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Jesús Aguirre: "Lloré con las primeras vacunas porque sabía que ahí estaba la solución"

Entrevista al presidente del Parlamento andaluz y ex consejero de Salud

Han pasado tres años desde aquel marzo de 2020 y al que fuera la cara y voz de la pandemia en Andalucía aún se le saltan las lágrimas al recordar ciertos momentos vividos

Destaca que la crisis de la listeria fue "el preámbulo" que les hizo ir "por delante" a otras comunidades

El Covid en Andalucía: tres años y más de 20 millones de dosis después

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Jesús Aguirre habla sobre los peores y mejores momentos de la pandemia / Antonio Pizarro

Vive políticamente apartado de la rama sanitaria, pero, sólo políticamente, como él mismo matiza. "La salud es mi vida", dice. Jesús Aguirre es un Médico de Familia cordobés que hace tres años se convirtió en cara y voz de la sanidad andaluza durante la peor crisis sanitaria de la historia reciente, la del coronavirus. Cuenta que, pese a todo, les pilló "engrasados" tras la experiencia previa a la que también le tocó hacer frente como consejero de Salud, la de la listeriosis. "Los cambios que la listeriosis nos obligó a precipitar el verano antes hizo que nos pillara muy engrasados en toda lo que tiene que ver con la mecánica y la dinámica de la salud pública", afirma.

Tres años después de aquel marzo de 2020 cuando un virus que llegaba desde China paralizó el mundo, Aguirre todavía se emociona al recordar ciertos momentos. Se le caen las lágrimas cuando habla de los mayores de las residencias. "Murieron muchas personas a las que no les tocaba morir todavía", sostiene. También cuando recuerda la llegada de las vacunas. "Lloré porque sabía que ahí teníamos la solución", afirma. Se ríe cuando se le pregunta por ciertas situaciones. Su famoso "culillo" dio la vuelta al mundo. "Tenía que explicarlo para que la gente me entendiera. Es la parte que sobraba en de las dosis en las jeringuillas que estábamos usando, el culillo. Luego supuso un 20% más de vacunas", explica.

Es un tipo sencillo, natural, que se expresa sin tapujos, tal y como es. "Mi padre siempre me enseñó que si no quería equivocarme, fuera yo mismo. Creo que eso me ha beneficiado", sostiene. Atiende a este periódico en su despacho del Parlamento de Andalucía donde ahora es presidente de la Cámara andaluza. Hace balance en pasado, pero, como sanitario por vocación, sin dejar de mirar al futuro. No se arruga ante ninguna pregunta. Hace autocrítica y sale adelante sin cortapisas. "Fue una época dura, complicada y, diría, que bonita. Con los años le podré decir a mis nietos: yo estuve allí", resume.

–Han pasado tres años desde aquel marzo de 2020. ¿Cómo vivió el que fuera consejero de Salud aquellos primeros compases de la pandemia?

–Muy intensamente. Veníamos de una época muy dura que desencadenó la listeria. Ya no nos acordamos. Pero este Gobierno casi estaba empezando cuando en el puente del 15 de agoto de 2019 explotó esa crisis. Teníamos una proyección para implementar la política sanitaria durante cuatro años, pero todo se tuvo que precipitar. La listeria fue el preámbulo del coronavirus que no lo tuvieron el resto de comunidades autónomas. Eso hizo que nos pillara muy engrasados en toda la mecánica y dinámica de la salud pública.

–¿Afirma entonces que Andalucía se adelantó en la toma de decisiones en la crisis del Covid?

–El 27 de enero de 2020, cuando no había ningún caso de coronavirus confirmado, nosotros ya pusimos en marcha el Grupo de Expertos de Alto Impacto en Salud Pública, que es un órgano colegiado, con representación de sociedades científicas. Eso lo hicimos por adelantado a la explosión de la pandemia. En Madrid nos comentaron que con eso lo que estábamos generando era una alarma social innecesaria porque eso del coronavirus iba a ser una cosa de poca incidencia. Nosotros empezamos a trabajar por si aquello que estábamos viendo en Italia pudiera venir para acá, como luego sucedió, y así nos adelantamos en la toma de decisiones a muchas comunidades autónomas. El coronavirus es tiempo dependiente, mientras antes tomáramos las medidas, menos impacto se tendría, sobre todo, en mortalidad que es lo que nos interesaba.

–¿Cuándo tomaron conciencia de que lo se venía era grande?

