Griñán, durante el juicio de los ERE: "Combatía la angustia y tensión con tranquilizantes"

El ex presidente de la Junta publica su libro de memorias, más de 500 páginas, el próximo lunes

José Antonio Griñán.
José Antonio Griñán. / J. Muñoz/Efe

"Los meses del juicio [de los ERE] fueron agotadores. Combatía la angustia y la tensión con tranquilizantes y haciéndome el firme propósito, no siempre cumplido, de abstraerme de la causa los días en que se interrumpían las sesiones".

José Antonio Griñán, presidente de la Junta de Andalucía entre la primavera de 2009 y el otoño de 2013, publica el próximo lunes su libro de memorias. Por un error se había contado que el tomo no llegaba ni a las 200 páginas, de lo que algunos interfirieron -atención al verbo interferir- que se trataba de una simple reflexión que había encontrado hueco en una editorial. Son 544 páginas más otras 20 de índice onomástico; ni es un corta y pega de reflexiones y escritos anteriores; ni un ajuste de cuentas con su partido, el PP o los jueces; ni un encargo que otro haya redactado.

Galaxia Gutenberg saca a la veta el libro el próximo lunes, bajo el título Cuando ya nada se espera.

"Seis años de cárcel es mucho más que un golpe bajo"

Son las memorias de aquel José Antonio Griñán, culto y reflexivo, buen escritor, que hablaba sin pose alguno de Claudio Magris y de Leonardo Padura en la cafetería del Parlamento, y descubría para periodistas y compañeros de partido a Anne Appelaum y Margaret MacMillan. Ni siquiera es un libro sobre el caso de los ERE, aunque es la amargura que le ha causado su condena a seis años de prisión -aún pendiente de resolver por el Tribunal Supremo-, lo que provoca este relato, porque es una respuesta a su hijo Manuel lo que motiva el libro. Su primogénito, en una carta que se hizo pública a través de las redes sociales, sostenía que el peor error que José Antonio Griñán cometió en su vida fue incorporarse a la vida política en 1982. El ex presidente escribe el libro como la respuesta, obligada, del padre al hijo: no lo fue.

"Más allá del ensanchamiento y la utilización política, hubo un cúmulo de irregularidades injustificables en la Consejería de Empleo"

Sólo el inicio y los dos capítulos finales abordan sus años de presidencia de la Junta y una reflexión sobre su condena. "Seis años de cárcel es mucho más que un golpe bajo", sostiene Griñán en lo que es una revelación muy amarga del daño que ha sufrido durante este proceso. Su caso se termina de revisar en el Tribunal Supremo los próximos días 4 y 5 de mayo. Los magistrados del Supremo no apreciaron malversación de fondos en su gestión, pero, al volver el caso a Sevilla, se incluyó este delito, a resultas del cual la pena que se debe decidir en semanas es si el ex presidente es condenado a seis años.

Griñán explica que su dimisión como presidente de la Junta fue una asunción, voluntaria, de responsabilidades políticas. Su último Ejecutivo, que fue de coalición con Izquierda Unida, funcionó bastante bien, porque el presidente venía de superar una prueba casi imposible: se presentó a unas elecciones que iba a ganar Javier Arenas, el líder del PP, y se le acercó tanto que mantuvo el Gobierno de la Junta con el apoyo de la federación de izquierdas.

Y explica: "... pero nos llegaban informaciones preocupantes del juzgado número seis de Sevilla". Era el de la juez Mercedes Alaya, a quien el ex presidente no cita en ninguna ocasión. "Mis informaciones internas me mostraron, que en el fondo de este asunto y más allá del ensanchamiento y la utilización política que se terminó haciendo del caso, hubo un cúmulo de irregularidades injustificables en la Consejería de Empleo".

Es, entonces, en ese momento, cuando el presidente asume que debe dimitir para contener los daños a la institución, la Junta, y al partido. Lo hizo, cedió el poder a Susana Díaz, pero nada detuvo una instrucción que, como la propia juez admitió en algunos de sus autos, buscaba el último "escalón de la pirámide". Es decir, a dos ex presidentes de la Junta, Manuel Chaves y Griñán. La causa "no seguía el rastro del dinero", sino un "procedimiento administrativo" que había sido aprobado en Consejos de Gobierno y por el propio Parlamento. Como subraya el ex presidente, "a ningún inculpado se le acusó de sustraer dinero público para provecho propio o del Partido Socialista".

