Isabel García delató al pederasta en Cuenca y gritó que "era un asesino"
Los investigadores rebaten la versión que la mujer del inculpado dio en la sala y desbaratan su coartada · Un agente desvela que el acusado le confesó que "había estado con niñas que la Policía no sabía".
Los inspectores que coordinaron la investigación e hicieron un seguimiento de los sospechosos hasta que los detuvieron dos meses después de la desaparición de la niña -se habían instalado en el municipio de Pajaroncillo (Cuenca)- echaron ayer por tierra la coartada a la que se agarra Santiago del Valle en sus últimas declaraciones: la compañía de su mujer, Isabel García. La Policía desbarató ante los magistrados la versión de la esposa del pederasta, que afirmó en una declaración llena de contradicciones en la primera sesión del juicio que estuvo en todo momento con su marido y apuntó como autora material del crimen a su cuñada, Rosa del Valle.
En contra del relato que la mujer dio con el juicio ya en marcha y en una extensa entrevista con este diario, la Policía Judicial mantiene que, nada más bajarse del autobús en Cuenca, cuando se procedió a su detención, García comenzó a hablar y mostró su disposición a colaborar hasta delatar a su marido. Tras la declaración que dio tras los arrestos (seguida también de un supuesto episodio de crisis nerviosa, como ha tenido en más ocasiones posteriormente) llegó a gritar a los policías que "sabía que era su marido, que es un asesino", afirmaron al menos dos de los inspectores que pasaron ante el tribunal.
Según esta versión, que consta en el sumario, García constató la ausencia de su marido de la casa y también la de su cuñada. Pasado un rato, se abrió la puerta y el pederasta le comentó que venía del campo de dar una vuelta, cerca de la fuente cercana al centro comercial Carrefour y se fijó que traía las botas manchadas de barro amarillo. Entonces, Santiago le propuso dar una vuelta, y el matrimonio cruzó la avenida de las Flores, salieron por la asociación de vecinos hacia la avenida de Andalucía en dirección a la fuente y, en el paseo -siempre según la declaración de Cuenca-, su marido le pidió dinero en dos ocasiones para comprar agua. Tenía la boca seca. De repente, continúa el relato, el pederasta decidió volver ("él es el que hace los planes, yo limpio la casa", llegó a comentar) y en el camino de vuelta, le lanzó una advertencia: "Si hay algo raro o te pregunta la Policía, tienes que decir lo que yo te diga. Ten cuidado con lo que hablas, si yo voy a la cárcel te arrastro a ti también. Si declaras en mi contra, cuando salga te buscaré hasta debajo de las piedras y no vas a quedar viva". La Fiscalía y los agentes recordaban estas supuestas amenazas en la sala.
Del Valle había escrito el guión que había que seguir: que salieron de la casa sobre las 16:45 (la Policía llamó la atención sobre la coincidencia de la hora que refieren los hermanos del Valle y la mujer del pederasta en sus testimonios) y fueron a dar un paseo. Santiago se quitó las botas y las lavó al menos dos veces, lo mismo que hicieron con la ropa que él llevaba y calentaron agua para lavarse.
Otro agente desveló en la cuarta sesión que, de forma extraoficial, Santiago le confesó que "le gustaban las niñas" y que "había estado con otras menores que la Policía no sabía".
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