–En el puente de febrero por el Día de Andalucía. La explosión del coronavirus en Andalucía vino como consecuencia de ese puente. La primera semana de marzo, el volumen de ingresos hospitalarios que tuvimos ya fue altísima. Pero desde febrero ya estábamos viendo casos y veíamos que esto era grave. Mis compañeros ya me habían hablado de unas neumonía muy característica, muy singulares en su imagen, sobre todo, a nivel de los TAC y radiografías pulmonares. En los Consejos Interterritoriales, los consejeros de Salud empezamos a advertir de que algo estaba pasando, pero no se actuó desde el Gobierno. Pero nosotros nos adelantamos y en los consejos de Gobierno ya empezamos a introducir medidas restrictivas y coercitivas e, incluso, habíamos hablado con las universidades para que prepararan alternativas a las clases antes de que se interviniera en toda España.

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Jesús Aguirre habla sobre los primeros compases de la pandemia / Antonio Pizarro

–¿Echó de menos algo por parte del Gobierno central?

–Quizás tenía que haber actuado con más premura. Los consejeros de Salud en el Consejo Interterritorial no entendíamos que llegáramos a marzo con todo lo que estábamos viendo que estaba pasando en Italia y aquí no se hubiera tomado aún ninguna decisión. Es algo que no lo veo acertado. Ahí perdimos un poco de tiempo porque quien tenía que coordinar era el Ministerio. La coordinación por parte del Ministerio fue lenta y eso supuso un quebranto.

–¿Qué cree que falló?

–Lo que teníamos entonces era un Ministerio donde todas las competencias estaban transferidas a las comunidades autónomas. Un ministerio con un señor, Salvador Illa, a la cabeza, con el que tuve muchísimas reuniones y charlas, pero que tenía poco conocimiento del medio para enfrentarse a una pandemia mundial. Fíjese que nos tenemos que ir a 1917 para encontrarnos otra. Pandemia mundial. Lo recalco porque es impactante. Y aquí hay que venir aprendido. Cuando te enfrentas a estas situaciones tienes que saber qué terreno estás pisando. Tienes que tomar decisiones muy rápidas en muy poco espacio de tiempo y, o vienes aprendido, o tienes un problema. Teníamos un Ministerio que no tenía competencias y que intentó asumir las que no le correspondían.

–Se propuso entonces lo de la cogobernanza..

–Sí, aquello era muy bonito decirlo, pero era una falacia. La cogobernanza es la gobernanza de dos personas cuando llegan a un punto común, pero en el momento que hay un decreto donde asumes todas las competencias es muy difícil esa cogobernanza. Es una palabra muy bonita.

–El primer escollo llegó con las mascarillas...

–Todas las Comunidades Autónomas teníamos un estocaje de mascarillas importante y de pronto llegó el coronavirus y vimos que su uso se multiplicó por 40 ó 50. Ahí vimo que no teníamos, ni mascarillas ni EPIS. Al principio, quizás por miedo, se usó todo lo que había de una forma desmesurada y hubo un problema serio de déficit de material de protección. Nosotros lo que hicimos fue actuar rápidamente con una empresa de Alcalá la Real (Jaén) que fue a la que le comprábamos un millón de mascarillas a la semana, que era más o menos nuestro gasto, y se empezó a producir a gran velocidad y eso fue la que nos dio aire por un tiempo.

–Esa fue la fábrica a la que el Gobierno mandó a la Guardia Civil a que confiscara todo el material... ¿Cómo se quedó ante aquello?

–El Gobierno por unas cuestiones que no comprendimos, la intervino. Yo comprendía que había hospitales en Madrid que podrían tener problemas muchísimos más graves que los que podíamos tener nosotros. Por ello, nuestra solidaridad desde Andalucía siempre fue muy importante. Igual con mascarillas que con EPIs o respiradores. Pero aquello me supuso una bronca importante con el ministro Salvador Illa. Como es lógico, tuvimos un más y un menos.

–¿Cómo palió Andalucía aquella falta de material?

–Con imaginación al poder. Teníamos que intentar buscar y solucionar el problema por los profesionales sanitarios y por las residencias de mayores. Lo fuimos solucionando con muchísimo trabajo y con mucho llanto y angustia, porque fue muy angustioso, y tengo que reconocer la labor de iniciativa privada. Y la población civil, que se volcó. No se lo puede imaginar. Me emociono al recordarlo. Andalucía entera unida. Cómo nos llegaban EPIS, pantallas o mascarillas que hacían en cualquier sitio. Era espectacular y fue muy emocionante. Fue un sumar para vencer el Covid en un momento duro y fue chapó el comportamiento de todos los andaluces.

–Hábleme de los aislamientos y cierres perimetrales de ciertas regiones...

