Espadas y sus tiempos
El secretario general del PSOE-A se somete hoy a una votación indirecta sobre su nuevo liderazgo
Juan siempre estuvo allí, detrás. Asesor legal, jefe de gabinete, de viceconsejero, en los segundos niveles del Gobierno andaluz, hasta que Manuel Chaves lo nombró consejero de Vivienda en 2008, casi por descarte, porque Quico Toscano, el alcalde de Dos Hermanas, se resistió a ello y propuso a Espadas, ese tipo que caía tan bien dentro de la Junta. Por estar, estuvo hasta en el Hospital de las Cinco Llagas, donde nació en 1966. Pero hay un rasgo de su biografía que define el carácter del secretario general del PSOE de Andalucía. Aunque comenzó a trabajar en la Agencia de Medio Ambiente -germen de la Consejería- muy temprano, poco después de acabar Derecho en la Universidad de Sevilla en 1989; aunque colaboró en algunas campañas electorales y en la confección de algunos papeles, Juan Espadas no se afilió al PSOE hasta 1997.
Espadas nació en Sevilla, creció en Miraflores, pero se trasladó a Dos Hermanas, donde desde principio de los noventa frecuentaba las tertulias de los viejos socialistas de la agrupación. Pero ni por ésas, se lo pensó. Se afilió, y desde ese momento asesoró en política de medio ambiente a las Ejecutivas de Joaquín Almunia y de José Luis Rodríguez Zapatero. Esa actitud reflexiva, casi contemplativa y un tanto cómoda, es la que llevó a muchos a pensar que Espadas nunca se enfrentaría, y menos en unas elecciones primarias, a Susana Díaz. Y lo hizo. Pero sus tiempos exasperan, hay quienes le siguen viendo como esa persona que siempre tuvo un buen jefe al lado, un escudero eficaz, pero poco capaz a la hora de asumir los riesgos del liderazgo.
Las batallas provinciales que vive el PSOE durante estas semanas es un ejemplo de esto último. A pesar de que Espadas ya ha sido elegido secretario general por los militantes, aún no ha sido capaz de poner orden en los territorios, hasta tal punto que el congreso de Torremolinos ha sido fagocitado por las disputas en las provincias. Hay quien explica que Espadas llama a uno de los líderes de estas facciones para ponerle firme, y el interlocutor ni se entera de que el secretario general le está llamando al orden. Otros, y son muchos, no entienden por qué no ha dejado ya la Alcaldía de Sevilla. Su entorno sostiene que el Ayuntamiento le da la tribuna, pero es ésas es una tarima que sólo sirve para Sevilla.
Ésa es una forma de mirar a Juan Espadas. La otra es que esa actitud le convierten en un tipo largo, capaz de lidiar con conflictos perennes hasta llevarlos a un buen puerto. Susana Díaz se le marchó, a pesar de su resistencia a dimitir. Ni es parlamentaria autonómica ni se quedó a dirigir el partido hasta este congreso, a pesar de que no presentó su dimisión a este último cargo. Ella tendría que haber defendido su informe de gestión este sábado en Torremolinos, pero se fue, se quedó en el limbo preciso para marcharse sin renunciar a la secretaría general, lo que hubiese supuesto la constitución de una gestora desde Ferraz para dirigir el PSOE-A.
Con la Alcaldía de Sevilla ocurrió algo similar. Espadas había dejado de ser consejero de Vivienda en 2010, y el nuevo presidente de la Junta, José Antonio Griñán, había pensado en Alfonso Rodríguez Gómez de Celis como candidato a las elecciones municipales. Era lo natural, Gómez de Celis había crecido, políticamente, en ese Ayuntamiento, y era uno de los colaboradores más cercanos del alcalde saliente, Alfredo Sánchez Monteseirín. Griñán lo tenía tan decidido que lo comentó en diversos ambientes, pero Susana Díaz le cortó el paso a Celis y buscó a Espadas.
Nadie confiaba en su éxito, perdió las elecciones frente a Juan Ignacio Zoido, pero aguantó esos cuatro años en la oposición hasta que el alcalde más popular de Sevilla en años se vino abajo por su propio peso. Y ahí estaba Espadas, que ha sido capaz de apoyarse en Podemos y en Ciudadanos de modo alternativo.
Son modos de verlo.
Juan Espadas saldrá hoy de Torremolinos con la primera Ejecutiva que sucede a la de Susana Díaz. Los delegados en el congreso deben votar a la nueva dirección, y ahí se verá hasta dónde llega su liderazgo actual. Hasta Susana Díaz, que fue elegida en 2013 en un congreso extraordinario celebrado en Granada, los líderes anteriores contaban con una oposición interna que se situaba en torno al 30%. La ex presidenta de la Junta, sin embargo, fue refrendada en Granada por más del 98%. Por encima del 90% también ha salido la nueva Ejecutiva de Pedro Sánchez, la elegida en el federal de Valencia.
En el PSOE se ha extendido la teoría de que el susanismo ha dejado de existir. Tampoco es así, donde pueden, los susanistas están aliándose para formar nuevas mayorías, ante la creencia de que Juan Espadas sólo será un eslabón en una larga transición que les espera a los socialistas desde la oposición hasta recuperar el Gobierno de la Junta. La nueva dirección toma el mando en el peor momento del PSOE-A desde que nació como federación en Torremolinos, y no es previsible que en su primer asalto electoral contra el PP vaya a recuperar el poder. Hay quien le pone cifra al reto de Espadas: sacar, al menos, los mismo escaños que Susana Díaz obtuvo en 2018. Son 33, pero Espadas es un tipo que desafía las previsiones. Hasta cansarlas.
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