Editorial: 'Un discurso para convencer'
EL discurso de investidura de Susana Díaz como presidenta de la Junta de Andalucía, preámbulo del debate y la votación que el Parlamento autonómico acogerá hoy, escenificó a la vez la determinación de la candidata de ser elegida con la legitimidad que le dieron los votantes andaluces y de la humildad consecuente con su condición de líder de la más numerosa minoría parlamentaria y su necesidad de asumir reivindicaciones de los otros grupos y cambios en la forma de gobernar. Las dos ideas son coherentes y complementarias. Por un lado, la correlación de fuerzas resultante del 22-M y operativa en el Parlamento implica que, al no haber mayoría absoluta, la minoría mayoritaria ha de asumir en primera instancia la misión de gobernar, salvo que haya posibilidades de configurar una mayoría alternativa. Ahora no la hay, porque cualquier composición que se pretenda tendría que unir a PP y Podemos, una eventualidad que ninguno de los dos partidos contempla ni de lejos. Ahora bien, que la investidura de Díaz salga adelante exige la abstención futura de Ciudadanos y Podemos, del Partido Popular o de Podemos e Izquierda Unida. A asegurarse estos posicionamientos se encaminó ayer claramente el discurso de investidura de la presidenta en funciones, que a lo largo de hora y media de intervención desgranó un programa lleno de compromisos concretos que buscaba complicidades de los otros cuatro grupos. Hubo proyectos de Susana Díaz orientados a atraerse la abstención de los cuatro partidos de la que será oposición, como casi todos los relativos a la lucha contra la corrupción, y otros que suponían otros tantos guiños a cada uno de ellos, en función de las exigencias que han formulado y las condiciones que han hecho públicas en los últimos días. Tanto las iniciativas para la regeneración democrática como las medidas para frenar los desahucios, la rebaja de impuestos, la reducción de los cargos públicos o la protección de los sectores sociales más vulnerables tienen expresamente el propósito de favorecer la abstención de los diputados de estos grupos y, con ello, allanar el camino para la investidura de la candidata. La desconfianza de todos ellos hacia Susana Díaz, líder del partido que ha gobernado Andalucía durante 33 años, se manifestará obviamente en el voto de rechazo que esta tarde emitirán todos ellos en el Parlamento. Una vez quede claro que Susana Díaz no cuenta con la mayoría absoluta y que su Gobierno no es el que proponen PP, Podemos, C's e IU, se impone la responsabilidad de estos partidos: Andalucía necesita un Gobierno y, hoy por hoy, no dispone de uno que sea alternativa válida al que pretende encabezar Díaz.
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