Sueños esféricos
Juan Antonio Solís
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La llegada de John a Zafarraya cuando apenas tenía 10 años fue toda una revolución en el pueblo; su marcha repentina también lo ha sido pero en este caso esa revolución ha sido un mazazo de tristeza difícil de explicar entre sus familiares, amigos y vecinos.
El montañero desaparecido llego junto a sus padres y sus dos hermanos para comenzar una nueva vida en Granada. Dejaron Inglaterra, país de procedencia del padre de John, y se ubicaron en el pueblo. Al poco tiempo, John era un zafarrayero más. "Su llegada fue una alegría, ¡un extranjero en Zafarraya!, algo impensable y nada esperado", comentaba una vecina de la quinta de John.
Su vida transcurrió como la de cualquier vecino. "Era uno más". Los vecinos destacan su amabilidad, simpatía y sobre todo, profesionalidad. Curiosamente, quien destaca su buen hacer en el trabajo era competencia directa: Manuel García Santana. El hombre tiene un taller en la calle paralela a la que lo tenía John, mecánico también de profesión. "No es por las circunstancias del momento, pero John era el mejor mecánico de la zona". Experto en electrónica cuenta el compañero que era una persona emprendedora. "Aprovechaba todas las oportunidades que había para mejorar su formación. Hacía numerosos cursos de mecánica y demostraba su calidad humana cuando, incluso, nosotros -que somos competencia- teníamos algún problema y él se prestaba a ayudarnos sin condiciones".
John era así. A pesar de no tener una vida afortunada sacaba fuerzas de flaqueza y estaba encarrilando sus "penas" como buenamente podía. No en vano, perdió a su mujer hace cuatro años y desde entonces vivía con su hijo. Un episodio duro de superar del que con ayuda de sus seres queridos había ido afrontando.
La madre de John se mostraba ayer aparentemente entera y tranquila. No quiere protagonismo y busca la discreción en cada palabra que pronuncia. Se ha quedado en el pueblo mientras que su marido y sus hijos se han trasladado al Barranco de San Juan. En casa de un familiar acierta a decir que su hijo vivía para su trabajo, su pequeño y la montaña. "Era su rutina diaria. "El taller, su casa y en sus descansos, a la naturaleza. Raro era el fin de semana que se quedaba en casa". Ahora, cuenta, lo único que quiere la familia es que lo encuentren y lo lleven al pueblo. "Sí, que lo encuentren y lo traigan. Estaría más tranquila ", comenta la mujer.
Sin duda, la pérdida de John ha dejado a Zafarraya muy tocada. Su alcalde, José Miguel Muñoz, que conocía al montañero y que ayer también siguió las tareas de búsqueda dice que, probablemente, en el pueblo se haga algo en homenaje al vecino. "Era un hombre bueno y querido por todos. Lo que ha ocurrido ha sido una pena".
Los compañeros de aventura del senderista no han querido alejarse de su amigo en ningún momento. Se quedaron allí el día del suceso para buscarlo y ayer se repitió la historia. Pendientes minuto a minuto de lo que ocurre sobre y bajo la nieve, son los primeros que se ofrecen y tienden la mano a los especialistas de alta montaña para encontrarlo. El alto riesgo de aludes que aún existe en la zona, no les da miedo. Miedo les da lo que están viviendo.
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