Horas de silencio

La familia materna de los menores se concentra en el interior de la comisaría Campo Madre de Dios para seguir el transcurso de la búsqueda policial de los pequeños

La madre de los niños desaparecidos, a la derecha de la imagen.
La madre de los niños desaparecidos, a la derecha de la imagen.
Gema N. Jiménez

11 de octubre 2011 - 01:00

La familia materna de los pequeños convirtió ayer la Comisaría de Campo Madre de Dios en el lugar desde el que realizar el seguimiento de la búsqueda de los niños desaparecidos. A lo largo de toda la jornada no se alteró en nada el paisaje, ya que en el interior estaba la madre atendida por un psicólogo del Instituto Andaluz de la Mujer (IAM) y acompañada por un grupo de familiares y amigos llegados desde Huelva. En el exterior, un nutrido grupo de medios. La información fue la gran ausente para una noticia que tuvo un espacio destacado tanto en los informativos de radio y televisión como en las páginas web de la práctica totalidad de rotativos.

El Cuerpo Nacional de Policía guardó un mutismo absoluto sobre las investigaciones que realizaba y que abarcarban varios frentes, desde el rastreo en la vivienda de la familia paterna hasta los interrogatorios directos a las personas más cercanas a los menores.

Las novedades se interpretaban en el trasiego existente en la puerta de este recinto policial. La misma fue cruzada en varias ocasiones por efectivos de las unidades canina, científica o de subsuelo, que vinieron desde Sevilla para aportar su trabajo especializado. También llegó a media mañana el comisario sevillano Manuel Piedrabuena, quien fue parco en palabras. Sólo apuntó que su presencia en Córdoba se debía a su interés en colaborar con sus compañeros en la búsqueda de Ruth y José. Piedrabuena participó en las investigaciones del caso Marta del Castillo y es un experto en la desaparición de menores y en la técnica de los interrogatorios.

La familia mostró una actitud muy diferente a la ofrecida en la tarde del domingo, ya que si anteayer su interés era exclusivamente buscar la colaboración de los medios informativos para la búsqueda de los menores, ayer, en cambio, el mutismo era su pauta de comportamiento. "Todo sigue igual, no sabemos nada más de los niños y toda la familia estamos aquí muy unidos", señaló una amiga de la madre.

El Instituto Andaluz de la Mujer (IAM) ofreció a todos ellos el servicio de un profesional que los acompañó durante toda la jornada en el interior de la comisaría. Él fue el encargado de amortiguar, en la medida de lo posible, el impacto emocional del desarrollo de las informaciones que se iban conociendo. Las gestiones para esta ayuda fueron realizadas por la presidenta de la Plataforma cordobesa contra la violencia de género, Carmen León, quien visitó a los familiares para prestarle su apoyo y para los que pidió respeto por el momento "tan duro" que atraviesan. Añadió que la madre "está destrozada" por la velocidad con que se están sucediendo los acontecimientos.

A los familiares se les vio fuera en contadas ocasiones. A lo largo del día salieron varias veces a por tilas y algo de comida en un establecimiento cercano. Ellos tenían constancia al momento del transcurso de las investigaciones y a primera hora de la tarde hubo cierta tensión cuando se supo que se investigaba la casa de un familiar paterno en Las Quemadillas. En ese momento, abandonaron esta comisaría unos furgones que trasladaron a los distintos especialistas a este lugar para desarrollar sus investigaciones.

A partir de ese momento comenzaron a desvanecerse las primeras esperanzas de encontrar a los niños con vida, como se pudo comprobar a primera hora de la noche. En ese momento se iban conociendo con cuentagotas las noticias del rastreo de dicho domicilio, lo que aumentó el pesimismo de un grupo de familiares que abandonaron la comisaría pálidos, con el gesto demudado y lágrimas en los ojos.

La madre, Ruth Ortiz, cruzaba las puertas de la comisaría pasadas las 22:00, junto a su hermano Estanislao, para pasar la noche en el domicilio de unos amigos, situado en la calle Virgen de los Dolores. En su rostro reflejaba la desesperación y la angustia de horas interminables.

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