Un Gobierno en construcción para una legislatura complicada
Aún quedan una veintena de cargos por nombrar, que serán 115, además de los delegados provinciales
Juanma Moreno deberá afrontar las municipales desde San Telmo, lo que puede llevar a cambios en el ecuador de mandato
Juanma Moreno, como su Gobierno, se ha marchado algo más de dos semanas de vacaciones. El último Consejo de Gobierno de agosto -ha habido tres- se celebró el jueves, pero para el 30 debe convocarse otro para seguir con los nombramientos y aprobar los decretos de las delegaciones provinciales, aquella red periférica que tanto criticó el PP de Javier Arenas desde la oposición y que este partido ha comprendido ahora que es necesaria. El PP llegó a proponer que los delegados provinciales fuera funcionarios, y que sólo bastaba con un cargo político por provincia. No habrá uno por consejería y provincia, lo que sumarían 104, pero sí una cifra que tenderá al centenar.
Esta legislatura va de verdad para el Gobierno popular, ya no son los recién llegados de ese presidente que lo era por carambola, Juanma Moreno y el PP gozan de una amplia mayoría absoluta, saben lo que es gestionar una administración de un Presupuesto de más de 40.000 millones de euros y han admitido que crear macroconsejerías no es operativo.
Juanma Moreno se ha despedido con una crítica general al Gobierno de Pedro Sánchez, lo que indica que el presidente se ha vuelto a situar en modo elecciones. Éste es un problema de esta legislatura, el PP andaluz afrontará dos comicios, las municipales de mayo de 2023 y las generales posteriores, posiblemente el 10 de diciembre. Y eso distrae. La primera cita es básica para apuntalar el liderazgo del partido en la comunidad. Se trata de unos comicios que deciden el poder por la base, y de cuyas consecuencias no cabe descartar que Juanma Moreno remodele su Gobierno a mitad de mandato.
Moreno confeccionó el actual Ejecutivo a última hora de ese lunes que tuvo a los periodistas esperando más de una hora. Su obsesión por evitar las filtraciones acumuló varios cambios poco antes de la rueda de prensa. Es un Ejecutivo de hormiguitas del PP, muy trabajadores, pero hay piezas que no encajan.
El presidente se ha guardado, para septiembre, el nombre del portavoz. Sin Elías Bendodo y sin Juan Marín, le queda por resolver quien será ese busto que, al final, es el quien soporta el perfil más agresivo del Gobierno, el látigo de Pedro Sánchez, el poli malo que permite que Juanma Moreno siga a la sombra de la bondad y del diálogo.
El jueves hubo 58 nombramientos; en total, habrá 115 cargos en las estructuras de las 13 consejerías, 18 más que en la legislatura anterior. La nómina de elegidos es, básicamente, del PP, con lo cual se retorna a un esquema clásico en el que el partido gobernante asienta el sustento de su maquinaria sobre la administración.
Juanma Moreno tiene ahora el mismo número de consejeros que José Antonio Griñán en su último Gobierno, el que redujo a cuenta de la crisis financiera. Susana Díaz también contó con 13 en todos sus ejecutivos. Hay un retorno a lo que, más allá de la demagogia, es una organización racional de la Junta. En la anterior legislatura, PP y Ciudadanos quisieron dar ejemplos con una reducción del número de delegados, de tal modo que agruparon materias tan dispares como Cultura y Fomento. El ahorro fue de 17 millones de euros, una cantidad escasa que, además, es difícil gastar en otras partidas.
Aunque este Gobierno es más de partido que el anterior, sí gana en experiencia. La Junta debe afrontar en los próximos años un relevo generacional muy amplio del funcionariado y de sus empleados públicos, y tiene que tramitar con agilidad una cantidad importante de fondos europeos. Habrá de proseguir con la reestructuración del sector público y con nuevos decretos de simplificación. No es una legislatura fácil, y más, si como se revé, España entre en recesión a finales de este año.
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