Griñán aprobó el salto de Rosa Aguilar a Madrid porque su destino no era Trabajo
Dijo a Zapatero que si ésa era la oferta, su respuesta era "no la dejo ir", pero fue Medio Ambiente y "eso es otra cosa".
Si la cartera que hubiera estado en juego fuera la de Trabajo, Rosa Aguilar no habría dado el salto de la Junta a Madrid. El presidente de la Junta, José Antonio Griñán, no la habría dejado irse, aunque quien le formulara la petición al otro lado del teléfono fuera el propio presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. Ese es uno de los "pequeños secretos" de la operación Aguilar que quedaron al descubierto durante el acto de toma posesión de su sucesora al frente de la Consejería de Obras Públicas, Josefina Cruz Villalón. Fue el propio Griñán quien lo desveló. Antes de autorizar su salida, había un condicionante: "Depende de para qué", y si era para ocupar el hueco que dejaba Celestino Corbacho, la respuesta era clara: "No la dejo irse". Pero la oferta le convenció. El Ministerio de Medio Ambiente, Rural y Marino, que le pareció bien para los intereses andaluces.
Pese a ese ejercicio de sinceridad, Griñán se calló el porqué de su negativa a que fuera Trabajo. Tendría sentido un andaluz al frente de este ministerio al estar Andalucía a la cabeza en tasa de paro y rozando la barrera del millón de desempleados -27% de la población activa-, y más aún ahora que arranca el proyecto de colaboración entre la Junta y el Gobierno para una mejor coordinación de las políticas pasivas y activas de empleo, que se canalizará a través de una reforma en profundidad del Servicio Andaluz de Empleo. De hecho, por ahí vino la principal crítica del PP. Su presidente regional, Javier Arenas, consideró este gesto un "nuevo desprecio" de Griñán a los parados, aquéllos que, como ironizó, quiere que a corto plazo pasen a ser "oferentes de empleo".
Tal vez la razón del desinterés de Griñán por ese ministerio esté en que las competencias están transferidas a la comunidad, y a que el papel del Gobierno central queda limitado al pago de las prestaciones y subsidios por desempleo. Todo lo contrario de lo que sucede en materia medioambiental y agrícola, donde sí vio un filón de posibilidades para Andalucía por el peso económico de la agricultura y por el peso político que ganaría ante el efecto que tienen las decisiones que se toman en UE.
Dado ya el visto bueno, tocaba la despedida en el Salón de los Espejos del Palacio de San Telmo. Y Griñán quiso recordar: Aguilar no es la primera en utilizar la Junta de catapulta al Gobierno, ya lo hizo él en 1992 -dejó la consejería de Salud para ser primero ministro de Sanidad y luego de Trabajo-, y fue él quien primero le abrió las puertas socialistas. "Se vino conmigo porque coincidía con mi discurso y mi proyecto político", dijo Griñán. Algo que minutos después reforzaba Aguilar, olvidando su reciente pasado en IU, y declarándose "plena y totalmente identificada" con el proyecto socialista tanto a nivel autonómico como nacional .
Fuera del Gobierno andaluz, aparte de la valoración del Grupo Parlamentario Socialista, cuyo portavoz, Mario Jiménez, vio un PP "acojonado" ante los acertados cambios habidos en la Junta y el Gobierno y su pérdida de iniciativa, estuvo el reconocimiento de CCOO y UGT a la "eficacia" de Aguilar como consejera de Obras Públicas. Unos gestos que chocaron con las primeras exigencias que ya le plantean los ecologistas. Amigos de la Tierra, Ecologistas en Acción, Greenpeace, SEO/Birdlife y WWF, reclamaban un "giro a las políticas" y al "inmovilismo" del Gobierno de Zapatero ante problemas como el calentamiento global, la pérdida de biodiversidad o la contaminación.
Como le sucediera a Griñán en su toma de posesión como presidente andaluz hace dos años y medio, le pasó a la nueva consejera de Obras Públicas. El foco no estuvo puesto en ella, el protagonismo fue de la que horas más tarde era ministra. Cruz Villalón, consciente del escaso margen de tiempo que tiene para familiarizarse con un departamento por el que ya han pasado tres consejeros - Mar Moreno, Juan Espadas y Aguilar- y al que llega a menos de un año y medio de las elecciones autonómicas, al menos quiso pedir su periodo de gracia. Si no cien días, al menos pidió cien horas para poder familiarizarse con el equipo con el que va a trabajar para empezar a marcar retos para una consejería clave para salir de la crisis por su capacidad para generar "empleo y riqueza", y para desarrollar y cohesionar territorialmente la comunidad. Pese a saber que aterriza en la Junta en momentos "difíciles", ofreció su trabajo "tenaz" y "perseverante" para afianzar su "apuesta optimista" por una Andalucía que "está en la senda de la recuperación".
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