San Telmo, el bálsamo para unir al PP

Toma de posesión de Juanma Moreno

La presencia de Casado y de Soraya, de Feijóo y de Arenas, indica la voluntad del nuevo presidente del cohesionar al partido en Andalucía

Antonio Hernández Mancha, Javier Arenas y Juanma Moreno.
Antonio Hernández Mancha, Javier Arenas y Juanma Moreno. / Juan Carlos Muñoz

El poder es un bálsamo, los guerreros tendrán su soldada y los generales dejarán de disputarse el liderazgo. Juanma Moreno dispone ahora de una oportunidad única desde 2012 para cohesionar al PP andaluz, fraccionado desde que Javier Arenas dejase la presidencia. Y los primeros pasos apuntan en ese sentido: la presencia en la toma de posesión de Pablo Casado, Mariano Rajoy, Soraya Sáenz de Santamaría y Alberto Núñez Feijóo así lo indica. Y de Arenas, Zoido y Teófila Martínez. El broche de esta recomposición vendrá cuando se conozcan los consejeros del nuevo Gobierno.

El PP postergó el debate ideológico de las pasadas elecciones primarias para la convención nacional que ha arrancado este viernes en Madrid. Tenían razón quienes así lo propusieron, pero el debate se lo ha hecho fuera: la irrupción de Vox y la consolidación de Ciudadanos no es más que la fragmentación de lo que en un día sólo fue el PP.

En la toma de posesión de Moreno estaban los pioneros, los que sacaron la Alianza Popular de Manuel Fraga del atolladero nostálgico de los Siete Magníficos. En la cafetería del Parlamento Antonio Hernández Mancha, primer candidato de AP a la Junta; Gabino Puche, el segundo, y José Ramón del Río. En una de sus dos elecciones, Hernández Mancha obtuvo un escaño más que Juanma Moreno, pero han tenido que pasar 37 años para que el PP consiguiese el Gobierno de la Junta.

Si un defecto no acompaña a Juanma Moreno es el del sectarismo, no le va a resultar difícil unificar al PP y prepararlo para las elecciones municipales. El partido conservador llegó destrozado a las elecciones del 2 de diciembre, hundido, esperando la apertura de una crisis que no ha llegado por esas carambolas del destino: el PSOE andaluz se desplomaba delante de todos, sin que ninguno de los actores lo notase.

De momento, Juanma Moreno ha contado con los suyos, con Elías Bendodo, con Ana Mestre, con la arenista Patricia del Pozo, como Dolores López, con Toni Martín y con Carmen Crespo. Todos ellos tendrán puestos de responsabilidad en el nuevo Gobierno de la Junta o en el partido, porque alguien se tiene que quedar en la sede de la calle San Fernando. Si Toni Martín no es el portavoz del Ejecutivo, se quedará con las llaves de la sede; si Dolores López no es consejera, le ocurrirá lo mismo.

Esa es la familia, la almendra del PP morenista, pero habrá otros. El nuevo presidente tiene que contar con los casadistas, hacer algún gesto hacia los partidarios de Cospedal y recomponerse con Javier Arenas, no con alguien que nombre el de Olvera, pero sí con una persona que le ligue con el pasado más brillante del partido.

Esperanza Oña fue una de las primeras casadistas, pero la han dejado arrumbada en la Mesa del Parlamento, no consejera ni tampoco puede ser senadora por designación autonómica. Pepe Ortiz, el alcalde de Vejer, ha dejado el Parlamento, antes de la jura, para no desligarse de su municipios, pero puede ser uno de los llamados a esa cena de los 12.

De Cospedal quedan en Andalucía José Antonio Nieto y Juan Ignacio Zoido; si entrase el primero. Moreno cerraría el broche, pero el Gobierno es pequeño, sólo son seis consejeros del PP, aunque el poder político se completa con ocho delegados provinciales y un puñado de territoriales: ahí es donde se verá la unificación.

Una de las personas más cercana de la ex vicepresidenta de Rajoy, la onubense Fátima Báñez, puede entrar en el nuevo Gobierno. Hubiera sido la secretaria general si Sáenz de Santamaría hubiese ganado. Estos días ha estado en Sevilla, pero su familia sigue en Madrid; ése parece ser el único obstáculo que la retiene en el centro del Reino.

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