Guerrero: "Sé cuánto vale un paquete de Marlboro y un gin tónic, y ya está"
'caso ere'
El ex director general de Trabajo de la Junta durante diez años insta a preguntar a "muchos no imputados" de los que han conocido su labor que pueden resolver las dudas de la comisión de los ERE y finaliza: "Ya hablaré".
Francisco Javier Guerrero es un personaje tragicómico. Fue el primer alto cargo público andaluz que pisó la cárcel, donde continúa, y si se le pregunta en una conversación informal cómo está, responde con sorna: "Preso". Lleva seis meses en una prisión de Sevilla desde que el 10 de marzo le enviara la juez que investiga el caso de los ERE, Mercedes Alaya, acusado de seis delitos. Guerrero bromea con los periodistas a la conclusión de la comparecencia que ayer tuvo en el Parlamento andaluz y que le permitió salir unas horas de la cárcel: "Con 15 años me metieron en un internado y creo que fue peor".
Educado en las formas a partes iguales que embaucador, Guerrero llegó ayer a las 16:00 al Parlamento andaluz en una furgoneta policial mucho más delgado y elegantemente trajeado. Tres agentes le escoltaron en todo momento, salvo durante la comparecencia. El protocolo de la Cámara le permitió librarse de las esposas durante la hora raspada que duró su intervención. En ella, como era previsible e hicieron los cuatro comparecientes anteriores también imputados por la juez, avisó de que no contestaría a las preguntas de los parlamentarios. Pero cuando la diputada de IU Alba Doblas le preguntó por el testimonio del que fue su chófer, Juan Francisco Trujillo, -quien declaró ante la Justicia que ambos habían gastado dinero público en fiestas y cocaína-, el ex director general de Trabajo desde 1999 a 2008 decidió hacer uso de la palabra.
"Lo único que digo es que me tengo por una persona jovial, no he sido un putero ni me he dedicado a la drogodependencia, que no está en mi terrero, estoy dedicado a otras cosas. Me tomo las copas que me apetecen, cuando me apetecen y donde quiero, cosa que también se me cuestiona", expresó airado. Fue el presidente de la Diputación de Sevilla, Fernando Rodríguez Villalobos, quien le calificó así una vez.
Y continuó: "Sé cuánto vale un paquete de Marlboro y un gin tónic, y ya está. No he comprado ni un porro, no me ha hecho falta. Soy fumador y me gusta el gin tónic, lo he dicho en miles de ocasiones y no voy a estar al pairo de quien quiera a ponerme a caer de un burro".
Más allá de las adicciones, las declaraciones policiales y periodísticas de Guerrero han dejado una ristra de expresiones que son de uso común para referirse a este presunto escándalo de corrupción política en Andalucía. Él acuñó ante la Policía el concepto de fondo de reptiles para referirse a las ayudas de los ERE, aunque luego se retractó. A él se le introdujo en el grupo de "cuatro golfos" con el que los dirigentes de la Junta cercaron la responsabilidad de las millonarias ayudas fraudulentas. A él se deben los intrusos, las criaturas, los gin tónic en mesas de negociación improvisadas en bares y el chófer de la cocaína. Él puso en el mapa El Pedroso, localidad agraciada con numerosas ayudas.
Pero uno de los personajes principales de esta trama optó por callar por consejo de su abogado, Fernando De Pablo, como expresó en su intervención inicial, de apenas un par de minutos.
Guerrero quiso no obstante dejar unos apuntes. Instó a los diputados a que "cuantas preguntas quieran hacerme, pueden ustedes realizarlas a cuantos gobiernos de la Junta hubo en mi periodo, a los servicios jurídicos, a la Intervención General, a los representantes de los sindicatos mayoritarios y organizaciones empresariales y a los representantes políticos de los partidos de esta Cámara, porque todos y cada uno de ellos ha tenido conocimiento de mi labor".
Guerrero se presentó como un eslabón de la cadena. Su defensa es apuntar hacia arriba, aunque la Junta cerca el fraude en torno a él. El ex director general afirmó que "muchos no imputados pueden resolver sus dudas. Suerte con ellos", concluyó su intervención inicial.
Salvo en la pregunta sobre las declaraciones de su chófer, Guerrero se mantuvo callado, aunque alguno de sus gestos llevó a la confusión. El PP se molestó con el presidente de la Cámara, Ignacio García, porque a su juicio, interrumpió uno de ellos. Tal eran las ganas de que hablara. Guerrero puntualizó a la pregunta popular que "no me he reunido con el presidente (Manuel Chaves) salvo en las instalaciones de la Junta de Andalucía".
Estoico como siempre, Guerrero se mordió la lengua, comió caramelos y al final se disculpó por si sus gestos llevaron a confusión: "No soy un pavo, de vez en cuando hago alguna mueca, y hoy estoy en la calle", bromeó.
Tras escuchar más de un centenar de preguntas de PP e IU y tres del PSOE, que preguntó oralmente por primera vez desde que se estrenó la comisión, concluyó: "Las preguntas están contestadas en el juzgado y sobre las suyas, probablemente algún día las responda". Negó un pacto de silencio con dirigentes de anteriores gobiernos "y si alguno ha hablado mejor que no lo hubiera hecho, porque para ponerme cómo me ha puesto", dijo entre risas. A continuación se puso más serio y dijo que está en la cárcel y su familia "sufriendo". De la comedia al drama, en un momento.
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