicieron que los primeros resultados fueran casi definitivos. El PP sumaba con Ciudadanos y Vox para conseguir llegar a San Telmo. Un vistazo a los firmantes del pacto que lo hizo posible entre los que se encontraban Francisco Serrano, Javier Ortega Smith, Juan Marín, José Manuel Villegas o Teodoro García Egea, confirma que el único superviviente es el propio Moreno.
Los planes de Casado para otro relevo en Andalucía, se cancelaron y, mientras tanto, el enfrentamiento con Ayuso le costó el cargo. Durante esa legislatura, Moreno forjó un equipo del que se fía a ojos cerrados. Tienen un objetivo y él se somete al mismo "casi sin rechistar", reconocen en el partido. Ha sabido moderar sus guiños de cercanía (aunque en los actos en el Parlamento con motivo del 28-F los exhibió en su conversación con María Jesús Montero) por un perfil cada día más institucional. Poco queda de aquel político recién llegado cuyos primeros empeños fueron en pedir reiteradamente "llamadme Juanma". Hoy todos le llaman así, salvo la oposición que se empeña en dirigirse a él con sus dos apellidos.
La primera legislatura fue la de una consolidación en base a ceder lo suficiente a los dos partidos que le apoyaban en su labor de Gobierno; uno desde dentro (Ciudadanos) y otros desde fuera (Vox). A los primeros supo ganárselos hasta el punto de integrarlos a sus filas una vez se confirmó su disolución. Con los segundos ha seguido la vía Feijóo hasta hacerlos irrelevantes. Es habitual escucharles protestar desde su bancada al no entender cómo los pactos conseguidos en otras comunidades no se repiten en Andalucía o lanzar cada vez más acusaciones sobre el "socialismo" de Moreno.
Con un cada vez más contundente "Andalucía, lo primero" no elude ninguna polémica, incluso las nacionales. Ariete contra el Gobierno de Pedro Sánchez, su presencia es cada vez más requerida en campañas de otras comunidades, desde Baleares a su natal Barcelona, desde Galicia a los plenos en el Senado. Alabó la figura de Felipe González o Alfonso Guerra como el "verdadero PSOE" que reconoce echar de menos como "partido de Estado". Su mayoría absoluta en unos tiempos en los que pocos la logran, confirma que esa estrategia le ha servido para atraerse a esos votantes poco ideologizados que buscan una vía de moderación entre el griterío.
Es en las sesiones de control donde se encuentra particularmente cómodo. El apoyo al Gobierno central tanto de Juan Espadas, como de Inmaculada Nieto, le allanan las réplicas y no desaprovecha la oportunidad para recordárselo. Con las menciones a su carga ideológica a Adelante (José Ignacio García tal vez sea el único a quien no tiene tomada la medida) y el ignorar a Vox, tiene la batalla ganada.
Desde hace meses es la vía andaluza, una manera de entender la política en la que la crítica incluso dura al Gobierno central, no le impide llegar a acuerdos "en beneficio de Andalucía". Doñana es su punto de referencia. Un enfrentamiento que llegó a instituciones europeas y que obligó al Ejecutivo a sentarse consciente de que la batalla de la opinión pública andaluza la perdía. Ahora busca hacer lo mismo en materia de financiación autonómica. Sería su consagración, aunque en este caso, Montero se resiste a brindarle esa imagen. Como él, sabe el terreno que pisa. Con Teresa Ribera ha solventado desacuerdos y recelos por ambas partes. Una norma que amenazaba con dañar la imagen y la misma supervivencia del "mayor tesoro natural de Andalucía", la ha convertido en un acuerdo que la salvaguarda durante años.
El panorama al que se enfrenta en los próximos años, casi depende de otros más que de él. El partido sigue sus pasos y gira en torno a su figura. Sus mayores apoyos en la primera legislatura, el tándem Bendodo-Bravo, se diluye en la arena nacional. Ahora es Antonio Sanz. No hay un delfín conocido, aunque tarde o temprano es consciente de que deberá afrontar ese debate. Quiere ser candidato dentro de algo más de dos años, aunque como pasó hace diez, sabe que eso tal vez no lo tenga que decidir él.
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