–Lo que siempre se pretendió fue frenar la expansión del virus. Por ponerle un ejemplo, cuando llegó la alerta tuvimos que aislar toda la parte de La Línea y Algeciras porque me estaban entrado casos por Gibraltar. Tuve que llamar a los alcaldes que, incrédulos, me preguntaban que por qué ellos. Lo que yo quería era frenar para evitar que me colapsara el sistema sanitario y no se colapsó. El tema era minimizar el impacto. Fueron decisiones duras, pero había que tomarlas, y no me tembló el pulso, siempre hablando con todos los sectores porque, esto no lo cuento nunca, pero en el comité de expertos no solamente había personal sanitario, también había una parte económica. Prevalecía el salvar vidas, de eso que no quepa duda, pero también teníamos que intentar minimizar el impacto económico que podía tener en la población andaluza las medidas que adoptáramos desde la Consejería.

–¿Cuál es la situación más dura a la que tuvo que enfrentarse?

–(Se hace un silencio) La situación más dura la tuve con las residencias. Me llamaron de una en la que estaban los abuelitos solos porque todos los empleados se habían dado de baja. Busqué un sitio donde poderlos ubicar y me dieron un albergue juvenil en un pueblo de Cádiz. La gente se enteró y apedreó el autobús en el que iban porque decían que lo que estábamos haciendo era llevar allí el virus. Fue muy duro. Tuve que llamar al alcalde para que lo entendieran. Eran viejecitos que estaban solos y había que buscarles un sitio. Fue duro y murieron muchas personas a las que no les tocaba morir todavía.

–¿Y de qué se siente más orgulloso?

–Mi mayor alegría –se seca las lágrimas mientras lo cuenta– fue la llegada de las vacunas. Aquel 28 de diciembre de 2020, en Granada. Recuerdo que lloré de alegría porque sabía, y todo mi equipo sabíamos, que esa era la solución. No puedo explicar lo que sentí cuando vi aquel botecito de Pfizer. Fuimos capaces de transmitir esa importancia y cómo respondió todo el mundo a la vacunación. Recuerdo que quise vivir esa sensación en primera persona. Estábamos en Almería, en el vacunódromo del Estadio de los Juegos Mediterráneos, cuando se estaba llamando para vacunarse a los mayores de 80 años. Hice yo mismo una llamada y fue tremenda la alegría con la me respondió aquella mujer. Me dijo que lo dejaba todo para ir a ponerse la vacuna. Fue increíble. El volumen de andaluces que se vacunó creo que fue el mayor de todas las Comunidades y, por supuesto, a nivel mundial fue espectacular.

–Hubo cargos políticos que tuvieron que dimitir acusados de haberse colado en el proceso de inmunización...

–Los conozco. Estaban conmigo en el Consejo Interterritorial. Yo me vacuné cuando me tocó, con AstraZeneca que es la que me tocó. Lo tenía muy claro. Comprendo que la capacidad de contagio de un consejero de Salud que estaba todo el día metido en el meollo de los focos del virus era alta. ¿Hasta qué punto era más esencial un bombero, por ejemplo, que un consejero de Salud? Pues no lo sé. No voy a entrar a hacer una valoración que no me corresponde. Los comprendo, no lo comparto porque yo no lo hice y esperé a que tocara.

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Juan Espadas habla sobre el famoso 'culillo' / Antonio Pizarro

–Con las vacunas vivió personalmente otro momento, el del famoso culillo. Hubo un antes y un después de aquella explicación. Cuéntenos cómo surgió aquello que ha dado la vuelta al mundo...

–Las vacunas eran oro entonces. Estamos hablando de marzo o abril de 2021 cuando eran muy pocas y hubo hasta trapicheo de vacunas. Mi equipo de enfermería se dio cuenta de que había un sobrante de la vacuna y que si utilizábamos jeringuillas de embolo vacío podíamos sacar una sexta dosis. Eso suponía un 20% más de vacunas en un momento en el que no había. Era una bestialidad. Nosotros compramos un millón de aquellas vacunas sin decírselo a nadie. Yo quería explicar aquello y podía haber usado una jerga técnica, porque soy técnico, pero lo quise hacer de forma que todos me entendieran y por eso dije aquello del culillo, me refería a lo que sobraba. Esa fue la frase del culillo que ha dado la vuelta al mundo. Y con eso también nos adelantamos en la compra de esas jeringuillas más efectivas que luego compraron todos.

– Usted ha demostrado en muchas ocasiones que es así, natural, que se expresa tal y como es, sin tapujos. ¿Cree que le benefició en la gestión de la crisis del Covid?

