La aldaba
Carlos Navarro Antolín
¿Dónde está el límite de la vergüenza?
EL pacto que el socialista Pedro Sánchez busca para formar Gobierno será con Ciudadanos y lo que su líder Albert Rivera pueda conseguir, que no es otra cosa que la abstención del PP, porque Podemos se ha situado fuera de las fronteras que le trazó el Comité Federal del PSOE. A conciencia o no, aunque más bien parece que con toda intención, el partido de Pablo Iglesias ha dibujado una España confederal, diferenciada entre naciones de derecho y comunidades políticas, que ni siquiera puede servir como punto de arranque, de programa de máximos, para negociar con partidos como el PSOE andaluz que ha hecho bandera de la equiparación entre todos los territorios.
Desde que comenzó la semana, y a pocos días de la celebración del 28 de febrero, la presidenta andaluza, Susana Díaz, ha marcado esta línea que también parecen compartir, incluso, aquellos que en Ferraz eran más optimistas sobre las verdaderas intenciones de Podemos. El telón de la escena nacional ha subido, y Pedro Sánchez tendrá que forjar su acuerdo hacia la derecha, porque su izquierda ha primado una agenda plurinacional sobre la social. No obstante, los hay optimistas. Una fuente de la dirección de Ferraz sostuvo ante este medio que Pedro Sánchez mantendrá la iniciativa si falla en las dos primeras votaciones, y trabajará por una tercera donde no descarta la abstención del PP o de Podemos.
Con su propuesta de Bases para un Gobierno estable, Podemos se ha puesto al mismo nivel que los independentistas catalanes. Si el Comité Federal del PSOE acordó que su líder no podía negociar con aquellos que defendieran un referéndum de independencia al entender que esto sólo sirve para dividir a los españoles, Podemos ha dado un paso al presentar su propuesta confederal. Y es que no sólo defienden la necesidad urgente de la consulta catalana, sino que hacen una apuesta por una España de dos velocidades, donde habría unas naciones en pie de igualdad con el Estado -de hecho, tendrían el derecho a la autodeterminación- y unas "comunidades políticas", en lo que supone una vuelta a la diferencia del primer mapa autonómico que se hizo en España, donde habría comunidades históricas, de primera, y autonomías (o regiones) descentralizadas pero sin parlamentos.
No es un paso atrás, sino un paso hacia adelante pero desacompasado: unas autonomías, como Andalucía, seguirían siendo lo que son, pero otras, las que Podemos llama naciones, avanzarían hacia un estatus de libre pertenencia. Esto último choca con el comité federal socialista y con el ideario del 28 de febrero, el referéndum que colocó a Andalucía en pie de igualdad y que sirvió de vía para el resto de autonomía.
Así lo ha entendido el PSOE andaluz. Susana Díaz ha emprendido una intensa agenda autonomista a pocos días de que se celebre ese día y en medio de una negociación con Podemos en la que casi nadie cree ya en Ferraz. La apuesta de Susana Díaz es doble, de un lado posiciona a su Gobierno ante una reforma constitucional con muchas incertidumbres en el plano territorial y, de otra, marca las distancias con Podemos, a cuyos líderes acusa de que querer una España "más desunida y más desigual". La propuesta de Pablo Iglesias incluye, además, una reforma del sistema de financiación autonómica que perjudica a los territorios más pobres, al marcar el tope de la solidaridad mediante el principio de ordinalidad. Susana Díaz viaja hoy a Valencia para festejar el Día de Andalucía, el martes estará en Madrid y el sábado, posible día de la consulta del pacto a las bases socialista, dará un mitin en el Casino de la Exposición, en Sevilla, el mismo lugar que se empleó como centro de datos la noche del referéndum de autonomía de 1980.
En estos encuentros, la jefa del Ejecutivo andaluz y líder de la mayor federación socialista ejercerá toda su influencia. Concretamente hoy, participará junto al presidente valenciano, Ximo Puig -uno de los barones con quien tiene mejor sintonía- en un acto para conmemorar el 28-F.
La sensación que predomina en el PSOE andaluz es que Pedro Sánchez no conseguirá la investidura ni en la primera ni en la segunda votación, la que se celebrará el 5 de marzo y para la que sólo es necesario una mayoría simple de síes. Albert Rivera, que se está revelando como una persona aún más voluntariosa que Sánchez, tiene el encargo de abrir al PP a este pacto. En Ciudadanos admiten que es una empresa muy difícil, pero no imposible. "Al final, el PP tendrá que mover ficha", se explica desde el partido naranja. El pacto entre ambos partidos puede ser asumido también por el PP e, incluso, algunas de sus reformas, como la constitucional, son imposibles de emprender sin los populares, que mantienen la mayoría absoluta del Senado. Rivera estuvo en Sevilla el jueves pasado, y aunque negó que él tuviese el cometido de convencer a Rajoy, admitió que su acuerdo sólo era posible con el PP y que era antagónico con Podemos porque está proponiendo un Ministerio "para romper a España".
La alineación del PSOE andaluz con Ciudadanos se hace cada día más evidente. El partido naranja apoya al Gobierno de Susana Díaz, ésta no quiere ir de la mano con Podemos y uno de sus alcaldes, el de Sevilla, Juan Espadas, acaba de llegar a un acuerdo con Ciudadanos para desbloquear los presupuestos municipales. Ése es el camino que se indica desde Andalucía, donde las relaciones con Podemos están tan rotas que no hay siquiera una interlocución entre los partidos.
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