La aldaba
Carlos Navarro Antolín
El rey brilla al defender lo obvio
Obituario
Eduardo Abad, fotógrafo de la agencia EFE en Sevilla durante más de 30 años y padre del moderno fotoperiodismo andaluz, falleció en la madrugada de este sábado en Sevilla tras luchar contra un cáncer con la misma energía con la que defendió sus ideales y la independencia del periodismo.
Trabajé con él durante más de treinta años en EFE y siempre tuve claro que era un referente para sus compañeros fotoperiodistas y también para los “plumillas” por su entrega, su honestidad personal y profesional y por su rectitud. Nunca hizo un Photoshop y nunca publicó una foto para complacer a nadie que no fuera el derecho de la ciudadanía a estar bien informada.
Tuvo muchas ofertas de otros medios pero siempre prefirió quedarse en la agencia EFE porque creía en el servicio público. En EFE recordamos como una de sus etapas más fructíferas cuando fue miembro del Consejo de Redacción en 2010 y ayudó a sentar las bases del comportamiento ético y deontológico de los periodistas de la agencia.
Sus compañeros fotoperiodistas le llamaban en broma “abuelo” pero en el fondo todos sentían que era un padre para ellos. Como jefe de Fotografía de EFE en Andalucía enseñó a muchos el oficio, no tenía inconveniente en ceder sus fotos y los redactores literarios veíamos con cierta diversión como el resto de fotoperiodistas copiaban los enfoques que él hacía. Con Eduardo la noticia siempre era cosa de dos porque nunca dejaba de preguntar al "plumilla" por los entresijos de lo que iban a cubrir.
Puso en práctica el principio de que el periodismo estaba por encima de todo y por eso fue uno de los primeros en no tener miedo a las fotos políticamente incorrectas: suyas fueron las imágenes de un alto cargo dando una rueda de prensa con un zapato quitado por debajo de la mesa o la foto de José Rodríguez de la Borbolla, entonces presidente de la Junta, abanicándose en un pleno del Ayuntamiento de Sevilla en 1987. Por esta última foto recibió uno de los dos premios Andalucía de periodismo que obtuvo a lo largo de su carrera.
Desde que le detectaron el cáncer, su estado de WhatsApp anunciaba: “se acabó el recreo”. Y así fue su vida: la amó y disfrutó intensamente mientras la tuvo. Solía decir que sus más de 40 años como periodista se le habían pasado volando porque siempre le gustó lo que hacía.
Siempre y por encima de todo fue fiel a sus ideas, a su empresa y a su profesión. Hoy no solo Mari Carmen ha quedado viuda y Álex y Alberto han quedado huérfanos: el buen periodismo y la libertad de prensa han perdido uno de sus referentes en España.
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