Estabilidad de hormigón romano
Juanma Moreno sale airoso, incluso reforzado, de la sesión de control tras la jornada de ruptura estatal entre PP y Ciudadanos
El hormigón romano –opus caementicium– tiene una llamativa propiedad que lo hace más resistente a la fractura que su versión contemporánea. Esta mezcla de mortero y piedras no sólo no se deteriora, sino que se endurece con el tiempo. Su particular composición de rocas volcánicas y guijarros refuerza esta característica si la construcción entra en contacto con el agua del mar, lo que hace posible que haya rompeolas del siglo III antes de Cristo que siguen en pie. El Gobierno de Juanma Moreno tiene una propiedad similar o, al menos, la está adquiriendo en estos días turbulentos. En medio de la tormenta que separa a Ciudadanos y el PP en todo el país, con Vox azuzando gracias a su éxito en Cataluña, el presidente de la Junta se ha construido un rompeolas de hormigón romano que le permite, incluso, endurecerse ante los envites de la socialista Susana Díaz, que este jueves ha tenido dificultades para erosionar a su contrincante a pesar de la complejidad del momento.
“Yo gozo de estabilidad; ya le gustaría a usted tener la misma estabilidad que yo tengo”, espetó Moreno a la líder del PSOE andaluz, que, justo antes, había vuelto a esgrimir el pacto con Vox para criticar al Ejecutivo y recordar, como suele, que Moreno gobierna a pesar de que perdió las elecciones autonómicas de 2018. “Tuvieron que salir corriendo en un mensaje de urgencia;no sé si era para la población o para ustedes mismos”, contestó Díaz en referencia a la exhibición televisada de sintonía de Moreno y Marín en la tarde del miércoles.
La líder de la oposición intentó abrir brecha entre los socios al asegurar que “a nivel nacional, Ciudadanos ha tomado consciencia de que ir del brazo del PP le llevará a la ruina”, pero el plan hizo aguas cuando afeó a Moreno que, por el barullo estatal de PP y Cs, “no tiene la cabeza en Andalucía”. “¿Que yo no tengo la cabeza en Andalucía y que usted la tiene?”, ironizó el presidente de la Junta en una pregunta que repitió, en tres ocasiones, hasta lograr el aplauso de su bancada.
Y a pesar de que salió airoso, el cruce con Díaz fue el momento más tortuoso para Moreno de una sesión de control que casi pasó por encima del temblor político de la semana. Ni Inmaculada Nieto, de Adelante, y Sergio Romero, portavoz de Ciudadanos, no hicieron mención alguna a la ruptura de populares y naranjas. Su homólogo en el PP, José Antonio Nieto, aprovechó para ensalzar la buena salud del pacto andaluz, aunque dejó algún recado para Arrimadas y los suyos por convertir a “Murcia y los murcianos en un daño colateral”. Sólo Alejandro Hernández entró al trapo, pero tras poner Moreno el capote al recordarle a su socio el papel que debe tener Vox en la consecución de la cacareada estabilidad de la que presume el Gobierno.
“Nadie puede acusarnos de irresponsabilidad”, se defendió Hernández, que sacó pecho por la “lealtad” de su grupo al Gobierno. “Más de la que le hubiera podido gustar a nuestros votantes”, reconoció el diputado cordobés, que sólo 24 horas antes había “exigido” la convocatoria adelantada de elecciones en Andalucía para impedir que Ciudadadanos diera paso a la “izquierda más radical de Europa”. Lo cierto es que Hernández estaba leyendo el comunicado que le enviaron desde Madrid y en ninguna de sus intervenciones posteriores volvió a reclamar la convocatoria de los comicios. “La gente no quiere oír hablar de líos políticos, de confrontaciones de campaña; quiere soluciones”, zanjó el presidente de la Junta.
A la salida del Pleno, Moreno, muy soliviantado, criticó al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, por la “irresponsabilidad de” de dedicarse “sólo y exclusivamente a urdir mociones de censura”. Ni rastro de la responsabilidad de Ciudadanos en la maniobra murciano-madrileña. “Tenemos un Gobierno sólido y estable y nuestra voluntad es acabar la legislatura”, sentenció. Sólido como ese opus caementicium de los romanos que se hace más duro cada vez que lo embiste una ola y que está compuesto de escombros, caementum en latín, y material del que está hecho el Panteón, la iglesia más antigua de Roma.
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