"Un destacado dirigente del PP s acercó a mí: 'Estás muy equivocado, a ti quien te jodió no fue Juan Ignacio Zoido, sino Javier Arenas"

Griñán sí establece una relación, al menos temporal, entre su condena y las declaraciones del ministro de Justicia, Rafael Catalá, a quien incluye dentro de una estrategia de calado del PP en el proceso. Resulta revelador el párrafo siguiente:

"Bastantes años después, en 2020, un destacado dirigente del PP se acercó a mí, mientras almorzaba en la terraza de un restaurante del Aljarafe con mi amigo el alcalde de Mairena, Antonio Conde, para decirme en voz muy alta: 'A ti quien jodió no fue Juan Ignacio Zoido, sino Javier Arenas'. Yo preferí callar (...), pero su información me inquietó y me hizo pensar en esa interferencia política en la labor de los jueces por parte de los populares de la que el portavoz de este partido en el Senado, Ignacio Coisidó, se había jactado".

Meses antes de ese encontronazo, con quien parece ser Ricardo Tarno, a Griñán le telefoneó el presidente de la Junta, Juanma Moreno, con quien tuvo "una amable conversación", pero a quien le dijo que si, en vez de él, hubiera sido Zoido, no habría aceptado la llamada. Lo que interfiere Griñán es que Tarno supo de esa conversación y quiso rebatírsela en la terraza del restaurante.

Griñán ha guardado silencio desde que se conoció la sentencia condenatoria de la Audiencia de Sevilla. Así describe el momento en que la leyó: "El dolor que sufrí al abrir el sobre y leer el fallo fue de una intensidad distinta a cuantos había recibido a lo largo de mi vida". Y sigue: "Sentí que el aire se adelgazaba y que el ruido de la sala enmudecía. Quedé conmocionado no tanto por el castigo como por mi incapacidad para comprender las razones aducidas por los jueces".

La condena contra Griñán y Manuel Chaves se basa, en efecto, en un cúmulo de "inferencias", tales como "tuvo que conocer", "es impensable que no conociera", de modo que el ex presidente sostiene que se enfrentaba "no a unos hechos probados, sino a una opinión del tribunal".

Relevo en la Junta

Griñán fue elegido presidente de la Junta en abril de 2009, como consecuencia de la dimisión de Manuel Chaves. ""No entendí el relevo en la presidencia de la Junta de Andalucía, pero terminé siendo yo quien la protagonizaría", explica el inicio del capítulo final. En efecto, Griñán tenía pensado seguir los pasos de su amigo Manuel Chaves, una retirada pausada de la primera línea y, después, de la política, pero la dirección del PSOE de Andalucía apostó por él. El ex presidente subraya que fue Luis Pizarro quien más le insistió en ello, aunque resistió la insistencia de quien, entonces, era el número dos en el PSOE.

Griñán y Chaves, y sus esposas, Mariate y Antonia Iborra, eran dos matrimonios amigos, que por entonces salían juntos y era, relativamente, común, verlos en el centro de Sevilla, cenando, antes de ir al cine. El 28 de marzo de 2009, en un almuerzo de los cuatro y, aprovechando que las mujeres salieron a fumar fuera del restaurante, Chaves le planteó a Griñán su sucesión, y la volvió a rechazar. Fue al día siguiente, y al a vuelta en el Ave de un viaje a Madrid, cuando Griñán fue convencido después de "casi cuatro horas de conversación a dos bandas entre tres interlocutores: Chaves, Pizarro" y él mismo.

"Dudaba también de mis aptitudes para el liderazgo político. Siempre fui más teórico que práctico", admite el ex presidente, que el relevo terminó "abriendo una grieta entre nosotros". Entre él y Chaves, como ya había sucedido entre José Bono y José María Barreda; Juan Carlos Rodríguez Ibarra y Guillermo Fernández Vara e, incluso, entre Joaquín Almunia y Felipe González.

Griñán relata esos tiempos convulsos dentro del PSOE andaluz sin rencor, aunque apunta que las prisas por relevar a Manuel Chaves procedían de un hecho que él desconocía en esos momentos previos: José Luis Rodríguez Zapatero había apremiado al, entonces, presidente a salir de la Junta.

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