– Teníamos muy claro que lo que necesitábamos era transmitir. Tiene más credibilidad un médico que un político, a mí me tenían que ver como médico, y así me dirigía a la gente, siendo yo mismo, como médico de cabecera hablándole a mis pacientes. Andalucía empezó a verme como su médico y la gente me entendía. Eso era importantísimo. Si explicas las cosas y no las transmites, la población no te hace caso. Creo que esa forma de explicarnos dio confianza y credibilidad. La credibilidad no te la da nadie, te la ganas. Y nos la ganamos, creo, a base de ruedas de prensa diciendo las verdades del barquero y sin engañar a nadie. El secreto, en caso de que nos haya ido bien el tema, ha sido ser nosotros mismos. El mostrarnos de una forma natural. Tengo el orgullo de que todavía voy por la calle y la gente me saluda con cariño. Nadie me ha ofendido jamás. Mi padre siempre me enseñó que si no quería equivocarme, fuera yo mismo. Yo creo que esa forma de expresarme y de ser me ha beneficiado.

–¿Evidenció la pandemia algunas carencias del sistema sanitario?

–La pandemia tensionó el sistema sanitario público y privado de Andalucía. Lo primero que se vio es que no había una interconexión entre pública y privada. También nos dimos cuenta de que había problemas en salud mental, por ejemplo. Vimos lo que fue meter tres meses a personas con salud mental en una casa sin poder salir. O con las personas mayores. Tuvimos un problema. Luego hicimos un diagnóstico intentando poner soluciones y ahí está la base del Plan de Salud Mental Andaluz que luego se ha puesto en marcha. Pero también mejoramos muchísimo a nivel de infraestructuras. Fuimos aprendiendo e implementando durante todo el camino. Yo creo que el sistema sanitario público ha salido reforzado. Con déficit, por supuesto, pero reforzado.

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Jesús Aguirre habla sobre las carencias del sistema / Antonio Pizarro

–¿Cree que la gestión de la pandemia por parte de todos nos ha ayudado a hacer una sanidad mejor?

–Yo diría que sí. Insisto en que la sanidad ha salido reforzada. Lo que pasa es que la sanidad es muy golosa desde el punto de vista político. Déficit, claro que sí, y ámbitos de mejora, todos los que quieras. Por supuesto que durante la pandemia vimos que teníamos problemas en determinadas especialidades y creo que intentamos reforzarlos. Si algo así no te sirve para mejorar e implementar, qué oportunidad perdida, ¿no?

–¿Qué autocrítica hace tres años después? ¿Qué pudo hacer su departamento que no hizo?

–Muchísimas cosas. Pudimos haber abordado todavía con más prontitud el tema de las residencias o el tema de los tratamientos. Perdimos muchísimo tiempo con tratamientos empíricos sin base científica y nos dejamos llevar más por corrientes. Si no la recordamos nos podemos ver condenados otra vez a repetirlo. Hicimos muchas cosas buenas también. El primer respirador que empezó a funcionar, Andalucía Respira, de fabricación en nuestra región. No teníamos déficit de respiradores, pero los empezamos a fabricar en Fujitsu en Málaga. Con tecnología nuestra. Luego se enviaron a a Sudamérica porque ellos empezaron después que nosotros y allí los tienen, gratuitos, a un euro. Lo que sí tenemos que aprender es una cosa, ¿esto va a ser sólo el coronavirus? Pensábamos que la salud pública no tenía importancia y ya llevamos unas cuantas de crisis: listeria, virus del Nilo, coronavirus o viruela mono. ¿Tenemos tan claro que no van a venir más? Lo que tenemos es que estar preparados y en alerta con un buen sistema de salud pública que es el que tiene que hacer la prevención, el abordaje y al indicación de cuando llegue. ¿Qué nos tendrá el futuro preparado? ¿Vamos a esperar a que entre la próxima pandemia? Yo creo que lo que hemos hecho aquí de poner el comité de alto impacto de salud publica no sólo para el coronavirus sino para todo lo que llegue como órgano asesor es muy importante.

–Ya para terminar... ¿Qué dice el consejero de Salud de la pandemia del origen del coronavirus? ¿Saltó al humano del pangolín o se escapó de un laboratorio de Wuhan?

–En Wuhan está el centro nacional de virología de China. Eso es así. Todo eso está en estudio. Hay teorías, como la americana, que dicen es un virus de experimentación. No lo sé. Científicos tiene el mundo y al final creo que nos enteraremos. Toda la información que nos llegó al principio desde China, era información que poníamos en cuarentena. Al principio parecía que era una grupo un poco más pasada de tono. Fuimos aprendiendo a palos. Viniera de donde viniera lo que teníamos era que abordarlo. Ahí tenemos serias dudas todavía todos. Lo dejaremos a los científicos y sobre todo a la Organización Mundial de la Salud que es la que declaró la pandemia.

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